De cuya sangre se alimentan
Por la noche, el abuelo se metió en la cama, abrió el Diario de Ana Frank (regalo de su padre) y se durmió después de leer: «Soy joven y aún poseo muchas cualidades ocultas (…) Muchas cosas me han sido dadas al nacer: un carácter feliz, mucha alegría y fuerza. Cada día me siento crecer por dentro, siento cómo se acerca la liberación, lo bella que es la naturaleza, lo buenos que son quienes me rodean (…) ¿Por qué habría de desesperar?» (3 de mayo de 1944).
El año pasado, en Amsterdam, después de recuperar aire tras la visita a la casa de Ana Frank convertida en shopping, el abuelo tomó asiento en una de las bancas situadas a la vera del canal, y en el diario leyó: «Me es absolutamente imposible construir cualquier cosa con base en la muerte, la desgracia y la confusión (…) Mientras tanto tendré que mantener bien altos mis ideales, tal vez en los tiempos venideros se puedan llevar a la práctica…» (15 de julio de 1944).
Ana Frank fue devorada por los piojos en el campo de Berger-Belsen.
Los mismos piojos que están devorando a las Anas de Bagdad, Kabul, Palestina y Beirut.
Dicen los piojos que por allá todos quieren matarse entre todos. Que ya no hay lucha entre opresores y oprimidos.
Ana Frank… niña mía: ¿qué vientos están borrando los fundamentos y bases éticas de tu religión?.
J. S
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