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Shatranj Árabe, Acedrex Medieval, Ajedrez Moderno – L. Jean Lauand (Traducción: María de la Concepción Piñero Valverde) Parte 1

ajedrez


PARTE I – El ajedrez árabe y su influencia en el Occidente medieval (1)

1. Los árabes, pueblo del medio también para el ajedrez

El Occidente, entre otras tantas deudas para con los árabes en la Edad Media contrajo también la del ajedrez: el ajedrez es uno de los tantos puntos en que se ejerce la multifacética influencia árabe en la Península Ibérica y en Europa.

Como siempre, los grandes impulsos culturales de la Edad Media empiezan por las traducciones: el siglo XII, auténtico renacimiento occidental, es un siglo de traducciones.

Por medio de ellas, el Occidente recibe de los árabes inestimables conocimientos de Matemática, Filosofía, Medicina y otras ciencias.

Con el ajedrez – esa mezcla de arte, diversión, ciencia e imagen del mundo que es el ajedrez –, como con tantas otras realidades culturales y científicas, los árabes cumplen su profética misión como «pueblo del medio» (al-Usta, Corán 2, 143), haciendo la mediación entre «el Oriente y el Occidente que a Allâh pertenecen» (2, 142).

Tal hecho se manifiesta ya en el lenguaje.

Cuando se introdujo en el Brasil el fútbol, originario de Inglaterra, importamos también el léxico del juego (el mismo nombre futebol, bien como gol, pênalti, drible, craque, time footballgoalpenaltydribble, crack, team etc.).

De esa misma forma, los nombres de las piezas en árabe son tomados del persa (2)shah(3) (Rey),  firzan (sabio, Dama), fil (elefante, Alfil), rukhkh (Torre) y baidhaq (Peón); la única excepción es el faras  (Caballo), palabra árabe y no persa.

Por su vez, ya en el primer tratado de ajedrez compuesto en Occidente – el Libro del Acedrex de D. Alfonso X, el Sabio (1221-1284), en buena parte copia de los tratados y problemas ajedrecísticos árabes –, los nombres de las piezas y posiciones:alfil (hasta hoy empleado en castellano),  roque  (originalmente el nombre de la Torre y hasta hoy permanece en el movimiento de Rey con Torre), alferza (nombre que tenía la Dama de la época), alfilada etc., denotan su origen inmediato árabe. Los árabes fueron, pues, el «pueblo del medio» en el sentido de haber recibido el ajedrez de Persia e intermediado su transmisión al Occidente.

2. Las leyendas sobre el origen del ajedrez

Hasta las leyendas sobre el origen del juego son, en Occidente, importadas de los árabes.

Como es natural, desde pronto se encontraron entre los árabes diversas leyendas sobre el origen del ajedrez (4).

Las más antiguas remiten a la «India» y, en general, a cierto rey y a ciertos sabios de la «India«, estableciendo también una conexión con el juego de tablas, un juego de tablero en que la habilidad está condicionada a la suerte de los dados.

En la introducción del Libro del Acedrex, D. Alfonso se refiere a «antiguas historias» sobre el origen del juego – «el más noble y sereno» – y narra la siguiente leyenda árabe como «la más cierta y verdadera«:

«Segunt cuenta en las Istorias antiguas en India la mayor ovo un Rey que amaba mucho los sabios, e tienelos siempre consigo, e fazieles mucho a menudo razonar sobre los fechos, que nascien de las cosas. E de estos avie y tres que tenien sesendas razones: El uno dizie que mas valie seso que ventura: ca el que vivie por el seso fazie sus cosas ordenadamientre: e aunque perdiese, que no avie y culpa, pues que fazie lo quel convenie. Ell otro dizie que mas valie ventura que seso; ca si ventura oviese de perder o de ganar que por ningun seso que oviese non podrie estorcer dello. El tercero dizie que ero meior que pudiese vevir tomando de lo uno e de lo al: ca esto era cordura: ca en el seso quanto meior era tanto avie y mayor cuidado como se pudiesse facer complidamientre. E otro si en la ventura cuanto mayor era que tanto avie y mayor peligro; porque no es cosa cierta. Mas la cordura derecha era tomar del seso, aquello que entendiesse omne que mas su pro fuesse; e de la ventura guardarse della en lo que fuesse su pro. E despues ovieron dichas sus razones much’affincadas mandoles el Rey quel aduxiese ende cada uno muestra de prueba, daquello que diziese, e dioles plazo qual le demandaron, e ello fueronse a catar sus libros cada uno segunt su razon. E quando llego el plazo vinieron cada unos antal Rey con su muestra. E el que tenie razon del seso troxo Acedrex cos sus iuegos, mostrando que el que mayor seso oviesse, e estudiesse apercebudo podrie vencer all otro. E el segundo que tenie la razon de la ventura troxo los Dados mostrando que no llegando el omne por ella a pro, o a danno. El tercero que dizie que contadas e puestas en sus casas ordenadamientre, e con sus dados, que las moviessen para iugar segunt se muestra en este libro que fabla apartadamientre desto. En que face entender, que por el iuego dellos que el qui las sopiere bien iogar, que aunque la suerte de los dados le sea contraria que por su cordura podra iogar con las tablas de manera que esquivara el danno, quel puede venir por la aventura de los dados. E porque el acedrex es mas assossegado iuego e onrrado que los dados non las tablas; fabla en este primeramientre de el etc. (5).

