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Ajedrez, juego de espacio, personajes y alteridad

Figura 1. Fol. 7r
Figura 1. Fol. 7r

El Libro de ajedrez alfonsí forma parte del códice Libro de los juegos de ajedrez, dados y tablas1 custodiado en la Biblioteca de El Escorial. El códice está completo, terminado en 1283, y contiene además del Libro de ajedrez, dos tratados, uno dedicado a los dados, y el otro, a las tablas.




El Libro de ajedrez incluye unas 103 de las 150 miniaturas que se encuentran en el códice. La mayoría de estas imágenes se encuentran en la parte superior del folio, salvo algunas más centradas e incluso otras que ocupan toda una página.

La función de las miniaturas parece bastante clara: cada uno de los 103 problemas de ajedrez lleva consigo una ilustración que retrata un tablero que muestra el «juego departido» o problema de ajedrez correspondiente. El anuncio del problema y su descripción, que detalla las jugadas necesarias para ganar, preceden a la miniatura que, por lo general, se encuentra en el folio siguiente. El tablero representa el inicio del juego y, de esa manera, sirve como punto de partida para resolver el problema en cuestión.

Rodeando los tableros se ubican los personajes, tanto jugadores y criados como espectadores, de una gran variedad de clases y condiciones: cristianos, musulmanes y judíos; personas de raza negra, blanca o asiática; caballeros de órdenes militares, damas, niños, músicos, monjas, boticarios; la Reina, el Infante don Sancho y Alfonso X, entre otros. Ciertas características se repiten a lo largo del códice para indicar que una persona pertenece a un grupo determinado. Los musulmanes suelen llevar barba y turbantes, los judíos se dibujan con una nariz larga y aguileña; jóvenes cristianas con cabellos largos y sueltos, clérigos tonsurados, etcétera. En ocasiones, los personajes señalan una jugada descrita en el texto, en otras, son meros espectadores del tablero o de los jugadores mismos.

Lo que pretendo realizar con el presente trabajo, sin embargo, es un análisis de las imágenes mismas y el impacto de su presencia en la obra y en el espectador con el propósito de ir más allá de la simple exposición de ideas sobre la relación imagen-texto en la obra. Al investigar esta cuestión, trataré de responder a las siguientes preguntas de manera concisa, y por supuesto, no necesariamente exhaustiva:

1) ¿Cómo son estas imágenes? En particular, ¿cómo se puede describir el espacio y las arquitecturas de estas imágenes?
2) Si podemos hablar de una alteridad que se crea en estas imágenes, ¿en qué consiste y cómo se produce? ¿A qué o a quiénes se refiere? ¿Qué o quién es en realidad el otro en estas imágenes?



¿CÓMO SON ESTAS IMÁGENES? ¿CÓMO SE PUEDE DESCRIBIR EL ESPACIO Y LAS ARQUITECTURAS DE LAS IMÁGENES?

Queda claro que el tablero ocupa un lugar central en la mayoría de las miniaturas en cuestión. Sin embargo, es importante notar que, en muchos casos, el tamaño de las figuras que lo rodean se aproxima al del propio tablero. Por esta razón, evito asignar a los personajes una función puramente decorativa y secundaria o, por otro lado, al tablero una función únicamente didáctica y primaria. Cabe advertir además que en ciertos casos las figuras señalan al ganador o a una jugada descrita en el texto y, en otros casos, son simples espectadores del juego representado, sin una función deíctica clara.

Los escenarios arquitectónicos del Ajedrez son variados y, en muchos casos, como en el de la miniatura en 7r (figura 1), correspondiente al tercer problema de ajedrez, cuyo tablero, por cierto, muestra una posición inverosímil, son deliberadamente grandiosos, con un efecto de lujo e incluso de exotismo que al espectador moderno le da la impresión de espacios «imposibles» e «imaginarios», como ha advertido Ana Domínguez Rodríguez. 2

En esta miniatura, que muestra dos cristianos ricamente vestidos con un tipo de gorras redondas jugando al ajedrez y hablando con un sirviente, se representa una estructura gótica sofisticada, una torre con una cúpula grande de estilo románico cubierta con tejas redondas de color azul, junto a sendas torrecillas. Aquí se ve la exageración de los elementos más representativos de lo gótico y lo románico. Esta práctica puede verse a lo largo del manuscrito, en el que hay miniaturas que ponen en escena cúpulas, pináculos, chimeneas y torrecillas a la vez, mientras que, en cambio, aparecen siempre con un fondo azul, característica única de este manuscrito alfonsí.

