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La poesía en el Islam – 2º Parte

poesía
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«En esplendor el Oriente cruzó el Mar Mediterráneo. Si conoces las rimas de Calderón, tu debes conocer y amar a Hafiz».

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Nasir Josrou

Nasir Josrou al-Marvazí al-Qubadiyaní (1004-1088) se dedicó a la poesía y teología en su Persia natal, viajó hacia 1045 a La Meca, Palestina y Egipto. A su retorno al hogar, se vio obligado a exilarse en Badajshán (hoy Afganistán oriental), por ser adherente de la escuela shií de pensamiento. Es autor de un género llamado Safarnameh (poesía de viajes), un «Libro de la felicidad» (Sa’adat-nameh) y de composiciones filosóficas y teológicas como Raushana’i-nameh y Ÿami’ al-hikmatain (cfr. Henry Corbin: Etude préliminaire pour le Livre rèunissant les deux sagesses de Nasir-e Khosraw, Teherán, 1953). Su Safarnameh fue traducido al francés y editado por Charles Schefer, París, 1881.




Nizamí

Ilias Nizamuddín Abu Yusuf Ganÿaví (1140-1203), más conocido como Nizamí Ganÿaví, nacido en la ciudad santa de Qum, fue en poesía el el mayor exponente iraní del género narrativo del siglo XII. Escribió cinco poemas o masnavíes, ciclo conocido como «el Quinteto» (Jamseh en árabe), inspirados en la épica preislámica persa: Majzán ulAsrar (1179) o «Tesoro de los misterios», Josrou va Shirín (1180), sobre el rey sasánida Cosroes II y una princesa armenia, el popular Maÿnún ua Laila o «Laila y Maÿnún» (de la cual Dante se inspiró para su historia de “Paolo y Francesca”), Haft Peikar o «Las siete bellezas» (su obra maestra) y el Iskandar Nameh o «Libro de Alejandro» (Véase la traducción al inglés de H.W. Clarke:The Sikander Nama, Londres, 1881), acerca del estratega macedonio, considerado un profeta por el Sagrado Corán, en donde recibe el nombre de Dulqarnain (cfr. Sura 18, Aleyas 83 y 98).

Haft Peikar narra la historia de Bahram Gur y sus siete esposas, princesas de diversas regiones del mundo. Cada día de la semana Bahram visita a una de sus consortes, que le cuenta una historia. Cada una de las siete historias tiene un tono y unas connotaciones diferentes, e ilustra un determinado aspecto del destino humano. Sin embargo, Haft Peikar no es sólo una colección de cuentos: es una una obra de ingenio, y de gran riqueza simbólica. En palabras del especialista Rudolf Gelpke, Nizamí «crea la imagen artística de un orden cósmico global de complicada simbología, que puede encontrarse en muchas civilizaciones». Es evidente que la ópera Turandot, última partitura del célebre compositor italiano Giacomo Puccini (1858-1924), está inspirada en el cuento de la princesa rusa Turandujt.

Omar Jaiám

Guiazudín Abulfaz Omar Ibrahim al-Jaiamí (1048-1131), conocido en Occidente como Omar Jaiám (en árabe el epíteto al-jaiám significa “el fabricante de tiendas” e indicaría la profesión de su padre) nació en la ciudad de Nishabur, en Jorasán. Durante su juventud viajó por su provincia natal, y las vecinas ciudades de Balj (Afganistán y Samarkanda (Uzbekistán). Filósofo de la escuela de Avicena, fue además médico, astrónomo y matemático.

Su celebridad universal se debe a sus poesías denominadas en persa Rubaiat (cuartetas), percibidas como epicúreas, pero en realidad completamente consubstanciadas con el gnosticismo islámico. Las versiones de las Rubaiat (plural de rubai) dadas a conocer en occidente a partir de 1859 por el inglés Edward FitzGerald (1809-1883) y otros europeos y norteamericanos, son, en su mayor parte, apócrifas y adulteradas, expresando un sentido que Omar Jaiám jamás manifestó. Un ejemplo es el simbolismo del vino, acompañado de palabras como taberna, embriaguez, etc.