3. El ajedrez como mathal, metáfora de la vida.

Ya en esta leyenda se nota la imaginación oriental (y, también, medieval) que tanto contrasta con la aridez lógico-operacional del Occidente de hoy.

Pues en Oriente el ajedrez es campo privilegiado para amthal y es la gran metáfora de la vida y del amor (6): entre los árabes, son particularmente exploradas, en este sentido, la fuerza de ataque de la Torre y la promoción del Peón, que se torna Firzan al alcanzar la octava casilla, lo que es sin duda una situación existencial interesante.

Y entre las Rubaiyat de Omar Khayyam encontramos, por ejemplo, ésta (7):

Para hablar claramente y sin alegorías (!?)
Somos las piezas del ajedrez que se juega desde el Cielo
Que juega con nosotros en el tablero del ser 
E después… volvemos, uno a uno, a la bolsa de la Nada.

El Occidente medieval cristiano no sólo aprende con los árabes a jugar al ajedrez, sino también a tomarlo como base de una interpretación alegórica, moral y existencial de la vida humana.

Un famoso exemplo del siglo XIII es la Moralitas de Scaccario(8), sermón moral con base en el ajedrez:

«Todo este mundo es como un tablero de ajedrez: una casilla es blanca, otra es negra, y así representa el doble estado de vida o de muerte, de gracia o de pecado.

La família que habita este tablero está formada por los hombres de este mundo que – tal como las piezas salidas todas de la misma bolsa (sacculus) – proceden todos de un sólo vientre materno (sacculus)(9).

Y, tal como las piezas, los hombres asumen sus puestos en los diferentes lugares de este mundo, cada uno con su propia denominación.

El primero es el Rey, después la Reina, en tercer lugar la Torre (rocus), en cuarto el Caballo, en quinto el Alfil (alphinus) y en sexto el Peón.

Y el carácter del juego es tal, que uno captura el otro y, con el juego terminado, así como todos habían salido de la misma bolsa, a ella vuelven.

Y, entonces, ya no hay diferencia entre el Rey y el pobre Peón, pues acaban de la misma manera, tanto el rico como el pobre. (…)

En este juego, el Rey se mueve y captura en todas las direcciones, simbolizando el hecho de que todo lo que el Rey hace es tenido por justo (…)

Los Peones son los pobres que andan una casilla en línea recta, pues mientras el pobre permanece en su sencillez, vive honestamente; pero, para capturar, se corrompe y lo hace oblicuamente, pues por la codicia de bienes o de honras, sale del camino recto con falsos juramentos, adulaciones o mentiras.

Y, por último, al alcanzar la octava casilla, el final de su carrera de Peón, se transforma en Alferza, amplía y consuma su iniquidad, como se dice en Alexandre: ‘No hay nadie más intratable que un pobre que ascendió'».

Esa mentalidad alegórica, tan árabe, informa muchos mansubat (10) (problemas); frecuentemente, el problema pasa a ser un cuento fantástico.

Antes de ejemplificar, sin embargo, es necesario indicar las reglas con las que era practicado el ajedrez por los árabes de aquella época.

4. Reglas del ajedrez original árabe

Presentamos, a continuación, las reglas del ajedrez original árabe.