En otras miniaturas, se retrata un Islam idealizado o quizás únicamente estilizado, puesto que algunas de las miniaturas dan la impresión de haber sido basados en modelos orientales, de la tradición miniaturista persa-mogol, seguramente porque estaban en los manuscritos árabes que sirvieron de base a los redactores alfonsíes. 3

Figura 2
Figura 2

Además de una posible evocación de la mezquita de Córdoba por medio de la presentación de algunos arcos de herradura, en la miniatura correspondiente al problema 62 (figura 2) se encuentran exquisitas arquerías polilobuladas que aparecen también en otras miniaturas a lo largo del códice. 4

Lo que contribuye al curioso impacto de estas miniaturas, aunque no sea exclusiva a este manuscrito, es la combinación empleada de espacios exteriores, interiores y parcialmente abiertos. En la miniatura que retrata el problema 3 (figura 1) que ya se ha mencionado, por ejemplo, el tablero parece suspendido entre las dos estructuras. Además, es difícil saber si el tablero y las figuras están en un espacio interior, uno parcialmente abierto, un patio interior de un edificio, o incluso, al aire libre.

Figura 3
Figura 3

El estado de suspensión del tablero, entre dos estructuras y entre un espacio interior y uno exterior también aparece en la miniatura del folio 12v (figura 3), en que los jugadores parecen jugar al ajedrez en la calle, o quizás en un patio interior. En ella se presenta un edificio entero, cuyo exterior liso recuerda a las fachadas mucho más completas y detalladas de las miniaturas de las Cantigas de Santa María. 5



A la vez, cabe señalar brevemente una diferencia importante en el uso de espacio, una de las cuestiones centrales de este trabajo, en las miniaturas de nuestro códice y las Cantigas. Queda claro que en ambos, lo que importa no es la perspectiva geométrica, sino la clara presentación de todo lo que se considera de interés. Operan, pues, en ambos casos, las leyes de centralidad, o el predominio del centro sobre el margen, de verticalidad, y también de la lateralidad diestra, en que lo que está a la derecha en la imagen se considera más importante que lo que está a la izquierda. En las Cantigas, sin embargo, como en otros manuscritos del período, incluida la Biblia de San Luis, propiedad de Alfonso X, y al contrario de lo que sucede en el Ajedrez, el eje vertical generalmente toma presidencia sobre el eje horizontal.

En nuestro códice, como puede verse en los ejemplos ya comentados y los que se comentarán a continuación, salvo la imagen en el folio 48r (figura 4) en que la jerarquía queda marcada por rango social, los personajes que están por encima de los jugadores suelen ser meros observadores, muchas veces sirvientes, y los objetos presentes para enriquecer la escena.

Figura 4
Figura 4

Conviene comentar la miniatura del folio 48r (figura 4), la que se encuentra relativamente deteriorada. En esta fascinante miniatura, a la derecha, dos musulmanas pintadas, cuyas caras no se distinguen por el desgaste, juegan al ajedrez vestidas únicamente con telas transparentes. A la izquierda, sin embargo, al parecer detrás de un biombo, aparecen un joven príncipe de la Casa Real de Castilla, como manifiestan los emblemas heráldicos bordados en sus vestidos y un servidor sentados, ambos atentos al juego y, en la parte superior, hay arcos, pero no los arcos de herradura que se ubican encima de las jugadoras, sino otros distintos, de tipo ojival con intradós polilobulados. Más aún, el techo encima del príncipe y del servidor es distinto en carácter y altura al techo de la derecha. Si no fuera por el evidente interés del príncipe y el servidor en el juego, subrayado por el gesto de señalamiento del primero en dirección al tablero, podría pensarse que se trata en realidad bien de dos escenas sucesivas y no simultáneas dentro de la misma miniatura (en virtud de un habitual principio constructivo de secuencialidad temporal de las viñetas, leídas de izquierda a derecha) bien de dos miniaturas meramente yuxtapuestas, por haber sido pintadas en distintos momentos o copiadas de diferentes fuentes.

Al considerar los espacios arquitectónicos y el uso del espacio en las miniaturas, el empleo de los términos real, verdadero y realista resulta problemático.

Teniendo en cuenta los gestos de los personajes, además de la posible conexión entre la presencia de una copa cerca de una figura como señal de que ése será el ganador (como ha advertido Ricardo Calvo), queda claro que hay una relación entre las figuras y el tablero. Los gestos de los personajes muchas veces indican el deseo de señalar una dirección o determinados escaques del tablero determinantes para la realización del problema de ajedrez.

Con la mano abierta sin rotar el brazo o con el dedo índice apuntando horizontal o verticalmente, los personajes indican una dirección, autoridad, o la afirmación de ideas, respectivamente. 6

Figura 5
Figura 5

En ocasiones, sin embargo, los personajes apuntan no al tablero de ajedrez, sino a otros objetos de la escena que complementan su atuendo o profesión, incluidos un halcón en el 30v (figura 5) y un pequeño frasco o vial, en la farmacia retratada en el 31r (figura 6).

