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Árabes en Chile (3ºParte):La mirada de los inmigrantes

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La mirada de los inmigrantes

En Chile, los árabes encontraron un paisaje y condiciones climáticas similares a los de sus países de origen. Como dice Rebolledo 23, “el paisaje era, tal vez, una de las pocas semejanzas que los inmigrantes podían encontrar con su tierra natal”. Lo contrario afirma Eugenio Chahuán 24, quien explica que las analogías no se limitaban sólo a este ámbito: “La incorporación gradual, aunque generalmente rápida de los árabes al medio ambiente criollo sólo puede explicarse por las semejanzas de estilos de vida. El árabe que se establece en Chile no lo hace en calidad de emigrante exótico, sino que puede considerar su nuevo hogar como propio, ya que en nuestro país encontrará profundas raíces arábigas”. No hay que olvidar que los más de ochocientos años de presencia arábigomusulmana en la península Ibérica, dejaron un legado cultural de valor incalculable que también se reflejó en América Latina, dominada por la Corona Española. Otro factor de integración fue la religión, ya que la mayoría de los inmigrantes profesaba la religión cristiana, específicamente la religión Ortodoxa y, en menor medida, la Católica Romana 25. En algunos barrios de Santiago, especialmente aquellos que llegaron a ser identificados con habitantes de origen árabe, se erigieron tempranamente Iglesias Católicas Ortodoxas, lo que habla del tipo y el papel que cumple la religiosidad en los inmigrantes.

La existencia de una religión común es una variable muy importante para determinar si hubo o no un choque cultural entre los inmigrantes y la población local. Éste se produce cuando la distancia cultural entre los grupos en interacción es muy marcada, es decir, cuando no existe una comunión en los valores básicos de los grupos. De esta manera, al tener en común el elemento religioso, no se produjo un choque frontal entre chilenos y árabes, pues compartían los mismos valores fundamentales. La integración se ha producido a tal punto, que la proporción de árabes que aún profesa la religión Ortodoxa y la Católica Romana, ha cambiado. Según la Encuesta EPOA 2001, un 69% de los consultados declaró ser católico y sólo un 14% ortodoxo. En el caso de los académicos, llama la atención que un 24% declaró no tener religión, lo que seguramente significa que no practica, no cree o no se siente representado por la institución religiosa.

También resulta interesante destacar que el 6% de los estudiantes afirmó tener otra religión, sin especificar cuál. En cuanto a los empresarios, éstos muestran la mayor proporción de ortodoxos, con un 22%. Donde se aprecia una distancia mayor entre los inmigrantes y la sociedad receptora, es en el ámbito de las instituciones políticas y económicas, debido a que en el país de origen la aldea constituía la base de la vida en comunidad. El desafío para los árabes fue tratar de conciliar sus tradiciones con las nuevas normas de conducta que les permitiese una interacción con la población local. Para poder integrarse a la nueva sociedad, los árabes necesitaron de instancias de resocialización y acomodación. Según Daher 26, “el sujeto debe aprender y adquirir nuevas pautas culturales, que suceden cuando el inmigrante no hace suyos los nuevos rasgos culturales y, sin embargo, se integra laboralmente a la sociedad receptora. En este caso, se habla de acomodación. Una persona o un grupo de individuos provenientes de otra cultura pueden vivir junto a los miembros de la sociedad receptora, pero conservando entre ellos relaciones de externalidad, vale decir, sus interrelaciones estarán regidas más por normas y leyes que por contactos íntimos”.

Las redes familiares fueron fundamentales en este proceso de integración. Una vez que llegaban a Chile, los inmigrantes eran recibidos por parientes que ya llevaban un tiempo instalados e incluso, a veces eran acogidos por compatriotas que los apoyaban por el sólo hecho de tener un origen común. Los que llevaban más tiempo en el país orientaban a los recién llegados sobre la cultura, idioma e idiosincrasia de la gente local. Así lo cuenta Antonia Rebolledo 27, haciendo referencia a una entrevista: “Conocieron a un compatriota llamado Ibchara Barcuch (…) oriundo de Beit-Yala y sabía suficiente español como para hacerse entender. Hizo que sus compatriotas aprendieran un reducido, aunque imprescindible vocabulario para entenderse con la gente, haciéndoles repetir una y otra vez. Asimismo les habló de las costumbres de los habitantes, de su modo de vida y de la mejor forma en que debían tratarlos y entenderse con ellos”.

