Egipto en crisis: la salida
Está comenzando a parecerse a las primeras etapas de un Estado fallido, incluso uno que lidia con una guerra civil. Egipto está en crisis.
Una parte tiene la ventaja de que han pasado tan sólo doce meses de una victoria electoral. Por lo tanto, reclama una legitimidad democrática continua, y utiliza un lenguaje peyorativo contra sus oponentes.
Mientras tanto, la otra parte está reaccionando a preocupaciones reales acerca de la política exterior, el fracaso económico, la intolerancia religiosa y un presunto abuso de autoridad democrática.
¿Existe alguna manera de reconciliar a ambas partes? ¿Hay esperanzas para Egipto? ¿No debería ser Egipto un líder mundial, en lugar de un Estado parroquial acosado por las facciones?
En primer lugar, la política exterior. Para su absoluta vergüenza, efectivamente, Egipto está vendiendo Palestina y se está dejando llevar por el sectarismo rudo, como se manifiesta en su comportamiento hacia Siria. De este modo, está renunciando a un liderazgo digno de estadista para el Oriente Medio y, en cambio, se ha convertido en un instrumento del sionismo.
El sionismo no es una política viable a largo plazo. Israel es una entidad racista empeñada en la expansión territorial y el genocidio progresivo de los palestinos. Nadie en Medio Oriente cree lo contrario, con la posible excepción de los regímenes árabes autocráticos, que han dado la espalda a la democracia. Por el momento, estos regímenes son capaces de reprimir a sus poblaciones porque los EE.UU. les permiten hacerlo, a cambio de su tácito o activo apoyo a Israel.
Sin embargo, cada vez más estadounidenses se están dando cuenta de que la política exterior de su país, secuestrada por Israel, a largo plazo, no es favorable a los EE.UU. Ellos se están percatando de que la autoridad moral de Washington se está disipando por día (y las revelaciones de espionaje en todo el mundo se suman a esa disipación), y de que cualquier forma mayor de desaceleración de las economías occidentales podría precipitar el colapso final del dólar estadounidense. Esto tendría enormes implicaciones en la capacidad de EE.UU. de mantener su presencia militar y sus guerras en todo el mundo.
Por otra parte, algún día, se dará a conocer la verdad sobre el 11S, con importantes implicaciones para la existencia de Israel y las relaciones de Egipto con EE.UU. Muchas personas se están dando cuenta de que los EE.UU. culpan a Al-Qaeda por el 11S, sin embargo, por el momento en Siria, ¡están armando a Al-Qaeda! La verdad sobre el 11S se está filtrando poco a poco…
Pero, en lugar de entender estas cosas, el presidente Mursi, para su eterna desgracia, ha echado su suerte, de manera efectiva, con los degolladores y corta-cabezas takfiríes. Al igual que Erdogan en Turquía, que ha enfurecido a la gente más inteligente de su nación, al promover una política exterior sectaria.
Sin embargo, la mayoría de los egipcios sabe que su verdadero destino es alejarse del sectarismo y oponerse a la expansión sionista y al autoritarismo. A este respecto, se les aconseja seguir el consejo de Irán.
En segundo lugar, el quid de la aparente división de Egipto en dos facciones en conflicto radica en la incapacidad de dar algún tipo de esperanza para lograr lo que la mayoría de los egipcios aspira, es decir, un país verdaderamente independiente, libre de la influencia y el control extranjeros.
En efecto, en el fondo, los egipcios se avergüenzan de que, después de su revolución, cuando las esperanzas eran muy altas, no han logrado crear una nación verdaderamente independiente.
Por un lado, están los que piensan que la introducción del Islam en la política necesariamente da lugar a la independencia. Por otro lado, hay quienes son muy conscientes de que Egipto está siendo atrapado y controlado por el capitalismo financiero occidental, en particular, como se demuestra en la decisión de aceptar un gran préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI).
La respuesta, para ambos lados, es el establecimiento de un banco nacional auténticamente independiente. Sí, esto significa que, como Siria e Irán, Egipto será objeto de las sospechas de Occidente o peor, ya que los bancos nacionales se encuentran en el núcleo de una verdadera independencia.
A Occidente no le gustan los países independientes ni los bancos nacionales, que son la fuente de la independencia de una nación. Estos bancos pueden crear sus propios préstamos, sin intereses, para sus Gobiernos. Con el tiempo, se puede eliminar la deuda nacional.
Por otra parte, un banco nacional puede hacer avanzar la expansión de la economía real para cada miembro de la sociedad. Esto se puede hacer sin inflación.
Asimismo, la pobreza y el aumento de los precios son quizás los principales factores en los problemas actuales. Ellos se pueden atenuar y, eventualmente, ponerles fin, si un país determina utilizar su propio banco nacional y no estar en deuda permanente con los financieros mundiales.
En tercer lugar, la religión. La religión genuina es tolerante. No se aceptan takfiríes y sionistas, que sólo sienten odio por los demás. Tanto unos como otros creen que son el pueblo elegido de Dios y, por tanto, cualquier otra persona puede ser eliminada.
Tampoco hay duda de que los egipcios pensaban que, en su deseo de encontrar algo que podría derrocar al régimen de Mubarak, todas las respuestas se encontrarían en un llamamiento al Islam. Los principios del Islam, que incluyen la justicia y la tolerancia hacia los demás, están bien.
Sin embargo, el Gobierno egipcio, alegando un mandato democrático, ha favorecido desafortunadamente a la Hermandad Musulmana, a expensas de otros grupos. Una política partidaria constrictiva no es una política inteligente a largo plazo.
Sobre todo, decepcionado por el fracaso actual, los egipcios tienen que alcanzar un sentido de la verdadera revolución. Esto sólo ocurrirá si:
1. La política exterior es claramente antisionista y opuesta a los Estados Unidos sionistas y sus agentes como el FMI;
2. se establece un banco nacional que emita de préstamos sin intereses;
3. los préstamos se utilizan para extender la economía real a todas las personas en la sociedad;
4. se practica verdaderamente el principio de tolerancia religiosa del Islam;
5. y se abstienen de una política constrictiva de partidos.
Si se cumplen todos estos puntos, el resultado será un gran paso de avance para el «despertar islámico».
Prof. Rodney Shakespeare
Con información de : Hispan TV
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