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Cuando el Holocausto es puro cuento …

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Todos los que han escrito sobre  El Holocausto  están de acuerdo en que fue único. Pocos, si es que hay alguno, están de acuerdo en por qué. Cada vez que se refuta empíricamente un argumento en favor de la unicidad del Holocausto, se esgrime un nuevo argumento que reemplaza al anterior.

El resultado, según Jean-Michel Chaumont, son múltiples y contradictorios argumentos que se anulan entre si: “No se acumula el conocimiento. Más bien, para mejorar el argumento anterior, cada argumento nuevo parte otra vez desde cero.” [1]

Puesto de otra manera: la unicidad es un axioma en el esquema del Holocausto; el demostrarlo constituye la tarea a realizar, y probar lo contrario es equivalente a negar El Holocausto. Quizás el problema esté en la premisa y no en la demostración. Aún si El Holocausto fuese único,¿qué diferencia habría? ¿Cómo cambiaría nuestra comprensión del mismo si el holocausto nazi no fuese el primero sino el cuarto o quinto en una serie de catástrofes comparables? Sólo un muy pequeño salto separa el alegato de la unicidad del Holocausto de aquél otro alegato que afirma que el Holocausto no puede ser racionalmente aprehendido.





Si El Holocausto no tiene precedentes en la historia, tiene que estar por encima de la historia y, por lo tanto, no puede ser comprendido por la historia. Más aún, El Holocausto sería único porque es inexplicable y sería inexplicable porque es único. Definido por Novick como la “sacralización del Holocausto”, el proveedor más experto a esta mistificación es Elie Wiesel. Para Wiesel, como acertadamente observa Novick,El Holocausto es efectivamente una religión del “misterio”. Consecuentemente Wiesel entona que El Holocausto “conduce a la oscuridad”, “niega todas las respuestas”, “se ubica fuera y acaso más allá de la historia”, “desafía tanto en conocimiento como a la descripción”, “no puede ser explicado ni visualizado”, no será “nunca comprendido ni transmitido”, marca una “destrucción de la historia” y una “mutación a escala cósmica”. Sólo el sacerdote-sobreviviente (léase: sólo Wiesel) está calificado para develar su misterio. Y, así y todo, Wiesel asevera que el misterio de El Holocausto es “incomunicable”; “no podemos ni hablar de él”. Consecuentemente, por su honorario habitual de U$S 25.000 (más chofer y limusina), Wiesel nos dará una conferencia sobre que el “secreto” de “la verdad” de Auschwitz “reside en el silencio”.[2]

Según esta visión, la comprensión racional del Holocausto equivale a su negación. Porque la racionalidad le niega al Holocausto su unicidad y su misterio. Y el comparar al Holocausto con el sufrimiento de otros constituye, según Wiesel, “una traición total a la historia judía”.[3]

Hace algunos años atrás, la parodia de una publicación neoyorquina tenía el siguiente titular: “Michael Jackson, 60 Millones de Otros, Mueren en Holocausto Nuclear”, La página de las cartas de lectores contenía una airada protesta de Wiesel: “¿Cómo se atreven algunas personas a referirse a lo que sucedió ayer como un Holocausto? Hubo un sólo Holocausto. . . “

En sus nuevas memorias, demostrando que la vida también puede imitar a la parodia, Wiesel amonestó a Shimon Peres por hablar “sin hesitar de »los dos holocaustos« del Siglo XX: Auschwitz y Hiroshima. No debería haberlo hecho.” [4]

Una muletilla favorita del argumento de Wiesel es que “la universalidad del Holocausto reside en su unicidad”. [5]

Pero, si es incomparable e incomprensiblemente único, ¿cómo puede El Holocausto tener una dimensión universal?El debate sobre la unicidad del Holocausto es estéril. Más aún, los alegatos acerca de la unicidad del Holocausto han venido a constituir una forma de “terrorismo intelectual” (Chaumont). Aquellos que empleen las prácticas de comparación normales en una investigación académica se verán forzados a incluir mil y un advertencias aclaratorias para rechazar la acusación es estar “trivializando El Holocausto”. [6]

Al alegato de la unicidad del Holocausto se le agrega la afirmación complementaria deque fue singularmente maléfico. Por más terrible que haya sido el sufrimiento de otros, simplemente no es comparable. Los que proponen la unicidad del Holocausto por lo general rechazan este alcance, pero las protestas no son sinceras. [7]

Los alegatos por la unicidad del Holocausto son intelectualmente estériles y moralmente vergonzosas, pero no obstante persisten. La pregunta es: ¿por qué? En primer lugar, un sufrimiento único confiere derechos únicos. El mal singular del Holocausto, según Jacob Neusner, no sólo coloca a los judíos en un lugar aparte de los otros sino que también le otorga a los judíos una “demanda sobre esos otros”.

