El arte islámico llega al Louvre para romper prejuicios
La pinacoteca francesa ha abierto al público, tras ocho años de obras, las puertas de su octavo departamento: una nueva sala dedicada al arte islámico. Alberga 15.000 piezas de la colección y 3.400 préstamos permanentes del Museo de Artes Decorativas de Francia, que durante décadas dejó de exhibir gran cantidad de obras por no contar con las instalaciones adecuadas para ello. Entre esos préstamos hay ejemplos excepcionales de cómo la cultura árabe extendió su influencia artística a lo largo del mundo, desde España hasta la India.
La construcción, diseñada por los arquitectos Mario Bellini y Rudy Ricciotti, ha costado 100 millones de euros y cubre el patio Visconti con una estructura ondulada de cristal y aluminio que recuerda, en palabras de Ricciotti, a «un pañuelo de bolsillo».
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La estructura de triángulos traslúcidos permite que la luz exterior llegue tamizada a la sala superior de las dos con las que cuenta. Bellini define ese efecto como «la sensación mágica de un velo movido por el aire».
Tenemos unos prejuicios hacia el arte islámico, en parte por la tradición Las primeras piezas de arte islámico del Museo del Louvre procedían de la Colección Real. Se llamaba entonces Museo Central de las Artes y lo había bautizado el Gobierno Revolucionario cuando se inauguró en 1793, el mismo año que fue ejecutado el rey Luis XVI, poco después de la Revolución Francesa. Con la fascinación de Francia por la cultura árabe en el siglo XIX, impulsada por la incursión de los ejércitos napoleónicos en Egipto y Siria, las adquisiciones se incrementaron considerablemente.
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En 1893 ya había una «sección de arte musulmán» en el departamento de Artes Decorativas del museo, y a principios del siglo XX el Louvre era ya un centro de referencia de arte islámico en occidente. Ahora posee una de las más ricas y celebradas colecciones de arte islámico del mundo y una sala que, por primera vez, es capaz de mostrar ese privilegio.
En un planteamiento simplificado que permite al espectador disfrutar más de los detalles y conceptos artísticos que de la historia de las dinastías y las intrigas políticas y religiosas, la colección recién inaugurada atesora obras de sobrecogedora belleza técnica, como un recipiente de marfil tallado del año 968 procedente de Córdoba, la escultura medieval iraní que muestra la cabeza de un enigmático príncipe, delicadas piezas de cristal esmaltado de Siria y Egipto, alfombras del siglo XVI y elaboradas empuñaduras de dagas indias del siglo XVII.
El profesor Antonio E. Momplet, especialista en arte islámico e hispanomusulmán del departamento de Arte Medieval de Universidad Complutense de Madrid, califica la colección de «espléndida y espectacular», pues se trata de «una gran selección a través del tiempo de todos los ámbitos del islam».
Destaca una pieza labrada en Medina Azahara (Córdoba) en el siglo X, el bote del príncipe Al-Muguira, una pieza excepcional de marfil de profusa decoración («la mejor en su género») que nos recuerda que los musulmanes sí representaban figuras humanas y que Al-Ándalus fue centro del arte y la cultura del islam desde el siglo VIII hasta el XV.
«Tenemos un desconocimiento, unas barreras o prejuicios hacia el arte islámico, en parte por el idioma, que desconocemos, y en parte por la tradición y la herencia histórica, pues desde el siglo XVI se fomentó la intolerancia a lo no cristiano», explica el profesor. «Pero en el momento en el que se acerca uno a este arte, resulta espectacular», concluye.
Fuente : 20 Minutos
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