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La Cristiandad Medieval, Oriente y China, los mundos distantes

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François Louis Dejuinne – Baptême de Clovis

Analicemos uno de los aspectos más sobresalientes acerca del cristianismo en la Edad Media.

Curiosamente, y contrario a las presunciones occidentales, el cristianismo no fue llevado a China y el Asia Central o la India por primera vez por los jesuitas ni las empresas misioneras modernas.

Lo que conocemos como Orbis Christianus debe corregirse en lo posible para poder equiparar y reparar un error grave de nuestro pensamiento y tradición occidental.

Elementalmente, parece ser que el Orbis Christianus era mucho más extenso de lo que suponíamos.

Entendíamos por Orbis Christianus, el mundo conocido bajo el cristianismo, o su influencia, ese mundo posterior a la caída del Imperio Romano.

Tiene en verdad su origen en el imperio cristiano de Roma, pero sobrevivió y dio paso a la civilización occidental.

Como el Dar al-Islām, la casa del Islam, parece ser que el concepto al que antes  nos referimos podría definirse de manera semejante.

Para los musulmanes, la casa del Islam eran todos los países con mayoría musulmana y gobernada por líderes fieles a Muhammad, su Profeta.

Se sabía que había más musulmanes fuera, en el Dar al-Harb, es decir la casa de la guerra, los infieles; no obstante, la casa del Islam era un concepto para dar a entender que eran territorios bajo leyes coránicas, por tanto, de acuerdo con un cierto orden, panislámico.

Bueno, pues bien, parece ser que el concepto Orbis Christianus hace referencia a este mismo, pero mucho más enmarcado.

Occidente, el mundo cristiano por excelencia, (pese a que es una religión oriental), está gobernado por reyes cristianos.

La mayor parte de su población es cristiana, y se rigen por leyes cristianas, o basadas en ellas y su tradición clásica.

Fuera era distinto, hacia lo extraño había actitud hostil hacia lo desconocido, considerado en la cultura popular como dominios del demonio, es una contraposición de fe, social, política y cultural contra lo foráneo, un verdadero racismo religioso 1.

Son los fundamentos de nuestra civilización, hasta ahora nada nuevo.

El error es decir que solamente en este mundo existían los cristianos, cuando la realidad frente a nuestra ignorancia era mucho más amplia.

Por lo tanto, a este Orbis Christianus, en el cual se refleja ese racismo religioso, que antepone el mundo romano contra todo lo ajeno a sí mismo, fuera del limes, la infidelitas, queremos anteponer un nuevo concepto.

En su lugar, hablaré no de mundo cristiano, sino en su plural, mundos cristianos.

Dimensiones paralelas de un mismo fenómeno: el cristianismo en la Edad Media.

Y este mundo se nos revela más extenso que la imaginación cerrada del hombre medieval católico, (que comenzó por ese tiempo a abrir los ojos fuera de la cerca, del clôture), los mundos cristianos son realidades paralelas de lo que llamamos el mundo del cristianismo en esa época.

El cristianismo occidental, el cristianismo ortodoxo, el cristianismo etíope, el cristianismo néstoriano en India, Asia Central, e incluso su variante en el extremo oriente, como un cristianismo chino.

Estas imágenes poseen matices propios, riquezas en sus orígenes y que lo distinguen cada uno del otro.

Ese mapa se nos muestra extenso y amplio.

Sólo de este modo, la historia del Preste Juan se nos presenta no como una simple fantasía, sino como la encarnación del imaginario del cristiano occidental.

Cuando expusimos entonces, el contacto entre la Cristiandad Medieval y China, el Extremo Oriente, hemos de resaltar que esa cristiandad medieval fue múltiple.

En este sentido hablaremos de los primeros cristianos con que se gestó esta relación: los néstorianos.

Efectivamente, la Iglesia Siria de Oriente, no fue una iglesia herética que se desvaneció sin más entre las arenas del anatema.

Fue una iglesia organizada, centralizada y con buenas aptitudes a la evangelización, de los más lejanos lugares.

Fueron precisamente, éstos cristianos, los que llegarían a China alrededor del siglo V.

He aquí la importancia de los néstorianos, (nombre equivocado para esta antigua iglesia), dentro del concierto de los contactos medievales entre oriente y occidente.

Así pues, el mundo cristiano del medioevo no tenía sus límites estrictamente convencionales, que era un mundo variado, y que llegaba hasta la misma China y Mongolia.

¿Podríamos aventurarnos a estimar que era en verdad una religión universal?, que predicaba cara a cara con los confucionistas y taoístas, que peregrinaron en las rutas de la seda como lo hiciera el budismo, y que convencía a poderosos emperadores.

Por Juan Pablo Valdés 


Notas:

  1. Rojas Donat, Luis, España y Portugal ante los otros, Ediciones Universidad del Bio-Bio; Chile, 2002. 31-37

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