Para Edward Alexander, la unicidad del Holocausto es “capital moral”. Los judíos deben “exigir derechos soberanos” sobre esta “valiosa propiedad”. [8]

En efecto, la unicidad del Holocausto – esta “demanda” contra otros, este “capital moral” – le sirve de principal excusa a Israel. “La singularidad del sufrimiento judío”, sugiere el historiador Peter Baldwin, “aumenta las demandas morales y emocionales que Israel puede presentar . . . a otras naciones.” [9]

Así, de acuerdo a Nathan Glazer, El Holocausto, que subrayó la “peculiar diferenciación de los judíos” le otorgó a los judíos “el derecho a considerarse especialmente amenazados y especialmente merecedores de cualquier esfuerzo que les fuese necesario para sobrevivir.” (el énfasis es del original) [10]

Tan sólo para citar un ejemplo típico: toda noticia sobre la decisión israelí de desarrollar armas nucleares evoca el espectro del Holocausto. Como si de otra forma Israel no se hubiese convertido en potencia nuclear.Y hay, además, otro factor. El alegato de la singularidad del Holocausto es un alegato por la singularidad judía. Lo que hizo único al Holocausto no fue el sufrimiento de los judíos sino el hecho de que los judíos sufrieron. O sea: el Holocausto es especial porque los judíos son especiales. Así, Ismar Schorsch, secretario del Seminario Teológico Judío, ridiculiza el alegato de la unicidad del Holocausto diciendo que es “una versión secular de mal gusto del concepto de pueblo elegido”. [11]

Así como es vehemente en cuanto a la unicidad del Holocausto, Elie Wiesel es no menos vehemente afirmando que los judíos son únicos. “Todo acerca de nosotros es diferente”. Los judíos son “ontológicamente” excepcionales. [12]





Marcando la culminación del milenario odio de los gentiles hacia los judíos, El Holocausto confirmó no sólo la singularidad del sufrimiento de judíos sino también la singularidad judía.

Durante la Segunda Guerra Mundial y en sus postrimerías, informa Novick, “difícilmente alguien dentro del gobierno (de los EE.UU.) – y difícilmente alguien fuera de él, sea judío o gentil – hubiera comprendido la expresión »abandono de los judíos«.” El cambio se produjo después de Junio de 1967. “El silencio del mundo”, “la indiferencia del mundo”, “el abandono de los judíos”; estos temas se convirtieron en una constante del “discurso sobre El Holocausto” [13]

Apropiándose de un principio sionista, el esquema del Holocausto presentó la Solución Final de Hitler como la culminación del milenario odio a los judíos. Los judíos perecieron porque todos los gentiles, fuesen perpetradores o colaboradores pasivos,querían verlos muertos. De acuerdo con Wiesel, “El mundo libre y »civilizado« “entregó los judíos “al verdugo. Hubo matadores – los asesinos – y hubo quienes permanecieron en silencio”.[14]

No existen pruebas históricas de un impulso asesino gentil. El tremendo esfuerzo de Daniel Goldhagen en demostrar una variante de esta acusación en Hitler’s Willing Executioners apenas si escapa a lo cómico. [15]

Su utilidad política, sin embargo, es considerable. De paso, se puede observar que la teoría del “eterno antisemitismo” reconforta, de hecho, al antisemita. Tal como lo señala Arendt en The Origins of Totalitarianism (Los Orígenes del Totalitarismo) “que esta doctrina fuese adoptada por los antisemitas profesionales es algo que va de suyo; les da la mejor excusa posible para todos los horrores. Si es cierto que la humanidad ha insistido en asesinar judíos por más de dos mil años, entonces el matar judíos es una actividad normal, incluso humana, y el odio al judío está justificado más allá de la necesidad de argumentos. El aspecto más sorprendente de esta explicación es que haya sido adoptada por una gran cantidad de historiadores imparciales y por un número todavía mayor de judíos.” [16]

El dogma del eterno odio gentil incorporado al Holocausto ha servido tanto para justificar la necesidad de un Estado judío como para explicar la hostilidad hacia Israel.

