Juan «El Bautista» – Unión entre Cristianos y Musulmanes
“El era antorcha que ardía y alumbraba; y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz” (Juan 5: 35)
Juan el Bautista nació en el seno de unos padres justos y devotos de linaje sacerdotal en un pequeño pueblo de Judea, tradicionalmente identificada como Ein Karem, un moderno suburbio de Jerusalén.
Desempeñó un papel singular a principios del ministerio de Jesús.
Cada evangelio proporciona información detallada sobre el ministerio de Juan como un Profeta, predicador, persona que bautizaba, y testigo en el desierto de Judea al este de Jerusalén, que culminó con el bautismo de Jesús en el río Jordán.
Además, cada autor de evangelio destacó algunos aspectos de la vida de Juan, proporcionando un contexto para cada uno de los autores testigos de Jesús.
Basílica de San Juan Bautista
Cuando los musulmanes llegaron a la espectacular ciudad de Damasco hacia mediados del siglo VII, se encontraron con la basílica de San Juan Bautista, mandada construir por Teodosio, el último emperador romano que tuvo unido bajo su poder el Imperio Romano de Oriente y el de Occidente.
No obstante, los cimientos del templo pueden retrotraerse hasta las culturas arameas y romanas, que eligieron este lugar para levantar su lugar sagrado.
Tras la muerte de Teodosio, sus hijos Honorio y Arcadio se repartieron el territorio, quedando Siria en la parte oriental del Imperio.
Más tarde el país fue conquistado por el Imperio Bizantino y convirtiéndose después en la capital del Imperio Omeya, entre el año 661 y el 750, pasando así a formar parte, de manera definitiva, del Imperio Islámico.
Todos estos cambios históricos hicieron que la basílica conservara elementos de todas estas civilizaciones en el momento de ser conquistada por los árabes.
Los materiales y vestigios fueron aprovechados por los nuevos moradores: lejos de destruir los muros, columnas y demás elementos constructivos, los arquitectos se encargaron de guardarlos para introducirlos de una manera u otra en la nueva construcción que Al Walid I mandó construir entre los años 705 – 706 y 715.
Desgraciadamente no se conservan planos de la construcción original, la morfología que hoy en día podemos observar es de 1894, año de la mayor de las restauraciones tras el grave incendio que sufrió el edificio.
Al- Walid mandó asimismo conservar los muros originales del recinto, lo que hizo que la actual mezquita mida 100 por 157 metros, convirtiéndose, tras las halladas en La Meca y la Medina, en una de las mayores mezquitas del mundo islámico.
Arquitectura de la Mezquita de Omeya
El edificio fue diseñado reproduciendo la casa de Muhammad: el centro de la vida gira en torno al patio, de planta cuadrada, desde donde parten las distintas estancias.
Alrededor del patio se distribuyen pilares y columnas mientras que en el segundo piso se disponen el doble de arcos que en el inferior.
El patio resulta para la religión islámica más que un mero sitio de paso.
Así, es un lugar de reunión, de rezo, de meditación e incluso de descanso.
Los fieles pueden permanecer horas dentro del recinto, especialmente bajo la zona porticada.
Dentro del patio se encuentran tres pequeñas construcciones llamadas la Cúpula del Tesoro, dado que desde su origen eran el lugar donde se guardaba el dinero y demás posesiones con las que contaba la mezquita.
Está levantada sobre ocho columnas corintias y está decorada, en sus ocho lados, por excepcionales mosaicos que hacen brillar su figura.
La segunda levantada sobre planta cuadrada y rematada por una pequeña techumbre de madera, es la Cúpula de Las Abluciones donde los fieles acuden antes del rezo para lavarse la cara, las manos y los pies con el fin de acudir limpios a la oración.
En último lugar nos referimos a la Cúpula del reloj, construida en el siglo XVIII para atesorar los relojes. Es la de menor tamaño.
En torno al patio, y con el fin de llamar a la oración, se disponen tres minaretes construidos en épocas diferentes pero igual de curiosos y es que, a diferencia de otros, son de planta cuadrada o hexagonal, y no circular como es común en el arte islámico.
El más antiguo de ellos es el llamado de La novia: situado en el centro de la pared norte su base data del siglo XI, mientras que su remate es del XII. En el ángulo suroeste se encuentra el minarete que adoptó el nombre del sultán que lo mandó construir en 1488: Qayt Bey.
El último de ellos llamado Blanco o de Jesús, fue reconstruido en el periodo otomano, alrededor del siglo XIII.
Es el minarete más alto de la mezquita. Según la tradición musulmana, Jesús, considerado un Profeta en el Islam, volverá el día del juicio final, se subirá a ese minarete y dirá «Allâh es el único Dios, y Muhammad es su Profeta«.
El edificio techado, con planta rectangular muy alargada, está distribuido en tres naves divididas por dos hileras de columnas dobles con capiteles corintios, que se desarrollan paralelas al muro de la Qibla.
Es muy probable que las arquerías fuesen las encontradas por los musulmanes en el antiguo templo.
Como ocurre en el patio exterior, las columnas superiores con ostensiblemente menores que las situadas en la parte inferior.
