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La Nakba como fenómeno político y mediático – Pedro Brieger y Julieta Avalos

La Nakba como fenómeno político y mediático
La Nakba como fenómeno político y mediático

 

El objetivo del presente trabajo es desarrollar una aproximación a la evolución del concepto “Nakba”, término fundamental para los palestinos traducido como catástrofe o desastre. En 1948 la creación del Estado de Israel por disposición de la Organización  de Naciones Unidas (1) provocó la expulsión de más de medio millón de palestinos  de su propio territorio. Desde entonces, el escenario internacional respecto de la cuestión palestina se ha modificado y muy particularmente respecto del papel que juegan los medios de  comunicación occidentales en el mundo a través de la difusión de sus noticias para la instalación de temas, conceptos y preconceptos. Por este motivo analizaremos la evolución del concepto “Nakba” y el modo en que este concepto irrumpió en los ámbitos comunicacionales e historiográficos.


Introducción

 

En este trabajo se analizan aspectos del discurso que dan cuenta de intereses políticos creados en el conflicto palestino-israelí. La inclusión o exclusión de una palabra en el comercio discursivo cotidiano, político o mediático no esta librada al azar. Del mismo modo, la terminología utilizada por el vencedor no es la misma que la utilizada por el vencido. En el conflicto palestino-israelí el lenguaje contribuye a modelar y sostener el paradigma dominante. Es así que el Estado de Israel se presenta como la única democracia de Medio Oriente aunque es un Estado que hace más de cuarenta años que ocupa territorios de otros países que no le pertenecen según la legislación internacional. Por otra parte, en los territorios palestinos ocupados desde 1967 se ha creado una situación de Apartheid, según palabras utilizadas por la ex ministra de educación israelí, Shulamit Aloni (2) y se ha construido un muro de ocho metros de altura que rodea ciudades palestinas convirtiéndolas en verdaderos guetos, como ha sucedido con la ciudad de Belén. El Estado de Israel también implementa los “asesinatos selectivos” de dirigentes políticos sin previo juicio y mantuvo secuestrados a un tercio de los diputados del parlamento palestino elegido democráticamente en 2006.

Cada una de estas construcciones y otras similares pueden refutarse y deconstruirse pero exceden al presente trabajo. La difusión de la versión israelí de la historia ha negado el proceso de destrucción de la sociedad palestina existente antes de 1948. No obstante, la aparición del concepto de Nakba ha logrado romper el silencio de generaciones traumatizadas por las masacres y la expulsión de la población nativa que posibilitó la fundación del Estado de Israel en tierras palestinas. El silencio provocado por el trauma y la imposibilidad de nominar la magnitud de la Nakba adquirió la estructura de lo cotidiano en la primera generación. Sin embargo, la nominación verbal fue posible en las generaciones posteriores posibilitando el proceso de resignificación, simbolización y construcción discursiva contra hegemónica.

El hecho en sí mismo

 

La Nakba sucedió. La expulsión de la mayoría de los palestinos de su territorio de origen es innegable desde el punto de vista histórico-fáctico y está ampliamente documentada.

El primer ministro israelí David Ben Gurion estaba convencido que los palestinos no se irían voluntariamente, en una carta a su hijo escribió: “Debemos expulsar a los árabes y tomar  sus lugares” (3). Con una lógica similar Yosef Weitz -Director Departamental de Tierras del Fondo Nacional Judío (FNJ)- expresó “entre nosotros debe quedar claro que no hay espacio para ambos pueblos en este país”(4).

Según escribe el historiador Illán Pappé en su trabajo “El desafío del caso Tántura” “Para el 15 de mayo de 1948, el día en que se declaró el Estado Judío, 58 aldeas ya habían sido borradas de la faz de la tierra y quedaban seis” (5).

Desde ya que los palestinos no estaban preparados para abandonar su tierra y menos para ser expulsados de forma masiva.

La mayoría pensó que regresaría, por eso conservaron incluso las llaves de sus hogares, pero no pudo hacerlo (6). La expulsión comenzó antes del fin del Mandato Británico, pero desde junio de 1948 la destrucción de poblados árabes se implementó como política oficial. “El 5 de junio Weitz se reunión en Tel Aviv con Ben Gurion, ya como primer ministro, para presentarle un memorando titulado “Tranferencia Retrospectiva”. Allí se llamaba a evitar el retorno de los árabes a sus hogares destruyendo las aldeas árabes durante las operaciones militares; impedir el cultivo y la cosecha en las tierras árabes; asentar a judíos en los pueblos y las aldeas árabes; instituir legislación que prohibiera el retorno de los refugiados…”(7).

En 1997 el investigador Salman Abu Sitta –coordinador de Al Awda, la Coalición por los derechos palestinos por el retorno, afirmó que la Nakba no tiene correlación en la historia moderna donde “una minoría extranjera expulsa a la mayor parte de los habitantes de un país, ocupa su tierra, destruye sus puntos de referencia físicos y culturales en una campaña militar que es financiera y políticamente apoyada desde el extranjero” (8).

La evidencia proporcionada por los propios archivos del movimiento sionista demuestra una línea de pensamiento similar entre los diferentes dirigentes judíos que considera necesaria la expulsión de los palestinos. Por lo tanto, el daño producido a los palestinos no fue accidental ni propio de la contingencia de la guerra de 1948.

En los últimos años,producto de varios estudios historiográficos y su uso en los medios de comunicación el concepto de Nakba pasó a formar parte del conflicto palestino-israelí.