El Estado judío es la única salvaguarda contra el próximo (inevitable) estallido de antisemitismo homicida. Recíprocamente, el antisemitismo homicida está detrás de todo ataque y hasta de toda maniobra defensiva contra el Estado judío. Para explicar la crítica a Israel, la escritora Cynthia Chick tenía una respuesta rápida: “El mundo quiere eliminar a los judíos . . . el mundo siempre ha querido eliminar a los judíos”.[17]

Si todo el mundo quiere ver a los judíos muertos, realmente el milagro es que todavía estén vivos y – a diferencia de gran parte de la humanidad – no exactamente muriéndose de hambre. Este dogma también le ha conferido un permiso absoluto a Israel: puesto que los gentiles están siempre intentando asesinar judíos, los judíos tienen el derecho a protegerse de cualquier modo que lo consideren adecuado. Cualquier método al que puedan llegar a recurrir los judíos, incluso agresión y tortura, constituye legítima defensa propia. Deplorando la “lección del Holocausto” sobre el eterno odio gentil, Boas Evron observa que “realmente equivale a un cultivo deliberado de la paranoia. . . Esta mentalidad . . . indulta por adelantado cualquier trato inhumano a los no-judíos puesto que la mitología imperante es que »todos los pueblos colaboraron con los nazis en la destrucción de la judería«, por lo cual todo le está permitido a los judíos en su relación con los demás pueblos.” [18]

Al conferir una inmunidad total a los judíos, el dogma del Holocausto inmuniza a Israel y a la judería norteamericana de todo reproche legítimo. La hostilidad árabe, la hostilidad afroamericana: “fundamentalmente no son una respuesta a ninguna evaluación objetiva de la actividad judía” (Goldhagen [19] ).

Considérese lo que dice Wiesel sobre la persecución a los judíos: “Por dos mil años . . . siempre estuvimos amenazados . . .¿Por qué? Por ninguna razón.” Sobre la hostilidad árabe hacia Israel: “Porque somos quienes somos y por lo que representa nuestro hogar nacional Israel – el corazón de nuestras vidas, el sueño de nuestros sueños – cuando nuestros enemigos traten de destruirnos lo harán tratando de destruir a Israel”. Sobre la hostilidad de las personas negras hacia los judíos norteamericanos: “Las personas que se inspiran en nosotros no nos agradecen sino que nos atacan. Nos hallamos en una situación muy peligrosa. Somos otra vez los chivos emisarios de todas las partes . . . Hemos ayudado a los negros; siempre los hemos ayudado. . . Compadezco a los negros. Hay una sola cosa que deberían aprender de nosotros y ésa es gratitud. No hay pueblo en el mundo que conozca la gratitud como nosotros la conocemos; somos eternamente agradecidos.” [20]

Siempre castigado, siempre inocente: ésa es la carga por ser judío.[21]

El dogma del Holocausto acerca del eterno odio gentil también convalida el dogma complementario de la singularidad. Si el Holocausto marcó la culminación del milenario odio gentil hacia los judíos, la persecución de no-judíos en el Holocausto fue meramente accidental y la persecución de no-judíos en la historia algo meramente episódico.

Desde todo punto de vista, por lo tanto, el sufrimiento judío durante El Holocausto fue único.

Finalmente, el sufrimiento judío fue único porque los judíos son únicos. El Holocausto fue único porque no fue racional. En última instancia fue una pasión muy irracional,casi más-que-humana. El mundo gentil odiaba a los judíos por envidia, celos,resentimiento. De acuerdo a Nathan y Ruth Perlmutter, el antisemitismo surgió “de los celos y del resentimiento hacia los judíos que desplazaban a los cristianos del mercado . . . un gran número de gentiles menos exitosos se resintieron ante un menor número de judíos más exitosos.” [22]

Si bien en forma negativa, El Holocausto confirmó que los judíos eran elegidos. Los judíos sufrieron la ira de los gentiles porque los judíos son mejores, o más exitosos, y luego los gentiles los mataron.En un breve aparte, Novick se pregunta “¿cómo sería el discurso sobre el Holocausto en los EE.UU. si Elie Wiesel no fuese su »principal intérprete«?” [23]

La respuesta no es muy difícil de hallar. Antes de Junio de 1967, el mensaje universalista que resonaba entre los judíos norteamericanos era el de Bruno Bettelheim, un sobreviviente de los campos de concentración. Después de la guerra de Junio, Bettelheim fue puesto a un lado en favor de Wiesel. La notoriedad de Wiesel es una función de su utilidad ideológica. Singularidad del sufrimiento judío/singularidad de los judíos; siempre culpables gentiles/siempre inocentes judíos; incondicional defensa de Israel/incondicional defensa de intereses judíos: Elie Wiesel es El Holocausto.Al articular los principales dogmas del Holocausto, gran parte de la literatura sobre la Solución Final de Hitler es inservible como producción académica. Más aún, el área de los estudios sobre el Holocausto está repleta de sinsentidos, cuando no directamente de fraudes. Especialmente revelador es el ambiente cultural que nutre a esta literatura sobre El Holocausto.