Los representantes musulmanes de la poesía del Irán como Jaiám, Sa’adi o Hafiz cuando en sus rimas se refieren a la embriaguez no aluden, como los occidentales pretenden o creen entender, a la borrachera del intoxicado por el alcohol sino al respeto y humildad de un alma piadosa, llena de amor a Dios, que liberándose de su ataraxia (imperturbabilidad, estado de indiferencia del hombre ante los problemas del mundo exterior), se pone en comunicación con la naturaleza y su Creador divino. El vino es un simbolismo místico en la poesía islámica por el cual se logra la embriaguez divina.

El sheij naqshbandí Abdel Ghani al-Nabulsí (1641-1731), polígrafo y místico de Palestina que vivió en Nablus y Damasco, que luchó por una teología y un sufismo reformados y fue un akbarí (seguidor de Ibn al-Arabi), dice: «El vino significa la bebida del amor divino que resulta de la contemplación de los rasgos de sus Bellos Nombres. Pues este amor engendra la embriaguez y el olvido completo de todo cuanto existe en el mundo» (cfr.Varios autores: Los escritores célebres, Gustavo Gili, Barcelona, 3 vols., 1966, Vol. I, pág. 208).

Para la atribulada concepción de los occidentales, atada al materialismo y al hedonismo, el gnosticismo poético de los musulmanes resulta por su profundo contenido espiritual una perspectiva muchas veces inimaginable (cfr. E.G. Browne: A literary history of Persia, 4 vols., Cambridge, 1951-1953; Arthur J. Arberry: Clasical Persian Literature, Londres, 1958).

En realidad, este pensador iraní brilló en su ámbito más como científico que por sus escritos de poesía. Omar Jaiám está considerado como uno de los sabios más grandes del Islam. Entre la docena de tratados científicos suyos que se conservan, destaca su Algebra, una obra maestra de la matemática medieval, en la que resolvió ecuaciones de segundo grado por medio de soluciones algebraicas y geométricas.

Invitado por el sultán selyúcida Ÿalaluddín Malik Sha (1055-1092), trabajó con los matemáticos del observatorio de Isfahán en la elaboración del calendario «Ÿalalí» (en honor del sultán). Este calendario solar se basó en unos fundamentos astronómicos más fiables que los del calendario gregoriano (ordenado por el Papa Gregorio XIII en 1582 para reemplazar al juliano del año 46 a.C.) y, según afirman los especialistas, presentaba tan sólo la desviación de un día ¡sobre 3.700 años! Véase Seyyed Hossein Nasr: Islamic Science. An Illustrated Study, World of Islam Festival Publishing Company Ltd., Kent, 1976, págs. 82 a 86, 96 y 143.





Attar

Fariduddín Muhammad Ibn Ibrahim Attar (1142-1225) fue un místico shií que escribía poesía y uno de los más trascendentes del Islam. Es escasa la información sobre «el perfumero» (attar en árabe), que pasó la mayor parte de su vida en Nishabur (Jorasán, Irán), y que murió durante las invasiones de los mongoles.

De los cien mil a doscientos mil versos que se le atribuyen, sólo han podido confirmarse como suyos los correspondientes a cuatro obras que por lo demás constituyen cuatro títulos fundamentales de la mística islámica.

El «Memorial de los santos» (en prosa) en árabe Tadhkirat al-Auliya’, en el cual se relata la experiencia mística de 72 sufíes, es una obra que pone al alcance del lector la significación profunda del misticismo islámico.

De entre sus grandes composiciones poéticas (maznawí), «El Coloquio de los Pájaros» (Mantiq al-taír) es la más universalmente conocida. En esta obra, se relata el viaje iniciático y alegórico de treinta pájaros (símbolo de los peregrinos). Conducidos por una abubilla —en el Sagrado Corán, esta ave es mensajera entre el Profeta Salomón y la reina de los saba (Sura 27, Aleyas 20 a 29)—, que, tras muchos peligros y abatimientos, los lleva hasta la presencia del pájaro fabuloso conocido como Simurg, el ave que representa a Dios. Al término del viaje, y después de atravesar siete valles —cuyos nombres son Búsqueda, Amor, Confianza, Conocimiento, Independencia, Unicidad divina, del Asombro, y de la Indigencia y de la Muerte—, los pájaros peregrinos descubren su Yo profundo.

