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El mito de una “tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra” – Roger Garaudy

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El mito de una “tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”

La Ley de Regreso es aplicada a favor de los judíos que quieran establecerse en Israel, no está dirigida contra ningún grupo o nacionalidad. No vemos en qué medida esta ley sería discriminatoria” 1.

Procuraremos ilustrar concretamente sobre la situación creada por esta ley al lector susceptible de ser confundido por esta lógica como mínimo audaz que viene a decir, según una célebre perogrullada, que todos los ciudadanos son iguales ante la ley pero unos más que otros. Para aquellos que no se benefician de esta ley está prevista una ley sobre la nacionalidad (5712 – 1952); concierne (artículo 3) “a todo individuo que,inmediatamente antes de la fundación del Estado de Israel, era un individuo palestino, y que no es israelí en virtud del artículo 2 (el concerniente a los judíos)”.




Aquellos a los que designa esta perífrasis (y que son considerados como “carentes de nacionalidad anteriormente”, es decir, como apátridas congénitos) deben probar – por medio de una prueba documental a menudo imposible porque los papeles desaparecieron durante la guerra y el terror que acompañaron a la instauración del Estado sionista – que habitaban esta tierra en aquella época. Sin esto queda, para llegar a ser ciudadano, la vía de la naturalización que exige, por ejemplo, “un cierto conocimiento de la lengua hebrea”.

Tras lo cual “si lo juzga de utilidad” el ministro del Interior accede (o no a otorgar la nacionalidad israelí. Resumiendo, en virtud de la ley israelí, un judío de la Patagonia se convierte en ciudadano israelí en el mismísimo momento en el que pisa el aeropuerto de Tel-Aviv; un palestino, nacido en Palestina, de padres palestinos, puede ser considerado como apátrida. No hay en ello, ninguna discriminación racial contra los palestinos,simplemente una medida a favor de los judíos.

Parece, pues, difícil contestar a la Resolución de la Asamblea General de la ONU del 10 de noviembre de 1975 (2) que definía al sionismo como “una forma de racismo y de discriminación racial”.

De hecho son una ínfima minoría los que se instalan en Israel para cumplir la promesa. La Ley de Regreso ha tenido poco fundamento. Afortunadamente eso es así ya que, en todos los países del mundo, los judíos han jugado un papel eminente en el campo de la cultura, de las ciencias y de las artes, y sería sumamente enojoso que el sionismo alcanzara el objetivo que se fijaron los antisemitas: arrancar a los judíos de sus respectivas patrias para encerrarlos en un guetto mundial.

El ejemplo de los judíos franceses es muy significativo, tras los acuerdos de Evián de 1962 y la liberación de Argelia, sobre un total de 130.000 judíos que dejaron Argelia, sólo 20.000 se fueron a Israel, mientras que 110.000 lo hicieron a Francia. Este movimiento no fue consecuencia de una persecución antisemita, ya que la proporción de colonos franceses no judíos que dejaron Argelia fue la misma. Esta marcha no tuvo su raíz en el antisemitismo, sino en el colonialismo francés anterior, y los judíos franceses de Argelia conocieron la misma suerte que los demás franceses de Argelia.

En resumen, la casi totalidad de los inmigrantes judíos de Israel vino huyendo de las persecuciones antisemitas. En 1880 había 25.000 judíos en Palestina por una población total de 500.000 habitantes. A partir de 1882 comenzaron las inmigraciones masivas como consecuencia de los pogromos de la Rusia zarista. De 1882 a 1917 llegaron por las mismas causas 50.000 judíos. Después vinieron, en el período de entreguerras, los emigrantes polacos y los magrebíes que también escapaban de la persecución. Pero la masa más importante de judíos vino de Alemania en razón del infame antisemitismo de Hitler; cerca de 400.000 judíos llegaron a Palestina antes de 1945.

En 1947, en vísperas de la creación del Estado de Israel, había 600.000 judíos en Palestina sobre una población total de 1.250.000 habitantes. Entonces comenzó el desarraigo metódico de los palestinos. Antes de la guerra de 1948 cerca de 650.000 árabes habitaban en los territorios que se iban a convertir en el estado de Israel. En 1949 no quedaban más que 160.000. En razón de una gran tasa natalidad sus descendientes eran 450.000 a finales de 1970. La Liga de los Derechos Humanos de Israel reveló de entre el 11 de junio de 1967 y el 15 de noviembre de 1969 más de 20.000 casas árabes fueron dinamitadas en Israel y en Cisjordania.