El primer fraude mayor relativo al Holocausto fue The Painted Bird (El Pájaro Pintado) del emigrante polaco Jerzy Kosinski.[24]

El libro fue “escrito en inglés”,explicó Kosinski a fin de que “pudiera escribir desapasionadamente, libre de las connotaciones emocionales que el idioma natal de uno siempre contiene.” De hecho,sean cuales fueren las partes que realmente escribió – lo cual es algo sin resolver aún – las escribió en polaco. El libro, supuestamente, pretendía ser el relato autobiográfico de Kosinski acerca de su deambular como niño solitario a través de la Polonia rural durante la Segunda Guerra Mundial. De hecho, en realidad Kosinski vivió con sus padres durante toda la guerra. El tema central del libro lo constituyen las sádicas torturas sexuales perpetradas por el campesinado polaco. Las personas que lo leyeron antes de su publicación lo desecharon como una “pornografía de la violencia” y “el producto de una mente obsesionada con la violencia sadomasoquista”. La verdad es que Kosinski inventó casi todos los episodios patológicos que narra. El libro retrata a los campesinos polacos con los cuales vivió como virulentamente antisemitas. “Golpeen a los judíos”, exclaman, “Golpeen a los bastardos”. De hecho, fueron campesinos polacos los que alojaron a los Kosinski, a pesar de que conocían perfectamente la condición judía de la familia y las funestas consecuencias que tendrían que enfrentar si eran descubiertos.





En el New York Times Book Review, Elie Wiesel aclamó a The Painted Bird como “una de las mejores” denuncias de la era nazi, “escrita con profunda sinceridad y sensitividad”. Cynthia Ozick más tarde proclamó que ella “inmediatamente” reconoció la autenticidad de Kosinski como “un sobreviviente judío y testigo del Holocausto”.

Mucho después de que Kosinski fuera desenmascarado y expuesto como un consumado estafador literario, Wiesel continuó amontonando encomios sobre su “notoria obra”.[25]

The Painted Birdse convirtió en un texto básico sobre el Holocausto. Fue un bestseller, obtuvo premios, fue traducido a numerosos idiomas y se convirtió en lectura obligatoria para las clases de la enseñanza media y superior. Transitando el circuito del Holocausto, Kosinski se autodenominó un “Elie Wiesel más barato”. (Quienes no se podían dar el lujo de pagar el costo de una disertación de Elie Wiesel – el “silencio” no se vende barato – recurrían a él). Finalmente, desenmascarado por un semanario de noticias de investigación, Kosinski siguió siendo resueltamente defendido por el New York Timer que alegó que Kosinski estaba siendo víctima de un complot comunista.[26]

Un fraude más reciente, Fragments de Binjamin Wilkomirski [27]
se emparenta promiscuamente con el kitsch de The Painted Bird. Al igual que Kosinski, Wilkomirski se pinta a si mismo como un niño solitario sobreviviente que se vuelve mudo, termina en un orfanato y sólo tardíamente descubre que es judío. Al igual que The Painted Bird la principal pretensión narrativa de Fragments es la simple, descarnada voz de un niño ingenuo, lo cual también permite que los nombres de lugares y las fechas permanezcan en la nebulosa. Al igual que The Painted Bird cada capítulo de Fragments culmina en una orgía de violencia. Kosinski describió a The Painted Bird como “el lento deshielo de la mente”; Wilkomirski describe Fragments como “la memoria recobrada”.[28]

Un fraude desde el principio hasta el final, Fragments es, no obstante, una memoria del Holocausto arquetípica. Inicialmente, transcurre en los campos de concentración,dónde cada guardia es un sádico y enloquecido monstruo que alegremente le rompe el cráneo a los judíos recién nacidos. Y esto a pesar que las memorias auténticas de los campos de concentración concuerdan con lo que dijo la Dra. Ella Lingens-Reiner,sobreviviente de Auschwitz: “Había pocos sádicos. No más de un cinco o diez por ciento.” [29]

Sin embargo, el omnipresente sadismo alemán figura en forma destacada en toda la literatura sobre el Holocausto. Prestando un doble servicio, “documenta” la singular irracionalidad del Holocausto tanto como el fanático antisemitismo de sus perpetradores.La característica distintiva de Fragments no reside en el cuadro que pinta durante el Holocausto sino en lo que sucede después. Adoptado por una familia suiza, el pequeño Binjamin padece todavía nuevos tormentos.

