Los fantasmas de Irak persiguen a Obama – Por Alfredo Jalife-Rahme
En vísperas de la cumbre del G-20 en San Petersburgo, Barack Obama juega con su legado histórico: diluye su vino bélico para dejar la decisión del punitivo bombardeo unilateral/»moral» en Siria en manos del Congreso.
La evaluación del gobierno Obama sobre el presunto uso de armas químicas por el gobierno sirio (La Casa Blanca) ha levantado muchas cejas locales, regionales y globales y empieza a ser demolida por lingüistas geopolíticos, como Virginia Tilley (Antiwar.com, 31/8/13).
Más allá de Siria, se desprende de la filípica de John Kerry y su acrobático juego de billar que el objetivo verdadero es Irán: «Este asunto va más allá de las fronteras de Siria. Es Irán, quien ha sido víctima de ataques de armas químicas y se sentirá envalentonado (sic), en ausencia de cualquier acción, a obtener armas nucleares».
Un anónimo (sic) funcionario del equipo Obama comentó que su gobierno no desea romper el equilibrio en la guerra civil de dos años en Siria, «donde los militares de Assad combaten a rebeldes que incluyen a muchos (sic) extremistas islámicos». No se trata de un «cambio de régimen», sino del tema de las armas químicas ( Military Times, 30/8/13). ¿Así se resuelve un tema tan delicado?
¿Qué tanto pesó el «factor Putin», que puede dar pie a una negociación con Obama sobre Siria, al margen de la cumbre del G-20?
El presidente ruso Vlady Putin llamó a Obama a «no dar una carta triunfadora (sic) a los rebeldes sirios antes de la presentación de las evidencias de la ONU». Incluso, Putin acusa a los rebeldes sirios de haber perpetrado la gasificación infantil para catalizar la intervención de Estados Unidos ( The Washington Times, 31/8/13). ¡Súper-uf!
Pese a que Rusia colocó dos barcos de guerra en la costa oriental del mar Mediterráneo, su canciller Serguei Lavrov afirmó que no responderá al bombardeo.
La tormentosa relación de Estados Unidos y Rusia no es lineal ni se circunscribe a Siria, y llama la atención que «en medio de las tensiones en torno a Siria», NORAD/NorthCom (conformado por Estados Unidos y Canadá) y una flotilla de aviones cazabombarderos modernos rusos SU-27 hayan conducido «pruebas militares» ( Russia Today, 30/8/13).
Los fantasmas de las mendacidades bushianas en Irak sobre las inexistentes «armas de destrucción masiva» reaparecen con vibrante intensidad reactiva 10 años después: las «opiniones públicas» de Estados Unidos y Gran Bretaña impugnan una nueva aventura en el Medio Oriente, mucho más después de su reciente caos en Libia, hoy en desintegración centrífuga.
Se tambalea el liderazgo regional y global de Obama. El gobierno de Canadá, tan expedito en acompañar a Estados Unidos en sus aventuras militares, imita la ruta del insólito rechazo del Parlamento de Gran Bretaña (cachetada mayúscula del aliado preferido), mientras el canciller del “México neoliberal itamita”, Antonio Meade, anterior secretario calderonista de Hacienda, se precipitó en forma grotesca en apoyar el castigo a Siria por Obama como «importante (sic) y urgente». El TLCAN sufre la deserción bélica de uno de sus socios: Canadá.
Tampoco el Pentágono está muy convencido del juego de billar de Kerry, carente de claridad estratégica ( Politico, 30/8/13).
Siria, con pletóricos yacimientos de gas en sus costas, constituye una encrucijada ( hub) para los proyectados gasoductos y oleoductos provenientes de Irak –primera reserva del mundo de petróleo «ligero»– y del Golfo Pérsico –en especial, de Qatar, tercera reserva mundial de gas, detrás de Rusia e Irán–, tan relevantes para el dependiente mercado europeo, lo cual quizá explique la postura dubitativa de Alemania.
Paul Salem, director del Carnegie Middle East Center en Beirut, refiere que «no necesariamente intervendrán directamente los iraníes, quienes han permanecido pasivos y han recogido las piezas en Irak y en Afganistán». Cierto: Irán se especializa en recoger los destrozos de Estados Unidos en el Medio Oriente.
Georgy Mirsky, profesor del Instituto de Economía Mundial y de Relaciones Internacionales de Moscú, aduce que «Rusia permanecerá tranquila», ya que «la situación es ventajosa para Moscú», cuando “estará más que feliz (sic) de ver a Estados Unidos iniciar una nueva guerra que no puede ganar ( Financial Times, 30/8/13)”.
Obama, en su inesperado ocaso prematuro, se ha encajonado y juega riesgosamente con su credibilidad.
Zbigniew Brzezinski –anterior consejero de Seguridad Nacional de Carter y cercano al presidente– comentó sarcásticamente a la televisión Deutsche Welle (27/8/13) que la estrategia de Obama en Siria «la tiene guardada en secreto» y aconseja ( Financial Times, 27/8/13) que «la acción de Estados Unidos debe ser parte de una estrategia que evite una explosión regional» cuya “violencia puede expandirse a la región del Cáucaso (¡supersic!) de Rusia (una víctima inevitable serían los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi, planeados por el presidente Vladimir Putin). El efecto dominó podría «engullir a Jordania, Líbano, Irak, Palestina e Israel, Turquía y Kurdistán, así como eventualmente atraer a Irán y a Estados Unidos».
Brzezinski no elimina la posibilidad, en el «peor escenario», de que «la crisis siria puede ser reminiscente de la inicialmente violencia trivial (sic) en los Balcanes hace un siglo» (nota: que desembocó en la Primera Guerra Mundial).
No existe claridad estratégica, al menos que se desee incendiar a todo el Medio Oriente con una «guerra de 30 años» mediante un «nuevo Afganistán» en Siria.
El bombardeo quirúrgico de Obama «hecho a la medida» está muy telegrafiado: 50 objetivos militares durante un máximo periodo de tres días. Todo esto es teoría pura y falta ver su aplicación en la práctica, que suele desmentir los grandes diseños.
El senador Rand Paul, del Tea Party, cita a Pat Buchanan –jefe de prensa del ex presidente Nixon–, quien afirma en forma perturbadora que los rebeldes sirios montaron el ataque químico (Infowars.com, 29/8/13).
Peor que bombardear a locas, Obama tiene la oportunidad dorada de transcender como estadista metahistórico para liderar la abolición de las armas químicas, hayan sido usadas por el gobierno sirio y/o por los rebeldes. Siria no firma la Convención de Prohibición de Armas Químicas (en vigor desde 1997) e Israel no la ratifica.
Estados Unidos ha permitido un apartheid teológico sobre las armas de destrucción masiva (atómicas, biológicas, químicas y radiológicas): consiente que Israel posea un máximo de 400 bombas nucleares ( Boletín de los Científicos Atómicos dixit) e impone a Irán la «línea roja» de un enriquecimiento de uranio hasta 20 por ciento (nota: para una bomba atómica es mayor a 90 por ciento).
El contradictorio cuan inconsistente Obama, premio Nobel de la Paz, se ha encajonado con su proyectada aventura militar, reminiscente del estropicio iraquí, sin la ONU. la OTAN, la arrepentida Liga Árabe ni la opinión pública local o global a su favor: acompañado distantemente en su soledad global por el «socialismo» francés y, en forma retóricamente cómica, por uno de sus dos socios del TLCAN.
Putin puede rescatar a Obama durante la cumbre del G-20 con un arreglo sobre Siria, extensivo a Irán, para que no repita el desastre bushiano en Irak.
Con información : Bajo la Lupa
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