En el censo inglés del 31 de diciembre de 1922 había 757.000 habitantes en Palestina, de ellos 663.000 eran árabes (590.000 musulmanes y 73.000 cristianos) y 83.000 judíos; en porcentajes 88% de árabes y 11% de judíos. Conviene recordar que este supuesto desierto era exportador de cereales y de cítricos.

Ya en 1891 un pionero sionista, Asher Guinsberg, que escribía con el seudónimo de Ahad Ha’am – uno del pueblo -, aportó este testimonio al visitar Palestina: “En el exterior estamos habituados a creer que Eretz-Israel es hoy en día casi desértico, un desierto sin cultivos, y que cualquiera que desee adquirir terrenos puede venir aquí a procurarse tanto como desee. Nada más lejos de la realidad. En toda la extensión del país es difícil hallar campos no cultivados. Los únicos lugares no cultivados son los arenales y las montañas de piedra en las que no puede haber más que árboles frutales, y esto tras una dura faena de trabajo, limpieza y recuperación” 3.

En realidad, antes de los sionistas, los beduinos (de hecho cerealistas) exportaban 30.000 toneladas de trigo por año; la superficie de huertas árabes se triplicó entre 1921 y 1942, la de naranjos y otros cítricos se multiplicó por siete entre 1922 y 1947, la producción se multiplicó por diez entre 1922 y 1938.

Por no analizar más que el ejemplo de los cítricos, el Informe Peel, presentado ante el parlamento inglés por el Secretario de Estado para las colonia en julio de 1937, y que analizaba la rápida progresión de la exportación de naranjas desde Palestina, estima que sobre el total de treinta millones de cajas de naranjas de invierno en las cuales el consumo mundial se iba a acrecentar notablemente en los próximos diez años, los países productores y exportadores serían los siguientes: Palestina: 15 millones; EEUU: 7 millones; España: 5 millones; otros países (Chipre, Egipto, Argelia, etc.): 3 millones 4.

Según un estudio del Departamento de Estado americano remitido el 20 de marzo a una comisión del Congreso “más de doscientos mil israelíes están instalados en los territorios ocupados (Golán y Jerusalén Este incluidos). Constituyen, aproximadamente, el 13% de la población total de esos territorios. Cerca de 90.000 residen en las 150 implantaciones de Cisjordania “donde las autoridades israelíes disponen casi de la mitad de las tierras”.

“En Jerusalén Este, en los barrios árabes que dependen de la municipalidad”, prosigue el Departamento de Estado, “casi 120.000 israelíes están instalados en una docena de emplazamientos. En la franja de Gaza, en la que el estado hebreo ha confiscado el treinta por ciento de un territorio ya superpoblado, 3.000 israelíes residen en una quincena de establecimientos. En el Golán son 12.000 repartidos en una treintena de localidades” 5.

El periódico Yediot Aharonoth, el de mayor tirada en Israel, escribía: “Exceptuando los años setenta jamás ha habido semejante aceleración de la construcción el los territorios. Ariel Sharon (el ministro de alojamiento y construcción) se halla febrilmente ocupado en establecer nuevos enclaves, en desarrollar los que ya existen, en construir carreteras y en acondicionar nuevos terrenos para la construcción” 6.

Recordemos que Ariel Sharon fue el General al cargo de la invasión de Líbano que armó a las milicias falangistas que llevaron a cabo los pogromos de los campos palestinos de Sabra y Shatila. Sharon volvió la vista ante estas exacciones y fue cómplice de ellas tal y como reveló la comisión israelí encargada de investigar acerca de las masacres.

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El mantenimiento de estas colonias judías en los territorios ocupados y su protección por parte del ejército israelí así como el armamento de los colonos (al estilo de los aventureros del Oeste americano) convierte en ilusoria toda autonomía verdadera de los palestinos y en imposible la paz mientras subsista la ocupación. El principal esfuerzo de implantación colonial está centrado en Jerusalén, con el confesado objetivo de hacer irreversible la decisión de anexión de la totalidad de Jerusalén a pesar de que dicha medida haya sido condenada por las Naciones Unidas (¡EEUU incluidos!).




Las implantaciones coloniales en los territorios ocupados son una violación flagrante de las leyes internacionales, especialmente de la Convención de Ginebra del 12 de agosto de 1949 cuyo artículo 49 estipula: “La potencia ocupante no podrá proceder al traslado de una parte de su propia población civil al territorio ocupado por ella”.