Está atrapado en un mundo de negadores del Holocausto. “Olvídalo – es un mal sueño”, grita su madre. “Fue sólo un mal sueño … No debes seguir pensando en ello”. “Aquí, en este país”, se queja “todo el mundo siempre me dice que debo olvidar, que nunca sucedió, que sólo lo soñé. ¡Pero conocen todo lo que pasó!” Incluso en la escuela “los niños me señalan, me muestran sus puños y gritan »

Está delirando, no hay tal cosa. ¡Mentiroso! Está loco, desequilibrado, es un idiota« (Dicho sea de paso: tenían razón). Pegándole, cantándole versitos antisemitas, todos los niños gentiles se unen en contra del pobre Binjamin mientras los adultos siguen acusándolo “¡Lo estás inventando!”.Llevado a una profunda desesperación, Binjamin llega a una epifanía del Holocausto.

“El campo todavía está allí – sólo que oculto y bien disimulado. Se han quitado los uniformes y se han vestido con ropas lindas para no ser reconocidos . . . Dales el más suave de los indicios de que quizás, posiblemente, eres un judío – y lo sentirás: éstas son las mismas personas, y estoy seguro de eso. Todavía pueden matar, hasta sin uniforme.”

Más que un homenaje al dogma del Holocausto, Fragments es la pistola humeante: hasta en Suiza – la neutral Suiza – todos los gentiles quieren matar a los judíos. Fragments fue ampliamente elogiado como un clásico de la literatura sobre el Holocausto. Fue traducido a una docena de idiomas y ganó el Premio al Libro Nacional Judío, el premio del Jewish Quarterly y el Prix de Memoire de la Shoah. Estrella de documentales, orador principal en conferencias y seminarios sobre El Holocausto,recolector de fondos para el UnitedStatesHolocaustMemorialMuseum, Wilkomirski rápidamente se convirtió en figura para los posters sobre el Holocausto.

Aclamando a Fragments como una “pequeña obra maestra”, Daniel Goldhagen fue el principal defensor académico de Wilkomirski. Sin embargo, historiadores más versados como Raul Hilberg se dieron cuenta pronto que Fragments era un fraude. Hilberg incluso hizo las preguntas correctas después del desenmascaramiento del fraude: “¿Cómo fue que este libro pasó la revisión en varias editoriales? ¿Cómo es que al Sr. Wilkomirski se lo invitó al United States Holocaust Memorial Museum así como a universidades de renombre? ¿Cómo es que no tenemos un control de calidad decente cuando se trata de evaluar el material del Holocausto antes de publicarlo?” [30]

Resultó que Wilkomirski, mitad pera mitad manzana, se pasó toda la guerra en Suiza.Ni siquiera es judío. Hay que escuchar, sin embargo, la oración fúnebre de la industria del Holocausto: Arthur Samuelson (editor): Fragments “es un libro bastante interesante . . . Es un fraude solamente si se lo llama un libro de no-ficción. Lo volvería a publicar en la categoría de ficción. Quizás no sea cierto – ¡tanto mejor escritor es, entonces!” Carol Brown Janeway (editora y traductora): “Si las acusaciones . . . resultasen ser ciertas, entonces lo que está sobre el tapete no son hechos empíricos que pueden ser verificados, sino hechos espirituales que deben ser considerados. Lo que se necesitaría es una verificación del alma, y eso es imposible.”

Pero hay más. Israel Gutman es un director de Yad Vashem y un disertante sobre el Holocausto en la Universidad Hebrea. También es un ex-interno de Auschwitz. De acuerdo a Gutman “no es tan importante” que Fragments sea un fraude.“Wilkomirski escribió un relato que sintió profundamente; eso es seguro . . . No es un falso. Es alguien que vive esta historia muy profundamente en su alma. El dolor es auténtico.” De modo que no importa si pasó la guerra en un campo de concentración o en un chalet suizo; Wilkomirski no es una falsedad si su “dolor es auténtico”: así habla un sobreviviente de Auschwitz devenido en experto sobre el Holocausto. Los otros merecen desprecio, Gutman sólo lástima.

El The New Yorker tituló su relato sobre el fraude de Wilkomirski: “Robando el Holocausto”. Ayer Wilkomirski era festejado por sus leyendas sobre la maldad de los gentiles; hoy se lo castiga como otro gentil malvado más. Es siempre culpa de los gentiles. Es cierto, Wilkomirski fabricó su pasado holocaustiano, pero la verdad mayor es que la industria del Holocausto, construida sobre una apropiación fraudulenta de la historia con fines ideológicos, estuvo dispuesta a celebrar la fabricación de Wilkomirski.Era un “sobreviviente” del Holocausto esperando a ser descubierto.