Figura 6
Figura 6

Aparte del papel importante de los gestos, aunque no sean siempre fáciles de interpretar, es indudable que los tableros representan de manera exacta los problemas descritos en el texto. Es también parcialmente cierto lo que dice la crítica Olivia Remie Constable respecto al hecho de que los que se presentan en el Ajedrez son, y traduzco, «juegos verdaderos, jugables». La cito a continuación, para poder llegar a otra conclusión:

… the pictures in the Libro de ajedrez capture a moment in an actual, playable game, and they invite interaction with their viewer. The manuscript generates a dynamic synthesis of word and image inasmuch as the reader is urged to play or solve each chess problem with the guidance of the combined text and picture. 7



Conviene hacer varias clarificaciones importantes respecto a esta afirmación. Todos los problemas ajedrecísticos son «juegos verdaderos jugables» salvo los que carecen de fuentes árabes identificables y que, por consiguiente, presentan nuevas características, incluidos los juegos 73-84, 86, y 87.

Dice el historiador de ajedrez Ricardo Calvo en su análisis de los problemas que hay una serie de ellos que no sólo difiere de los modelos árabes en que el mate se tiene que realizar en un número exacto de jugadas, sino también en que hay problemas, como el 76, el 79, y el 86 que incluyen posiciones inverosímiles e «imposibles de obtener en el curso de una partida viva». 8

Además e incluso más importante, es de destacar que, debido a la posición en la página de la mayoría de las miniaturas—me refiero aquí nuevamente al hecho de que la miniatura se encuentra en el folio posterior al folio en que se halla la presentación de las jugadas—resultaría difícil para un lector leer, estudiar, jugar, o resolver los problemas del Ajedrez en la forma planteada por Constable. En los casos en que el texto del problema se encuentra en el verso de un folio y la miniatura en el recto del siguiente folio, el lector podría consultar el texto y la miniatura al mismo tiempo. Pero en la mayoría de los problemas no es así.

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  1. Edición facsímil y estudio editado por Mechthild Crombach, Madrid, Patrimonio Nacional, 1987; edición de Raúl Orellana Calderón, Libro de los juegos: acedrex, dados e tablas; Ordenamiento de las tafurerías, Biblioteca Castro, Madrid, Fundación José Antonio de Castro, 2007; edición de Arnald Steiger, Libros de acedrex, dados e tablas: Das Schachzabelbuch König Alfons des Weisen, Romanica Helvetica, 10, Genève, E. Droz, 1941.
  2. Véase su estudio «Filiación estilística de la miniatura alfonsí» en Alfonso X, Libros del ajedrez, dados y tablas, citado en n. 2, pp. 101-109.
  3. Para una breve caracterización del Islam del Libro de Ajedrez, puede verse Domínguez, cit. en n. 2, p. 106, que se refiere a la obra clásica de Pierre Lavedan, Qu’est-ce que l’urbanisme? Introd. à l’histoire de l’urbanisme, Paris, H. Laurens, 1926. Junto con eruditos del manuscrito árabe como Cynthia Robinson, Domínguez apunta hacia una posible conexión entre el Libro de ajedrez y el romance árabe ilustrado Hadith Bayd wa-Riyd, (Biblioteca Vaticana, ms. Ar. 368), que presenta a Bayd jugando al ajedrez para pasar el tiempo a la espera de noticias de su amada, Riyd. Pueden verse también los trabajos de Robinson, Medieval Andalusian Courtly Culture in the Mediterranean, Routledge studies in Middle Eastern literatures, 10, New York, Routledge, 2006, pp. 152-161; «Preliminary Considerations of the Illustrations of Qisst Bayd wa-Riyd (Vat. Ar. Ris. 368): Checkmate with Alfonso X ?» en Al-Andalus und Europa: Zwischen Orient und Okzident, ed.Martina Müller-Wiener et al., Petersburg, 2004, pp. 285-296; «The Lover, His Lady, Her Lady, and a Thirteenth Century Celestina: A Recipe for Lovesickness from al-Andalus», en Islamic Art and Literature, Oleg Grabar y Cynthia Robinson eds., Princeton, NJ, 2001, pp. 84-86.
  4. Domínguez, cit. en n. 2, p. 109.
  5. Cito la obra clásica de José Lovillo Guerrero, Las Cántigas, estudio arqueológico de sus miniaturas, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Diego Velázquez, Sección de Sevilla, 1949, pp. 232-236.
  6. Vid François Garnier, Le langage de l’image au Moyen-Âge 2 Grammaire des gestes, París, Léopard d’Or, 1989, pp. 159-246.
  7. Olivia R. Constable, «Chess and Courtly Culture in Medieval Castile: El Libro de ajedrez de Alfonso X, el Sabio», Speculum 82(2), pp. 301-347; 303-4.
  8. Ricardo Calvo, «Una visión en conjunto», en Libros del ajedrez, dados y tablas, pp. 127-152; 134.

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