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Omar Sharif – La profunda mirada del Sahara – (+ Videos)

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Proclama que no tiene país ni casa: “Yo voy a donde me llamen para hacer una película, puedo pasar temporadas en Japón, México o en Italia, pero no soy de ningún lugar ni tengo una casa que sea mía”, asegura.

En la entrevista concedida a un diario de Venezuela hace seis años, Omar Sharif ,un artista temperamental y sin pelos en la lengua , responde a las preguntas de Emmar Pérez 

¿Qué esperaría escuchar usted de una luminaria del cine que ha aparecido en casi un centenar de películas, hizo dinero a manos llenas, se retiró por decisión propia y no por carencia de oportunidades, y, tras unos diez años de ausencia, reaparece en roles que, sencillamente, se da el lujo de escoger? Probablemente, todo… incluso ésto :

“¿Satisfecho con mi carrera? No, qué va, hice demasiados filmes mediocres. Mire, ni siquiera puedo afirmar que he tenido una vida satisfactoria. Mi vida es un total fracaso porque a mí me hubiera gustado tener una familia, me refiero a vivir con una mujer. Conocí una a los 21 años, me casé, tuve un hijo, me divorcié, y desde 1968 no compartí una habitación con ninguna otra. No amé a ninguna otra”. El actor Omar Sharif despacha la frase con un manotazo en el aire, y la ha expresado sin rastro alguno de amargura. A sus 72 años prefiere dejar a un lado sus dotes de histrión para escoger los caminos de la franqueza: ya no hay nada que perder. La audiencia de unos siete periodistas se mueve hacia delante en sus asientos. Ahora sí se puede asegurar con todo el peso de las palabras: esta persona no luce nada común, no exuda nada corriente.

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Canoso en su totalidad, profunda la mirada de ojos negrísimos, delgado, elegante en sus maneras y directo en sus palabras, el actor no puede dejar de mover las manos para enfatizar cada una de sus aseveraciones (“Soy melodramático en todo lo que hago”, comentaría más adelante). Ya se sabe que no tiene una dama al lado, pero llega precedido de su fama de mujeriego irremediable y de jugador que se ha gastado una fortuna en casinos. “Nunca fui un apostador compulsivo en el sentido literal del término, sólo jugaba cuando me encontraba solo y no tenía algún amigo con quien comer. Nunca pensaría en ir a un casino si tengo alguien con quien cenar. De todas formas perdí mucho dinero, pero no porque eso constituyera una pasión. Del bridge sí era un apasionado, pero ya renuncié incluso a éso. No quiero ser, más nunca, esclavo de ninguna pasión “, le había declarado al diario británico Guardian News Service.

¿Y en cuanto a las mujeres? “Es cierto que tuve algunas aventuras, pero no tantas, muchas menos de las que se me atribuyen… Como en el caso del bridge, es muy malo no dar la talla como solía hacerlo antes, así que es preferible dejarlo. Y ¿cuál es el problema?”.

Probablemente, ninguno. Hoy vive solo en un hotel de París (“Si estás solo, es mejor vivir en un hotel. Primero, ellos hacen todo por ti, y si te fastidias, siempre puedes bajar al bar y tomarte un trago; tengo mi propio asiento en el bar, que nadie más puede usar”); buena parte del tiempo libre la dedica a leer, y lo puede hacer en varios idiomas pues habla seis (“Qué aburrido, pensarán muchos. Pero es que a veces me digo: ¡Odio el aire fresco! ¡Odio el oxígeno! Amo el humo de los pubs y el aire acondicionado”); y confiesa que cuando no está filmando se acuesta a las cinco de la mañana, se levanta al mediodía y sólo come en la tarde (“No puedo comer sin tomar vino, y no puedo tomar vino durante las horas del día”). Pero que nadie se llame a engaño, a pesar de tales excentricidades, Sharif también adora montar a caballo (es propietario de varios), e invierte parte de sus días en compartir con su hijo y sus nietos (“Los adoro”), quienes viven en Egipto. Asimismo, este hombre, al que muchos han calificado como “solitario y triste”, aclara que ha sido, por el contrario, feliz en todas las etapas de su existencia: “Sí, estoy viejo, pero me gusta ser viejo. Siempre he estado contento con cada edad que he tenido, y no me gustaría tener otra. Ahora prefiero tener 72 años en lugar de 71”. No obstante, para algunas cosas, admite, ya el tiempo se le ha agotado.

