El árabe, ¿idioma anquilosado? – Por Robert Fisk
He escuchado toda clase de razones para explicar el fracaso árabe-israelí en cumplir con la resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU: porque el texto en árabe ordena a Tel Aviv retirarse de “las tierras ocupadas por Israel en 1967” (que comprenden Cisjordania, Gaza y el Golán), en tanto el texto en inglés (conforme a la intención de Estados Unidos) deja fuera la palabra “las”. Por tanto, “tierras ocupadas” deja a los israelíes en libertad de decidir qué porciones de terreno desean devolver.
Pero la versión francesa también contiene el artículo definido les, así que no puede ser culpa de los árabes. O tal vez todo procede de que el lenguaje árabe hablado no es el mismo que el escrito. ¿Falta de claridad? Lo escucho todo el tiempo… de occidentales.
Puede que exista cierta imprecisión en la vida práctica. Recuerdo haber llegado al sur de Líbano durante una de las cinco invasiones israelíes y pregunté cuántos tanques israelíes había en el camino frente a nosotros. “Muchos”, fue la respuesta de los refugiados. ¿Cuántos? “Ktir”: muchos muchos. ¿10? “Na’am” (sí). ¿20? “Na’am” (sí de nuevo). Peligrosa falta de claridad en ese caso, cierto.
Hasan Karmi, el lexicógrafo palestino que murió hace seis años, cultivaba la teoría de que al aprender el árabe coloquial de niños, antes de avanzar hacia la forma escrita, mucho más precisa –y porque el lenguaje es tan esencial para el desarrollo del pensamiento–, “los árabes a menudo adolecen de falta de precisión en su manera de pensar”. Tal vez por eso los árabes no pudieron mantener su superioridad histórica en ciencia y pensamiento intelectual.
Porque mientras yo hago mis peroratas sobre la perniciosa influencia de los mensajes de texto SMS y de la jerga de Internet sobre nuestras lenguas romances, los árabes debaten el tema más controvertido de su idioma: que si bien debe ser adaptado a la edad moderna, sus lingüistas han producido diccionarios sólo para servir a los “recitadores de religión y para santificar a los difuntos”.
La cultura árabe, según el periodista y escritor Walid al-Kubaisi, nacido en Irak, está fundada en tres pilares: el nacionalismo árabe, el Islam y el idioma árabe. Si uno de estos pilares cede, la cultura se derrumba. La idea de que cambiar o “tocar” el idioma es una especie de profanación –puesto que el mensaje de Dios, el Corán, fue escrito en árabe– ha frenado cualquier modernización del lenguaje escrito. Pero a partir de la década de 1990 los kurdos han comenzado a perder interés por el árabe. Los cristianos árabes usan un diccionario que incorpora muchos términos médicos. Los coptos egipcios usan el idioma árabe egipcio en Internet.
El árabe literario, claro está, es escrito, no hablado. Sin embargo, Al-Kubaisi cree que sus colegas árabes pierden el tiempo al aprender sintaxis. “El análisis gramatical es en realidad el principal problema de nuestra lengua”, escribe. En los primeros días del Islam, los árabes cometían errores porque no existía una verdadera distinción entre el lenguaje que escribían y el que hablaban. En esos días se acusaba a los reformadores del lenguaje de ser orientalistas. El califa omeya Al-Walid dijo a sus ciudadanos que dejaran de preocuparse por la gramática cuando deseaba extender el árabe en las regiones de Irak y Siria, donde se hablaba latín y persa.
Los dialectos cerrarían la distancia entre el árabe escrito y el hablado. Al-Kubaisi, maestro de árabe en Noruega, señala que hace 50 años existían dos versiones del noruego, pero los dialectos se desarrollaron hasta formar una sola lengua. En cambio, en un diccionario árabe de 80 mil palabras, la mayoría no son usuales; por ejemplo, existen 600 términos para designar un camello.
El astrofísico Rim Turkmani, nacido en Siria y miembro del Colegio Imperial de Londres, cree que la ciencia árabe y musulmana tuvo profunda influencia en Occidente durante el Renacimiento. En el siglo XVII, científicos europeos daban incluso referencias escritas en árabe y persa. Tradujeron textos científicos árabes. Edmond Halley, el que dio nombre al cometa, tradujo dos libros árabes al inglés. El químico Robert Boyle estudió las obras de Jabir ibn Hayan.
Pero hoy día nadie se refiere a la deuda de Hailey o Boyle con los científicos árabes. Turkmani no dio ninguna razón de esto. Tal vez debemos revaluar nuestra deuda con los científicos árabes comprendiendo mejor nuestra historia. ¿Por qué desaparecieron los árabes de “nuestra” ciencia? ¿Porque no cerraron la distancia entre la palabra hablada y la escrita? ¿O porque los occidentales de pronto descubrimos el “orientalismo”, el sospechoso “otro” musulmán que aún domina nuestras vidas? “Y el verbo estaba con Dios”, nos dice la Biblia. Poca cosa.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
Fuente : La Jornada
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