Recién llegados, un objetivo fundamental para los inmigrantes era conseguir trabajo, pues necesitaban recursos. “Lo ganado era, casi en su integridad, ahorrado a fin de llegar a concretar sus sueños: Establecerse, enviar a buscar a la familia o retornar a su patria enriquecidos. Sus gastos eran escasos: Arriendo y comida. Ni pensar en comprar ropa y otros prescindibles” 28.

La posición central que tenía el trabajo al interior de la comunidad árabe contribuyó al proceso de integración, ya que su interacción con el medio se sometía a la regulación normativa de la sociedad receptora. Como necesitaban subsistir, debieron internalizar sus pautas de conducta, haciendo al mismo tiempo un intento por conservar su forma de vida. Por otra parte, para las mujeres árabes fue mucho más difícil integrarse a la sociedad receptora. Esto, por su rol de mantener las tradiciones y también, como no participaban en el mundo del trabajo, les costaba más aprender el idioma. Considerando que además contraían matrimonio con hombres de su mismo origen, adaptarse a su nuevo medio no fue nada fácil para ellas. De hecho, según la EPOA 2001, para el 60% de las empresarias aún es importante tener un cónyuge de origen árabe, lo que revela que para una buena parte de las mujeres todavía es importante compartir ciertos patrones culturales con su pareja y fundar una familia cimentada en esos valores.

El rol del matrimonio

A pesar de la dispersión territorial, y a que la gran mayoría de los inmigrantes correspondía a hombres jóvenes y solteros, la celebración de matrimonios exogámicos entre chilenos e inmigrantes, fue relativamente baja en un comienzo: Entre 1910 y 1919, sólo en el 11,6% de los casos uno de los cónyuges era de origen árabe. En la década siguiente, entre 1920 y 1929, este fenómeno aumentó, pero sólo a un 16,3% 29.

El comportamiento con respecto a los tipos de matrimonios de las minorías étnicas, constituye una variable fundamental para indicar los procesos de integración y asimilación de éstas a la sociedad receptora 30. En este caso, la paradoja del emigrante árabe radicó en que, aún teniendo el anhelo y la voluntad de asentarse en un país distinto, persistió el deseo de conservar las tradiciones. Esto revela la dificultad de las personas para abandonar repentinamente sus profundas raíces históricas.Lo anterior aún persiste en la actualidad. Según la Encuesta EPOA 2001, el 62% de los palestinos, quienes son la amplia mayoría, tiene ambos padres palestinos. En el caso de los sirios, el porcentaje de las personas en que sus progenitores comparten el mismo origen baja a un 50%.

Por otra parte, la exogamia también parece tener relación con el tipo de actividades. La comparación entre los grupos de empresarios, académicos y estudiantes, es relevante para comprender las diferencias generacionales y de actividad en los tipos de matrimonio. En los empresarios, sólo el 14% tiene a uno de sus padres cuyo origen no es árabe; en los académicos esta cifra aumenta a un 47%. En los estudiantes universitarios este porcentaje alcanza un relevante 72%, mostrando que el mestizaje aumenta notoriamente en la medida que pasan las generaciones, si bien también se aprecia que la actividad empresarial, ciertamente más endógena por factores económicos, hace que se preserve en mayor medida los matrimonios entre personas del mismo origen.

En los años de mayor afluencia árabe al país existió una alta preferencia por matrimonios endogámicos, es decir, cuando ambos cónyuges son de origen árabe. Cerca de un 90% de los hombres solteros llegados a Chile contrajo nupcias con una mujer del mismo origen. En la elección y aprobación de la futura esposa intervenía la opinión de todos los parientes congregados en los consejos de familia, donde se reunía a todos los familiares que residiera en Chile.

Bajo esta lógica, la conformación de la familia árabe aseguró la transmisión de hábitos y costumbres, y la conservación de la identidad árabe y su estilo de vida. “En sus primeros tiempos, el árabe tendió a casarse dentro de la misma colectividad, ya que por diversas circunstancias no se relacionaba con chilenos: Poco dominio del idioma, desconfianza mutua y, tal vez, lo más importante, porque no concebía la idea de casarse con alguien que no fuese de su patria, más aún, de su aldea, y cuya familia no se conociese (…). En los consejos de familia se proponían al joven las probables candidatas. En el caso de no aceptar ninguna, los medios para encontrarlas no eran muchos… Uno de ellos consistía en asistir a las actividades de la comunidad árabe, donde concurrían los muchachos y muchachas casaderos. Una costumbre propagada en toda América era aquella en que los jóvenes en edad de merecer iban a los puertos cuando recalaban barcos que traían familias árabes. Entre la prole, se podía encontrar a la futura compañera. Cuando ninguna de estas vías daba resultado, aún quedaba la posibilidad de viajar al lugar de origen, en busca de una esposa”31.