Ni siquiera Hitler había violado esta ley internacional instalando, por ejemplo, a colonos civiles alemanes en tierras de las que hubieran sido expulsados los campesinos franceses.

El pretexto de la seguridad, como el del terrorismo de la Intifada, es irrisorio;las cifras son tremendamente elocuentes:

“1116 palestinos fueron asesinados tras el inicio de la Intifada (la revuelta de las piedras), el 9 de diciembre de 1987, a causa de los disparos del ejército, de la policía o de los colonos.626 lo fueron en 1988 y 1989, 134 en 1990, 93 en 1991, 108 en 1992 y 155 entre el 1 de enero y el 11 de septiembre de 1993.

Entre las víctimas figuran 233 niños menores de diecisiete años según informa un estudio llevado a cabo por Betselem, la asociación israelí de derechos del hombre.

Fuentes militares israelíes cifran en veinte mil el número de palestinos heridos por bala,y la Oficina de las Naciones Unidas para la Ayuda al Refugiado de Palestina (UNRWA) en ochenta mil

Treinta y tres soldados israelíes fueron asesinados desde el 9 de diciembre de 1987. Cuatro en 1988, cuatro en 1989, uno en 1990, dos en 1991, once en 1992 y once en 1993. Cuarenta civiles, la mayor parte de ellos colonos, fueron asesinados en los territorios ocupados según el ejército israelí.

Según las organizaciones humanitarias, quince mil palestinos estaban retenidos en 1993 en las prisiones de la administración penitenciaria y en los centros de detención del ejército. Doce palestinos murieron en las cárceles israelíes desde el inicio de la Intifada, algunos en circunstancias que todavía no han sido esclarecidas según asegura Betselem. Esta organización humanitaria señala también que al menos veinte mil detenidos son torturados cada año a lo largo de los interrogatorios en los centros de detención militar” 7.

Todas estas violaciones de la ley internacional se llevan a cabo por ésta es considerada papel mojado y, además, como dice el profesor Israel Shahak: “porque estas colonias, por su propia naturaleza, se inscriben en un sistema de expoliación, de discriminación y de apartheid” 8.

Y he aquí el testimonio del profesor Shahak sobre la idolatría que consiste en remplazar al Dios de Israel por el Estado de Israel: “Soy un judío que vive en Israel. Me considero a mí mismo un ciudadano respetuoso de las leyes. Cumplo mi período obligatorio en el ejército cada año a pesar de que tengo más de cuarenta años. ¡Pero me niego a estar consagrado al Estado de Israel o a cualquier otro Estado u organización! A lo que yo estoy unido es a mis ideales. Creo que es necesario decir la verdad y hacer todo lo posible para preservar la justicia y la igualdad de todos. A lo que estoy unido es a la lengua y la poesía hebreas, y me gusta pensar que respeto modestamente algunos de los valores de nuestros antiguos profetas. Pero ¿rendir culto al estado? ¡Me imagino la reacción de Amós o de Isaías si les hubieran pedido que rindieran culto al reino de Israel o al de Judea!

Los judíos creen y dicen tres veces al día que un judío debe estar consagrado única y exclusivamente a Dios: “Amarás a Yaveh tu Dios con todo tu corazón, toda tu alma y todo tu poder” 9.

Una pequeña minoría aún cree en ello, pero me parece que la mayoría de su pueblo a perdido a Dios y lo ha sustituido por un ídolo, exactamente como cuando adoró al becerro de oro en el desierto tras donar todo su oro para erigirle una estatua. El nombre de su moderno ídolo es Estado de Israel10.

Referencias:

1 – Claude Klein, director del Instituto de derecho comparado de la Universidad Hebraica de Jerusalén. Le caractère juif de l’Etat d’Israël, ed. Cujas, París, 1977, p. 35.
2 – Resolución 3379 – xxx.
3 – Ahad & Elig, Obras completas (en hebreo), Tel-Aviv, Devir. Publ. House, 8ª edición, p. 23.
4 – Informe Peel, capítulo 8, sección 19, p. 214.
5 – Le Monde, 18 de abril de 1993.
6 – Estos textos israelíes fueron reproducidos en Le Monde del 18 de abril de 1993.
7 – Le Monde del 12 de septiembre de 1993.
8 – Israel Shahak, Le racisme de l’Etat d’Israël, p. 263.
9 –  Deuteronomio VI, 5.
10– Ibidem, p. 93.

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