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En Lampedusa, el Papa denunció la «globalización de la indiferencia»

En Lampedusa,Francisco lanzó una fuerte crítica a Occidente por volverse insensible al drama de los inmigrantes clandestinos que arriesgan su vida para llegar a la isla italiana.

EL Papa visitó Lampedusa, símbolo de la inmigración africana en Europa, homenajeó a quienes "buscaban un lugar mejor pero encontraron la muerte", duro mensaje a la Unión. ©La Nación
EL Papa visitó Lampedusa, símbolo de la inmigración africana en Europa, homenajeó a quienes «buscaban un lugar mejor pero encontraron la muerte», duro mensaje a la Unión. ©La Nación

«¿Quién es el responsable de la sangre de estos hermanos y hermanas? ¡Nadie! ¿Quién de nosotros lloró por estas personas que estaban en el barco, por las jóvenes madres que llevaban a sus niños, por estos hombres que deseaban algo para sostener a sus familias? La cultura del bienestar nos hizo insensibles a los gritos de los otros. Somos una sociedad que olvidó la experiencia del llanto, la globalización de la indiferencia nos sacó la capacidad de llorar.»

El primer viaje de Francisco, una visita relámpago a la isla de Lampedusa, símbolo del drama de inmigrantes y refugiados, al sur de Sicilia, fue como un puñetazo en el estómago para Occidente. El papa del fin del mundo, hijo de inmigrantes, se convirtió en el primer pontífice que pisa Lampedusa, puerto de entrada de miles de personas sin papeles en busca de esperanza y sitio olvidado del paupérrimo sur. Desde allí, lanzó un vibrante j’accuse contra la indiferencia del mundo.

«¡Nos acostumbramos al sufrimiento del otro, que no tiene que ver con nosotros, no nos importa, no nos concierne!», clamó Francisco, que realizó este primer viaje a un lugar postergado para «despertar conciencias».

En una homilía durísima, que sacudió a la clase política de la Unión Europea (UE) -una fortaleza inaccesible, con políticas migratorias restrictivas-, el Papa habló sin vueltas del drama de los «sin papeles». Se estima que en los últimos 25 años murieron unas 20.000 personas en el mar que rodea Lampedusa, isla de 6000 habitantes que queda al sur de Sicilia, más cerca de África que de Italia. Miles de personas que huyeron de la miseria, de guerras o fueron víctimas de trata de personas.

«Estos hermanos y hermanas nuestros buscaban salir de situaciones difíciles para encontrar un poco de serenidad y de paz», dijo el Papa ante 10.000 fieles que participaron de una misa en el campo deportivo de la isla, al lado de un cementerio de barcazas. «Buscaban un lugar mejor para ellos y para sus familias, pero encontraron la muerte. ¡Cuántas veces aquellos que buscan esto no encuentran comprensión, acogida, solidaridad! ¡Y sus voces llegan hasta Dios!», subrayó, bajo un sol implacable.El ex arzobispo de Buenos Aires, que usó un cáliz y una cruz hechos de madera de patera, vestía paramentos violeta: quiso celebrar una liturgia penitencial, para pedir perdón por esa vergüenza que significan los naufragios de los inmigrantes y su trato muchas veces inhumano.

Al evocar el pasaje de la Biblia en el que Dios le pregunta a Caín: «¿Dónde está tu hermano?», Francisco se preguntó: «¿Quién es el responsable de esta sangre?». «¡Nadie!» respondió, citando un clásico de la literatura española, Fuenteovejuna . También citó a Alessandro Manzoni y la figura del «Innominado» de su obra maestra, Los novios .

«Pidamos al Señor la gracia de llorar sobre nuestra indiferencia, sobre la crueldad que hay en el mundo, en nosotros, y en aquellos que en el anonimato toman decisiones socioeconómicas que abren el camino a dramas como éste», disparó al final del sermón, en el que mencionó también a «aquellos que con sus decisiones a nivel mundial han creado situaciones que conducen a estos dramas».

Al llegar por la mañana desde Roma, el Papa se subió a un barco patrullero, el mismo que suele rescatar a diario a centenares de desesperados, para rezar y lanzar al mar una corona de flores amarillas y blancas, en recuerdo de las víctimas. Más tarde, en el muelle Favarolo, donde dos horas antes habían desembarcado 116 personas, saludó, uno por uno, a inmigrantes africanos.

Uno de ellos, de Eritrea, a través de un intérprete, le contó su terrible experiencia. «Antes de llegar aquí pasaron por las manos de los traficantes, esas personas para las que la pobreza de los otros es una fuente de lucro», denunció Francisco en su sermón.

En un viaje marcado por la austeridad (el Papa no quiso la presencia de altas autoridades, alfombras rojas ni pompa), se trasladó hasta donde celebró la misa en un simple jeep Fiat prestado por un habitante de la isla. En el trayecto, fue aclamado por miles de personas. «Se ve, se siente, Francisco está presente», clamaba la multitud, entre la cual podían verse banderas argentinas.

UNA PUERTA DE INGRESO A LA UE

  • Oleadas de inmigrantes
    Desde 1999, más de 200.000 inmigrantes transitaron por Lampedusa, provenientes de África, Medio Oriente y otros países asiáticos, con el objetivo de llegar a Europa.
  • En ascenso
    El éxodo creció desde las protestas que estallaron en 2011 en el mundo árabe.

Por Elisabetta Piqué
Con información de La Nación

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