Todo tiempo pasado

¿De verdad cree que es demasiado tarde para rehacer su vida al lado de una mujer?

“Seguro que es muy tarde. A mí me parece excitante llamar por teléfono y decir: ¿Estás libre la semana que viene? Es que me he dado cuenta de cuánto aprecio mi vida, mi privacidad; antes simplemente la vivía y no me percataba de ello… El otro punto es dormir en la misma cama; hoy tener a alguien en mi habitación me molesta, que usen mi baño… no entiendo cómo alguna vez lo hice con mi esposa. Cuando pienso en todas estas cosas y vuelvo atrás me digo: eso fue amor. Ella se ponía crema en la cara, a mí no me importaba. Eso era amor”.

¿Excepto de su esposa, dice que nunca estuvo enamorado?

“No lo sé, el amor es algo que te permites o no; el amor no es algo que no se pueda prevenir. A veces, cuando estaba trabajando mucho, me concentraba en mi carrera y el amor lo dejaba de lado, porque sabía que cuando me sintiera realmente enamorado, habría necesitado estar ahí. Entonces si conocía a una chica de la que me podría enamorar, no la volvía a ver, porque si no la ves otra vez, está terminado, no es una cosa de un día. Después te conviertes en un comprador de soledad”.

¿Cómo le gustan las mujeres?

“No tengo exigencias, no me importa si son rubias, pelirrojas…

¿Hay algo que quiera hacer antes del fin de su vida, una película..?

“No, yo no pienso en esas cosas en absoluto. Lo que estoy haciendo para el fin de mi vida es tomar clases de griego antiguo, pero muy despacio, una hora a la semana. Y aunque muera antes de dominarlo, me habré ido aprendiendo algo que es hermoso. Cuando conozca el idioma voy a leer los textos originales de Homero en griego antiguo. Eso es lo que quisiera hacer antes de morir”.

¿Qué tiene de oriental y qué de occidental?

“En mis reacciones y emociones soy completamente oriental: soy melodramático en todo lo que hago; y soy culturalmente occidental: amo el teatro, me encanta leer la literatura de Occidente… pero mi corazón es totalmente oriental”.

¿Qué hacía cuando no estaba actuando?

“No hacía nada. Veía a mi hijo y mis nietos. Me involucré más en el tema de sus estudios, su educación, y estuve más tiempo con ellos. También iba a las carreras a ver mis caballos…”.

¿Cuántos tiene?

“Tengo como 18. No soy el único dueño, sólo de una parte de ellos”.

¿Cuál cree que es la mejor película que hizo?

“La mejor película que hice fue… La verdad, yo cuando veo un film en el que actúo no miro toda la pantalla, sólo veo lo que hago, sólo capto mis defectos, como por ejemplo, por qué hablé de tal manera, qué estúpido quedé en tal escena… Las personas que van al cine ven toda la pantalla, lo ven todo, los actores sólo se miran a ellos mismos”. (Risas).

¿Por qué cree que enamoró a tantas personas?

“Yo no enamoré a nadie, el Doctor Zhivago enamoró a las mujeres, y ellas me ponían en su lugar y pensaban que yo era él. Ellas aman al personaje y después trasladan el amor a uno”.

¿En su vida se arrepiente de algo?

“Jamás, arrepentirse para mí no existe, las cosas que hiciste cuando las hiciste, ya están hechas. Uno puede decir: eso no lo haría de nuevo, pero seguro que ya a nadie le interesa. Cambias y hay decisiones que con el tiempo no volverías a tomar, pero en su momento las tomaste, eras otra persona…”.

Cuando Omar Sharif abandona la sala, una periodista no puede reprimir su expresión: “¡Qué triste!”… ¿Triste? … De este lado se cambiaría el adjetivo por práctico y encantador. Unos minutos más tarde se le divisa en el bar del hotel compartiendo con un grupo de amigos. Se ríe, gesticula dando manotazos en el aire: es melodramático en todo lo que hace, y sí, ¿quién dijo que todos los finales felices son necesariamente al estilo de Hollywood?

 Referencias : El Universal, EFE, decine21 y testimonios generales.

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