Los primeros inmigrantes experimentaron un fuerte choque cultural al percibir una nueva relación entre los sexos. Si bien los hombres y las mujeres chilenas mantenían relaciones desiguales de poder al interior de la relación de pareja, los inmigrantes percibieron a las mujeres de los sectores marginales como muy diferentes respecto del comportamiento de sus pares árabes. La desconfianza experimentada por el árabe frente a las chilenas se debía a que, en dichos sectores, se observaba una mayor “liberalidad” de las mujeres y un comportamiento marital muy ajeno al que estaban acostumbrados 32.

En todo caso, lo anterior no impidió la celebración de matrimonios mixtos. Las diferencias religiosas no constituían necesariamente un impedimento para casarse, pues al igual que en el resto de los países latinoamericanos, los chilenos profesan mayoritariamente la religión Católica Romana. Así, ambos tenían en común la fe cristiana, existiendo la congruencia de los valores primordiales en la familia 33.

Según la información que arroja la Guía de la Colonia Árabe de 1941, entre 1910 y 1969 se aprecia un gradual aumento relativo de los matrimonios mixtos. En la época de mayor afluencia, que abarca los años 1910 a 1919, éstos constituyen un 12% del total de matrimonios. En cambio, en el período comprendido entre 1960 y 1969, se celebra un 53% de matrimonios mixtos, aspecto que indica una progresiva integración social de los árabes a la sociedad receptora.

En un principio, sólo un reducido número “desafiaba a sus paisanos, transgrediendo la norma tácita, pero rigurosa, de no casarse con una persona ajena a la comunidad árabe” 34. Pero con el cese de la inmigración masiva en la década de los cuarenta, las personas en edad de casarse, (muchas de ellas ya descendientes de la primera generación), comenzaron a contraer matrimonio con no árabes. Esto supone una aceptación creciente de la forma de vida de las personas que integran la sociedad chilena y al mismo tiempo, la idea del retorno comienza a esfumarse.

Así se inicia un proceso de creciente aceptación mutua, debido especialmente a las pautas de comportamiento adquiridas y asimiladas por el grupo de inmigrantes. Esto queda demostrado en la EPOA 2001, donde el 56% de los empresarios y académicos considera que no es importante tener hijos casados con cónyuges de origen árabe. En cuanto a los estudiantes, el porcentaje aumenta a un 87%.

Por  Lorenzo Agar y Nicole Saffie *.
Con información de Revista Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos Sección Árabe – Islam -Vol. 54, año 2005 -Universidad de Granada
* Lorenzo Agar es chileno, de origen paterno sirio, sociólogo, profesor de la Universidad de Chile. Nicole Saffie es chilena, de origen paterno palestino, periodista de la Pontificia Universidad Católica de Chile.


Árabes en Chile (5º Parte): comerciantes por esencia
Árabes en Chile (4º Parte): Integración y pérdida de identidad
Árabes en Chile (2º Parte): El proceso migratorio
Árabes en Chile (1º Parte): Antecedentes históricos

Notas:

23 A. REBOLLEDO. 1994. Op. Cit., pp. 121.
24 E. CHAHUÁN. Presencia árabe en Chile. En “Revista chilena de humanidades”, nº 4, Facultad de Filosofía, Humanidades y Educación, Universidad de Chile. Santiago: AlfaBeita Impresores, 1983, pp. 41-42.
25 Muchos inmigrantes y descendientes palestinos de confesión ortodoxa, se convirtieron al catolicismo para poder casarse con mujeres chilenas, y así integrarse mejor a la vida familiar y religiosa nacional. Según una encuesta realizada en el año 2001 por Daniela Lahsen, a 306 familia chilenas-palestinas originarias de Beit-Yala, Palestina, un 72% de los inmigrantes eran ortodoxos y un 28% católicos apostólicos romanos. Sin embargo, ya en la segunda generación de nacidos en Chile esta relación se invierte, siendo actualmente un 70% católicos romanos y un 30% ortodoxos.
26 M. T. DAHER. Op. Cit. pp. 28-29.
27 A. REBOLLEDO. 1994. Op. Cit. pp. 137-138.
28 M. OLGUÍN y P. PEÑA. Op. Cit. pp. 93.
29 M. ZEDÁN. Op. Cit. pp. 6.
30 Ibid.
31 M. OLGUÍN y P. PEÑA. Op. Cit. pp. 100-101.
32 M. OLGUÍN y P. PEÑA. Op. Cit. pp. 100.
33 Ibid. pp. 101.
34 A. REBOLLEDO. 1994. Op. Cit. pp. 131.


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