Ya dentro de la mezquita, el transepto de la sala de oración, decorado con motivos geométricos, conduce al nicho de la oración, llamado en árabe mihrab, datado de la primera construcción.
En el centro y cortando el transepto se encuentra la cúpula del Águila, alzada sobre un octógono.
Dentro de esta gran sala de oración también se encuentra el cenotafio de San Juan Bautista donde se supone que reposa la cabeza del santo.
Cerrado prácticamente a la vista de los turistas y los fieles por medio de anchos cristales verdes, el pequeño panteón, que imita un edificio de dos alturas, está coronado por una cúpula de pequeñas dimensiones.
Es muy común ver alrededor del santuario a decenas de fieles rezando al Profeta, que es venerado no sólo por los cristianos, sino también por los musulmanes.
La decoración de mosaicos, herencia del arte bizantino, es un ejemplo único y muy diferente a los gustos presentes en el arte islámico.
Sobre las paredes de las galerías distribuidas a lo largo del amplio patio central y alrededor de la Cúpula del Tesoro, se dibuja en una franja ancha la representación de un paisaje que tal vez reproduzca el Edén.
En él puede verse un camino de agua en movimiento en cuyas orillas se alzan enormes árboles entre los que se advierten edificios de distintas alturas.
Otro de los enclaves más importantes de la mezquita es la tumba de Hussein bin Ali, el nieto del Profeta Muhammad, y uno de las figuras claves de la ramificación chií del Islam.
Se trata de una sala que se diferencia del resto de la mezquita a primera vista.
Mientras que toda la construcción se basa en los parámetros sunís, la habitación rebosa de colores y espejos, propios de los chiitas
A las afueras del templo y coincidiendo con los muros del Templo romano de Júpiter, se alza un pequeño cuarto que alberga la tumba de Saladino, lugar visitado por decenas de sirios y turistas que buscan conocer el lugar yacen los restos de uno de los sultanes más conocidos a lo largo del mundo.
Reliquias de Juan El Bautista
La gran mezquita de Damasco, Siria también pretende tener la cabeza de Juan el Bautista.
Esta cabeza se mantiene en una pequeña capilla dentro de la cúpula Islámica.
Protegido dentro de la mezquita es la pequeña capilla y santuario de Juan el Bautista, (Profeta Yahia para los musulmanes), donde la tradición sostiene que está enterrada la cabeza de Juan.
Una leyenda dice que cuando la iglesia fue demolida, su cabeza fue encontrada debajo, con piel y cabello.
Esta cabeza se cree que posee poderes mágicos y sigue siendo el foco de la peregrinación anual de los mandeos, cuando ponen sus frentes contra la reja metálica del Santuario de la prensa y al parecer experimentan visiones proféticas.
Un lugar de culto para el pueblo cristiano
El 6 de mayo de 2001 visitó el papa san Juan Pablo II la Mezquita de los Omeyas en Damasco, (Siria).
No era una visita accidental.
La actual mezquita sustituye un templo bizantino, en el que era venerado el sepulcro de san Juan Bautista y se trata del cuarto lugar más sagrado del Islam.
Sobre la catedral bizantina, dedicada a Juan el Bautista desde la época del emperador romano Constantino I.
Tiene una capilla donde se venera la cabeza de san Juan Bautista, considerado como Profeta también por el Islam.
Este edificio, habría ocupado un anterior templo romano dedicado a Júpiter Damascenus, originalmente el dios sirio Hadad, y modelo del templo del Sol, (Palmira).
Los musulmanes, al igual que los cristianos, consideran sus lugares de oración como oasis donde encuentran al Dios misericordioso a lo largo de su camino hacia la vida eterna, y a sus hermanos y hermanas mediante el vínculo de la religión.
Cuando, con ocasión de matrimonios, funerales u otras celebraciones, los cristianos y los musulmanes guardan silencio por respeto a la oración del otro, dan testimonio de lo que los une, sin ocultar o negar lo que los separa.
En las mezquitas y en las iglesias las comunidades musulmanas y cristianas forjan su identidad religiosa, y los jóvenes reciben en ellas una parte significativa de su educación religiosa.
¿Qué sentido de identidad se inculca en los jóvenes cristianos y en los jóvenes musulmanes que frecuentan nuestras iglesias y mezquitas?
Espero ardientemente que los líderes religiosos y los maestros musulmanes y cristianos presenten nuestras dos grandes comunidades religiosas como comunidades en diálogo respetuoso, y nunca más como comunidades en conflicto.
Es fundamental enseñar a los jóvenes los caminos del respeto y la comprensión, a fin de que no abusen de la religión para promover o justificar el odio y la violencia.
La violencia destruye la imagen del Creador en sus criaturas, y nunca debería considerarse como fruto de convicciones religiosas.
Espero de verdad que este encuentro en la mezquita de los Omeyas sea un signo de nuestra decisión de proseguir el diálogo interreligioso entre la Iglesia católica y el islam.
Este diálogo ha cobrado mayor impulso en las últimas décadas; y hoy podemos estar satisfechos por el camino recorrido hasta ahora, referìa el Papa en ocasiòn de su viaje al lugar.
Por Ana Molina Reguilón
Con información de Arteguias
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