En Octubre de 1999, el editor alemán de Wilkomirski, al retirar Fragments de las librerías, finalmente reconoció que Wilkomirski no era un judío huérfano sino un ciudadano suizo llamado Bruno Doessekker. Al ser informado de que la fiesta había terminado, Wilkomirski atronó desafiante: “¡Yo soy Binjamin Wilkomirski!”. Sólo un mes más tarde el editor norteamericano, Schocken, eliminó a Fragments de su catálogo.[31]

Consideremos ahora a la literatura secundaria del Holocausto. Un sello mitológico de esta literatura es el espacio concedido a la “conexión árabe”. Si bien Novick nos dice que el Mufti de Jerusalén no desempeñó “ningún papel importante en el Holocausto”,la Encyclopedia of the Holocaust en cuatro volúmenes (editada por Israel Gutman) le dio un “papel estelar”. El Mufti también está al tope del cartel en Yad Vashem: “Al visitante se le sugiere la conclusión”, escribe Tom Segev, “que hay mucho en común entre los planes nazis para destruir a los judíos y la enemistad de los árabes para con Israel.” En Auschwitz, durante una conmemoración oficiada por sacerdotes de todas las religiones, Wiesel objetó solamente la presencia de un qadi musulmán: “¿No estamos olvidándonos . . . del Mufti Hajj Amin el-Husseini de Jerusalén, el amigo de Heinrich Himmler?”. De paso: si el Mufti figuró de un modo tan central en la Solución Final de Hitler, uno se maravilla de que Israel no lo llevara ante la justicia igual que a Eichmann. Después de la guerra, el Mufti vivió públicamente justo al lado, en el Líbano.[32]

Especialmente después de la fracasada invasión del Líbano en 1982, cuando la propaganda oficial israelí cayó bajo el fuerte ataque de los “nuevos historiadores” de Israel, los apologistas desesperadamente trataron de endosarle el nazismo a los árabes. El famoso historiador Bernard Lewis consiguió dedicarle al nazismo árabe un capítulo entero de su historia resumida del antisemitismo y tres páginas completas de su “breve historia de los últimos 2000 años” del Medio oriente. En el extremo liberal del espectro del Holocausto, Michael Berenbaum, del Washington Holocaust Memorial Museum, generosamente concedió que “las piedras arrojadas por los jóvenes palestinos irritados por la presencia de Israel . . . no son equivalentes a las agresiones nazis contra civiles judíos indefensos” [33]

Por N. Finkelstein




Notas:

[1] )- Jean-Michel Chaumont, La concurrence des victimes. La disección que hace Chaumont de la “unicidad del Holocausto” es un “tour de force”. Sin embargo, su tesis central no convence, el menos no para el escenario norteamericano. De acuerdo a Chaumont,el fenómeno del Holocausto se originó en la tardía búsqueda de reconocimiento público por los sufrimientos pasados de parte de los sobrevivientes judíos. No obstante, los sobrevivientes apenas si figuraron en el empuje inicial para mover al Holocausto al centro de la escena.

[2] )- Novick, The Holocaust, Wiesel, Against Silence. Elie Wiesel, All Rivers Run to the Sea . La información de los honorarios de Wiesel por una disertación provista por Ruth Wheat del Bnai Brith Lecture Bureau. De acuerdo con Wiesel “Las palabras son una especie de aproximación horizontal, mientras que el silencio ofrece una aproximación vertical.Uno cae en él.” ¿Acaso Wiesel se lanza en paracaídas en sus exposiciones?

[3] )- Wiesel, Against Silence

[4] )- Wiesel, And the Sea. Compárense las siguientes noticias: Ken Linvingstone, un exmiembro del Partido Laborista y candidato independiente a alcalde de Londres, ha irritado a los judíos de Gran Bretaña al decir que el capitalismo global ha producido tantas víctimas como la Segunda Guerra Mundial. “Cada año el sistema financiero internacional mata a más personas que la Segunda Guerra Mundial; pero al menos Hitler estaba loco, ¿no es cierto?” . . . “Es un insulto a todos los asesinados y perseguidos por Adolf Hitler”, dijo John Butterfill, un miembro conservador del Parlamento. Mr. Butterfill también dijo que la acusación de Mr. Livingstone contra el sistema financiero global tenía decididamente un tono antisemita (“ Livingstone’s Words Anger Jews,» en International Herald Tribune,13 Abril 2000)
El presidente de Cuba, Fidel Castro . . . acusó al sistema capitalista de causar regularmente muertes a la escala de la Segunda Guerra Mundial por ignorar las necesidades de los pobres.“Las imágenes que vemos de madres y de niños en regiones enteras de África bajo el flagelo de la sequía y otras catástrofes nos recuerdan los campos de concentración de la Alemania nazi. “ Refiriéndose a los juicios por crímenes de guerra después de la Segunda Guerra Mundial, el líder cubano dijo: “No tenemos un Nuremberg para juzgar el orden económico que se nos ha impuesto, en dónde cada tres años mueren de hambre y de enfermedades que se pueden prevenir más hombres, mujeres y niños que los que murieron durante la Segunda Guerra Mundial” . . .
En la ciudad de Nueva York, Abraham Foxman, director de la Liga Anti-Difamación dijo: . . . “La pobreza es algo serio; es dolorosa y quizás mortal, pero no es el Holocausto y no es campos de concentración” (John Rice, » Castro Viciously Attacks Capitalism,»en Associated Press,13 Abril 2000 ).