Como el ajedrez de hoy deriva del árabe, nos parece que el mejor procedimiento es señalar en qué difiere el ajedrez practicado en aquella época del actual:

1. No había Dama y, en su lugar, encontramos el Firzan.

El Firzan se mueve solamente una casilla en diagonal (hacia adelante o hacia atrás) y captura de ese mismo modo (diagrama abajo).

2. Los Alfiles saltan exactamente dos casillas en diagonal (hacia adelante o hacia atrás), aunque haya piezas en medio (diagrama abajo).

Y capturan de ese mismo modo.

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3.
Peón que alcanza la octava casilla se transforma en Firzan.

4. Un jugador que pierda todas sus piezas, quedando sólo con el Rey, se considera derrotado.

También pierde cuando, por ahogamiento, está imposibilitado de dar el lance.

5. No existen los lances: capturar en passant y enrocar.

6. El Peón no tiene el privilegio de saltar dos casas en su primer movimiento.

5. Los grandes maestros de la época abasí.

Con estas reglas es como los grandes maestros de la época desarrollan prodigiosas obras de imaginación, sobre todo en lo relacionado con el capítulo de los problemas de ajedrez.

El comienzo de la gran literatura del ajedrez se encuentra entre los años 750 y 950, los dos primeros siglos del califato abasí.

En esa época, grandes ajedrecistas escriben sus tratados, que contienen intuiciones de una agudeza e ingeniosidad espantosas en la concepción de problemas:

Al-‘Adli – Kitab ash-shatranj (Libro del Ajedrez).

Ar-Razi – Al-lutf fy ash-shatranj (Elegancia en el Ajedrez).

As-Suli – Kitab ash-shatranj (Libro del Ajedrez – I).

– Kitab ash-shatranj (Libro del Ajedrez – II).

Al-Lajlaj – Kitab mansubat ash-shatranj (Libro de los problemas de ajedrez).

Aliqlidisi – Kitab majmu’ fy mansubat ash-shatranj (Livro de la colección de los problemas de ajedrez).

 1. Este artículo recoge y desarrolla –enfatizando la cultura árabe– temas presentados –más ampliamente en lo que se refiere a la cultura occidental medieval– en el libro Lauand, L.J. O Xadrez na Idade Média. S. Paulo, Perspectiva-Edusp, 1988.

En ese libro se encuentran, además de indicaciones bibliográficas, la traducción de la obra que inició la gran literatura ajedrecista occidental, el Libro del Acedrex de D. Alfonso X (1221-1284).

Los problemas árabes y algunos otros datos históricos proceden de la clásica obra de H. J. R. Murray. A History of Chess, Oxford at the Clarendon Press, reimpr. 1962.

2. Murray (p.159) señala que pil –em árabe, fil– no es palabra nativa persa (sea como fuere, en cuanto nomenclatura ajedrecista, es importada de los persas); y farzan, sabio, no tiene conexión con wazir (visir), y el hecho de que la pieza haya sido identificada posteriormente con el visir se debe a su proximidad con el rey en el tablero.

3. El rey es algunas veces, sugestivamente, también llamado de nafs (alma o self): puede perderse cualquier pieza, pero no a sí mesmo, ¡no el alma!

4. Veáse en Murray el cap. Invention of Chess in Muslim Legend. No falta entre ellas la conocida leyenda del rey que quiso recompensar al inventor del juego y, a primera vista, le pareció modesto la petición de granos de trigo: 1 grano de trigo para la 1a. casilla + 2 para la 2a. + 4 para la 3a. + 8 etc. en una progresión geométrica que acaba por completar ¡¡18.446.744.073.709.551.615 granos!!

 5. D. Alfonso, Libro del Acedrex, Introdução, in Lauand, op. cit., pp.67-68.

6. Cfr. Murray, pp.187 e ss.

7. Les quatrains d’Omar Khayyam, XCIV, Paris, Champ Libre, 1980.

8. En otro tiempo atribuido a Inocencio III. El texto completo y las indicaciones de fuentes se encuentran en Lauand, op. cit., cap. 4.

9. De un sólo vientre: el de Eva o el de la Tierra.

10. Participio de nasaba: construido, montado, arreglado, erigido, preparado…

Ya en el Occidente medieval, el problema se llama jocus partitus (juego partido), o juego de partido (D. Alfonso), indicando que se trata de una partición de aquello que sería un juego completo, que acabó siendo llamado también de partido.

De ahí deriva también, en inglés, jeopardy que, por extensión, pasó a significar una situación de peligro (un proceso semántico semejante a «estar contra las tablas«).

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