Otras de sus obras, son «El libro divino» (Ilahí Nameh), donde demuestra en términos místicos la superioridad de lo espiritual sobre lo material a través de un diálogo entre un rey sabio y sus seis hijos, ávidos de poder y de riquezas, y «El libro de los secretos» (Asrar Nameh), un tratado sobre sufismo.

La obra de Attar, al igual que la de ar-Rumí, ha ejercido una influencia considerable en todo el mundo musulmán, sobre todo en Irán. Véase Fariduddín Attar: The Ilahi-Nama or Book of God, trad. J.A.Boyle, Manchester University Press, manchester, 1976; Muslim Saints and Mystics (Memorial of the Saints), trad. Arthur J. Arberry, Routledge, Londres, 1979; Le Livre des secrets (Asrar-Nama), trad. C. Tortel, París, 1985; El Coloquio de los Pájaros, Manuel Aguiar, Montevideo, 1994.

Rumí

Ÿalaluddín ar-Rumí (1207-1273) nació en la ciudad de Balj (Afganistán). Su padre, Bahauddín Ualad, fue un distinguido místico, escritor y maestro. Por la amenaza del acercamiento de los invasores mongoles, Bahauddín y su familia abandonaron su ciudad natal en 1218 trasladándose a Nishabur (Jorasán), donde encontraron a Fariduddín Attar, el cual regaló al joven Ÿalaluddín un libro de filosofía y lo encandeció en el amor a los estudios teológicos. Tras sendas estancias en Bagdad y Damasco, y luego de peregrinar a La Meca, Bahauddín y su familia llegaron a Anatolia, llamada Rum por los musulmanes (de ahí el nombre de ar-Rumí), por haber pertenecido a los bizantinos, herederos de los romanos o rumíes. Fue así que se instalaron en Konya (hoy Turquía) en 1228.

Hacia 1240, durante un viaje a Siria, Ÿalaluddín se encontró con el místico Ibn al-Arabi de Murcia (ver aparte). Un discípulo de este sabio andalusí, Sadruddín al-Qunauí, era colega y amigo de ar-Rumí en Konia. Pero el momento más decisivo en la vida de Yalaluddín ocurriría en 1244, cuando en la calle encontró a un piadoso sabio llamado Shamsuddín al-Tabrizí (de la ciudad de Tabriz, Irán), quien con su misticismo y generosidad influiría en ar-Rumí de tal modo que lo convertiría en uno de los más grandes místicos y poetas del Islam.

A partir de entonces, surgieron sus grandes obras: el «Diván de Shams», dedicado a su maestro Shamsuddín, el Maznaví con sus cuarenta y cinco mil coplas, compuesto bajo la influencia de otro sabio llamado Hesamuddín Çelebi, y una pequeña colección llamada Fihi ma fihi (“hay en ello lo que hay en ello”), donde expone sus ideas fundamentales sobre la filosofía y mística del Islam.

Ar-Rumí fundó en Konia la cofradía mística de los Mawlawiyya, de la que fue su sheij o maestro. Precisamente, del título que se le atribuyó en honor a sus méritos, Maulana (en árabe “nuestro maestro”), Mulaví en persa, Mevlana en turco, deriva el nombre de esta organización que luego fue conducida por su hijo Sultán Ualad, asimismo poeta místico.

Véase A. Reza Arasteh: Rumi, el persa, el sufi: Prefacio de Erich Fromm, Paidós Orientalia, Barcelona, 1985; Rumi: 150 cuentos sufíes. Extraídos del Mathnawi, Paidós Orientalia, Barcelona, 1996; Fihi-ma-fihi. El libro interior. Los secretos de Yalal al-Din, Paidós Orientalia, Barcelona, 1996; Djalal ud Din Rumi: Rubayats. Odas de la embriaguez divina, Obelisco, Barcelona, 1996; Shemsud-d-din El Eflaki: Los sufíes. Historia de la vida de Rumi. Selección de James Redhouse, Edaf, Madrid, 1997.