[5] )- Wiesel, Against Silence

[6] )- Chaumont, La concurrence. Chaumont también subraya el importante punto que la alegada incomprensible malignidad del Holocausto no es compatible con la igualmente alegada perfecta normalidad de sus perpetradores.

[7] )- Katz, The Holocaust“La acusación de que la afirmación de la singularidad del Holocausto no es una forma de comparación odiosa, produce un doble discurso sistemático”,observa Novick. “¿Hay alguien . . . que crea que la pretensión de unicidad es algo diferente de una pretensión de preeminencia?” (énfasis en el original). Lamentablemente, Novick mismo cae en una comparación odiosa de esa clase. De esta forma, sostiene que, si bien es ambigua en el
contexto norteamericano, “resulta cierta la reiterada afirmación de que cualquier cosa que los Estados Unidos le hayan hecho a los negros, a los americanos nativos, o a los vietnamitas,palidece en comparación con el Holocausto.” ( The Holocaust)

[8] )- Jacob Neusner, » A ‘Holocaust’ Primer». Edward Alexander, » Stealing the Holocaust,» en Neusner, Aftermath.

[9] )- Peter Baldwin (ed.), Reworking the Past

[10] )- Nathan Glazer, American Judaism,segunda edición .

[11] )- Seymour M. Hersh, The Samson Option (New York: 1991). Avner Cohen, Israel and the Bomb (New York: 1998). Ismar Schorsch, » The Holocaust and Jewish Survival,» en Midstream (January 1981). Chaumont demuestra de modo convincente que la pretendida singularidad del Holocausto se origina en y sólo tiene un sentido coherente en el contexto del dogma religioso que afirma la condición judía de pueblo elegido. La concurrence

[12] )- Wiesel, Against Silence. Wiesel, And the Sea

[13] )- Novick, The Holocaust

[14] )- Wiesel, And the Sea

[15] )- Daniel Jonah Goldhagen, Hitler’s Willing Executioners (New York: 1996).

[16] )- Hannah Arendt, The Origins of Totalitarianism (New York: 1951).

[17] )- Cynthia Ozick, » All the World Wants the Jews Dead,» en Esquire (Noviembre, 1974).

[18] )- Boas Evron, Jewish State or Israeli Nation (Bloomington: 1995)

[19] )- Evitando explícitamente el esquema del Holocausto, el reciente estudio de Albert. S.Lindenmann sobre el antisemitismo parte de la premisa que “cualquiera que sea el poder del mito, no toda la hostilidad hacia los judíos, sea individual o colectiva, ha estado basada sobre visiones fantásticas o quiméricas de ellos, ni sobre proyecciones sin relación con ninguna realidad palpable. Como seres humanos, los judíos, al igual que cualquier otro grupo, han sido capaces de provocar hostilidad en el mundo secular cotidiano.” ( Esau’s Tears [Cambridge:1997])

[20] )- Wiesel, Against Silence

[21] )- Chaumont establece el importante punto que este dogma del Holocausto hace que otros crímenes sean más aceptables. La insistencia sobre la radical inocencia de los judíos – esto es:la ausencia de todo motivo racional para perseguirlos y ni hablar de matarlos – “presupone un status »normal« para persecuciones y matanzas en otras circunstancias, creando de facto una
división entre crímenes incondicionalmente intolerables y crímenes con los cuales un tiene que convivir y, por lo tanto, puede convivir.” ( La concurrence)

[22] )- Perlmutters, Anti-Semitism

[23] )- Novick, The Holocaust

[24] )- New York: 1965. Para el trasfondo me baso en James Park Sloan, Jerzy Kosinski (New York 1996)

[25] )- Elie Wiesel, » Everybody’s Victim,» en New York Times Book Renew (31 Octubre 1965).Wiesel, All Rivers. La cita de Ozick es de Sloan. La admiración de Wiesel por Kisinski no sorprende. Kosinski quería analizar el “nuevo lenguaje”, Wiesel “forjar un nuevo lenguaje” del Holocausto. Para Kosinski “lo que yace entre dos episodios es tanto un comentario sobre el episodio como algo comentado por el episodio.” Para Wiesel, “el espacio entre dos palabras es más vasto que la distancia entre el cielo y la tierra”. Existe un proverbio polaco para semejantes profundidades: “Del hueco al vacío“. Ambos también salpicaron sus elucubraciones con citas de Albert Camus, el signo distintivo del charlatán. Recordando que Camus una vez le dijo: “Lo envidio por su Auschwitz”, Wiesel continúa: “Camus no se podía
perdonar a si mismo el no conocer ese evento majestuoso, ese misterio de los misterios.”(Wiesel, All Rivers; Wiesel, Against Silence)