Los estudios sobre la Nakba palestina se han centrado en relatos orales que han contribuido a destruir el mito de la “huida de los árabes” y estos estudios se han multiplicado desde la década del 80´. Esto se debe a factores tales como la desclasificación de archivos y documentos de la guerra de 1948 por parte de Gran Bretaña e Israel, lo que favoreció el debate académico al respecto de lo acontecido en Palestina.

El trabajo de Rosemary Esber “Reescribir la historia de 1948: una revisión del nacimiento de la cuestión de los palestinos refugiados” publicado en 2004 describe la situación: “Las investigaciones de Nazzal y de Morris –dice- han sido los estudios más detallados y sistemáticos que trataron de explicar las causas del éxodo palestino de 1948. La obra de Morris excluye la perspectiva palestina, mientras que el trabajo de Nazzal excluye en gran medida la perspectiva sionista. Y ambos prestan poca atención al rol decisivo que tuvieron la política y el proceso de la evacuación británica palestina…” (9) pero los resultados de la evaluación de la documentación, ampliada por las historias orales de aquellos que vivieron la expulsión da cuenta que “el 94% de la población palestina fue desplazada (…) fue expulsada por la violencia y el ataque directo de las fuerzas sionistas” (10).

Debido a las visiones antagónicas respecto de la partición de Palestina también existen denominaciones diferentes sobre el período inmediatamente posterior. Es así que los israelíes se refieren a la “guerra de independencia” mientras que los palestinos caracterizan a dicho período como la época de la “Nakba”.

Para el historiador palestino Walid Khalidi: “La ofensiva sionista que causó el éxodo árabe fue una mezcla de guerra sicológica y terrorista” (11). Asimismo son relevantes los aportes de Fayyez Saregh quien presenta ante la ONU, en 1951, un estudio sobre los refugiados palestinos en donde afirma que los palestinos fueron sometidos a un desplazamiento forzado y violento avalado por las leyes que aplicó el Estado ocupante (12).

En este sentido la figura del refugiado palestino se fue instituyendo a medida que el tiempo pasaba y a los palestinos no se les permitía retornar a sus tierras para recuperar sus propiedades. La primera tendencia de muchos palestinos fue permanecer en tierras cercanas aguardando el momento para retornar, pero luego de décadas de exilio forzado muchos se dispersaron, algunos dentro de los límites del nuevo Estado de Israel y otros en el resto de los países que los recibieron. No obstante los vínculos familiares y de amistad entre los habitantes de las mismas aldeas o campamentos se hicieron fundamentales y posibilitaron la cohesión necesaria para mantener la identidad y fortalecer la memoria colectiva palestina en la que la Nakba como relato histórico-identitario adquiere un rol relevante.

En consecuencia, la fuerza de la memoria colectiva integró a posteriori el concepto de Nakba como parte de la simbología del discurso cotidiano y discurso político de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Esto fue así a pesar de la construcción historiográfica y discursiva israelí para invisibilizar el concepto de Nakba y sus efectos, la expulsión, el éxodo o la limpieza étnica.

Como señala Edward Said sucedió “A pesar de los años de noticias y de titulares, y a pesar de un extraordinario –aunque en última instancia infructuoso- esfuerzo de eliminar a los palestinos del panorama de sublime tranquilidad de Israel. Si no se les menciona, no existe.

Todavía después de cincuenta años de vivir el exilio palestino, me sigue sorprendiendo hasta dónde son capaces de llegar el Israel oficial y quienes lo apoyan para ahogar el hecho de que ha transcurrido medio siglo sin la restitución ni el reconocimiento por la parte israelí de los derechos de los palestinos. (…)

E incluso cuando se da una vaga y difusa conciencia de los hechos, como en el caso de la primera página del New York Times del 23 de abril, debida a Ethan Bronner, se habla de la Nakba palestina como de un acontecimiento semi-novelesco (por ejemplo, utilizando unas dudosas comillas en la palabra “catástrofe”) (13).


Notas

(1) Resolución de la Asamblea General, Comisión encargada de estudiar la cuestión palestina [en línea]
(2) Aloni, Shulamit: Yes, There is Apartheid in Israel [en línea]
(3) La cita es de Nur Masalha en Expulsión de los Palestinos. El concepto de <<Transferencia>> en el pensamiento político sionista 1882-1948, Editorial Canaán, Argentina, 2008, p. 71.
(4) Ídem, p. 130.
(5) Pappé, I: “El desafío del Caso Tántura” en Holy Land Sudies. Estudios de Tierra Santa. Nro. 2, Editorial Canaán, Buenos Aires, Agosto 2006, p 207.
(6) Brieger. P. Cien preguntas y respuestas al conflicto palestino-israelí. Capital Intelectual, Buenos Aires, Argentina, 2010, p. 46
(7) Masalha, op.cit., p184.
(8) International Conference addresses rights of Palestinian refugees , Experts Focus on 60-Year History of Palestine Refugee Problem, Its Numerous Aspect
(9) Esber, R. “Reescribir la historia de 1948: una revisión del nacimiento de los palestinos refugiados” en Holy Land Sudies Estudios de Tierra Santa, Nro. 3, Buenos Aires, Noviembre de 2006, p. 395.
(10) Idém, p.397.
(11) Khalidi. W. “¿Por qué se marcharon los palestinos?” Estudios Árabes, Nº 4, Octubre-Diciembre de 1982, p. 78.
(12) Nafez Abdullai- I Nazzal, The Zionist occupation of western Galilee, 1948
(13) Said, E. Crónicas Palestinas,Grijalbo, Barcelona, España, 2001, p. 179.


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