Sa’adi

Musharifuddín Ibn Muslih, llamado Sa’adi (1213-1283), nació en el seno de una familia de teólogos de Shiraz (Irán) y se formó como místico en la famosa madrasa Nizamiyya de Bagdad, donde conoció la obra de Suhrawardi (ver aparte). Después de realizar diversas peregrinaciones a La Meca, viajó a Asia central, India, el Cercano Oriente, Yemen, Etiopía y Marruecos. En Palestina fue prisionero de los cruzados.

Luego regresó a su nativa Shiraz e ingresó en una cofradía mística. Considerado como uno de los tres grandes poetas clásicos del Irán y como el precursor de Hafiz, llevó a su apogeo el arte del gazal, poesía afín a la casida.

En el Bustán (“El vergel fragante”), entreverado de anécdotas, reflexiona a lo largo de diez capítulos sobre la justicia, la equidad de los príncipes, el dominio de sí mismo, la meditación piadosa y el amor físico y místico. Su Gulistán (“La rosaleda”), escrita hacia 1258, es una obra extremadamente popular de la literatura persa en prosa, que sirvió de modelo a numerosos poetas persas, turcos e indios y que fue traducida en Europa en el siglo XVIII (cfr. Saadi: Gulistan. Le jardin des roses, Albin Michel, París, 1991). Otras de sus obras son Gazaliyat (“Líricas”) y Qusaid (“Casidas u Odas”), donde se lamenta de la caída de Bagdad y la opresión sufrida por los musulmanes luego de la invasión de los mongoles. Sa’adi tomó su apodo del nombre del atabeg (del turco: ata “padre”, y beg “señor”) local, Sa’ad Ibn Zenguí.

Hafiz

Muhammad Shamsuddín (1325-1389), apodado Hafiz o «memorizador», por ser de esos creyentes que conocen todo el Sagrado Corán de memoria, nació y murió en Shiraz, ciudad a la que cantó en sus versos. Hafiz es en lo relativo a poesía, el más popular del Irán. Su Diván (“antología poética”) continúa siendo aprendido, leído y citado por todos los hablantes del persa. Fue un sheij piadoso y condujo a la comunidad musulmana de Shiraz durante el reinado de la dinastía de los muzafáridas (1313-1393). Hafiz ha dicho: «Si algo acerté a realizar, débolo todo al Corán». Goethe no se equivocó cuando le rindió homenaje en su «Diván de Oriente y Occidente».





Ÿami

Maulana Nuruddín Abderrahmán Ibn Ahmad, llamado Ÿami (1414-1492), estuvo relacionado con la brillante corte timurí de Herat, y en particular con su soberano y mecenas Husain Baiqara que gobernó el Jorasán a partir de 1470. Ÿami también fue amigo del visir y poeta turcófono Mir Alí Sir Nawa’í. De su fecunda obra en poesía destacan el diccionario biográfico de los místicos titulado «Céfiros de la calma», tres divanes poéticos —poemas de la juventud, de la madurez y de la decadencia—, la alegoría de «Las siete estrellas de la Osa Mayor» (Haft Ourang), en la que sobresale la conocida «Lamentación por la muerte de Alejandro», y, sobre todo, el Baharistán (“Morada de la primavera”). Uno de sus poemas más representativos es el dedicado a cantar la historia de Yusuf y Zulaija, —es decir, José y la mujer de Putifar— inspirándose en el pasaje correspondiente del Sagrado Corán (Sura 12, Aleyas 21 a 34). Véase Abderrahmán al-Jami: Los hálitos de la intimidad. Nafahât al-huns,Olañeta, Palma de Mallorca, 1987.

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Por R.H Shamsuddin Elía (Prof. del Instituto Argentino de Cultura Islámica). Con Información de Islam Chile

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