[26] )- Geoffrey Stokes y Eliot Fremont-Smith, » Jerry Kosinski’s Tainted Words,»
en Village Voice (22 Junio 1982). John Corry, » A Case History: 17 Years of Ideological Attack on a Cultural Target,» en New York Times (7 Noviembre 1982). En favor de Kosinski hay que decir que sufrió una especie de conversión en el lecho de muerte. En los pocos años transcurridos entre su desenmascaramiento y su suicidio, Kosinski deploró la exclusión de las víctimas no-judías por parte de la industria del Holocausto. “Muchos norteamericanos tienden a percibirlo como una
Shoah, como un desastre exclusivamente judío . . . Pero al menos la mitad de los romaníes del mundo (injustamente llamados gitanos), unos 2.5 millones de católicos polacos, y millones de ciudadanos soviéticos de diversas nacionalidades también fueron víctimas de este genocidio . .” Kosinski también reconoció el mérito de la “valentía de los polacos” que lo “alojaron” “durante el Holocausto”, a pesar de su así-llamado “aspecto” semita. Jerzy Kosinski, Passing By New York: 1992 – Cuando alguien le preguntó, furioso, qué habían hecho los polacos por salvar a los judíos, Kosinski retrucó: “¿Y qué hicieron los judíos para salvar a los polacos?”

[27] )- New York: 1996. Para un trasfondo del fraude de Wilkomirski, véase especialmente:Elena Lappin, » The Man With Two Heads,» en Granra, no. 66, y Philip Gourevitch, » Stealing the Holocaust,» en New Yorker (14 Junio 1999)

[28] )- Otra importante influencia “literaria” sobre Wilkominski es Wiesel. Compárense los siguientes pasajes:
Wilkomirski: “Ví sus ojos muy abiertos, y de pronto supe que esos ojos lo sabían todo, habían visto todo lo que los míos habían visto, sabían infinitamente más de lo que cualquier otro sabía en este país. Conocía a ojos como ésos, los había visto miles de veces, en el campo y más tarde. Eran los ojos de Mila. Nosotros, los niños, solíamos decirnos todo con esos ojos. Ella lo sabía también; miró a través de mis ojos directamente en mi corazón.”
Wiesel: “Los ojos – Debo contarles acerca de sus ojos. Tengo que comenzar con eso, porque sus ojos preceden todo los demás, y todo está comprendido en ellos. El resto puede esperar.Sólo confirmará lo que ya saben. Pero sus ojos – sus ojos ardían con una clase de verdad irreductible que arde y no se consume. Avergonzado hasta el silencio uno sólo podía inclinar la cabeza y aceptar el veredicto. Tu único deseo ahora es ver el mundo como ellos lo ven. Eres un hombre adulto, un hombre de sabiduría y experiencia, y de pronto eres impotente y estás empobrecido. Esos ojos te recuerdan a tu niñez, a tu estado de orfandad, te hacen perder la fe en el poder del lenguaje. Esos ojos niegan el valor de las palabras; desechan la necesidad del habla.” ( The Jews of Silence [New York 1966]). Wiesel rapsodia aún por otra página y media acerca de “los ojos”. Su destreza literaria corre pareja con su dominio de la dialéctica. En una parte declara: “A diferencia de muchos liberales, yo creo en la culpa colectiva”. En otro lugar sostiene: “Quiero enfatizar que no creo en la culpa colectiva” (Wiesel, Against Silence;Wiesel, And the Sea).

[29] )- Bernd Naumann, Auschwitz (New York: 1966). Véase Finkelstein y Birn para una extensa documentación.

[30] )- Lappin, 49. Hilberg siempre hizo las preguntas correctas. De allí su condición de paria en la comunidad del Holocausto. Véase Hilberg, The Politics of Memory,
passim.

[31] )- » Publisher Drops Holocaust Book,» en New York Times (3 Noviembre 1999). Allan Hall y Laura Williams, » Holocaust Hoaxers» en New York Post (4 Noviembre 1999).

[32] )- Novick, The Holocaust. Segev, Seventh Million. Wiesel, And the Sea.

[33] )- Bernard Lewis, Semites and Anti-Semites (New York: 1986); Bernard Lewis, The Middle East (New York: 1995).Berenbaum, After Tragedy.

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