Máximas de los drusos
Dice Mackenzie:
Se establecieron en el Líbano hacia el siglo X y parecen ser una amalgama de kurdos, maridárabes y otras tribus semi-cultas.
Su religión es una mezcla de judaísmo, cristianismo e islamismo.
Tienen jerarquía sacerdotal y un sistema regular de signos y consignas.
A la iniciación precede un año de noviciado y los dos sexos pueden aspirar a ella.
Entresacamos este pasaje para que se vea cuán poco saben acerca de estos místicos orientales, eruditos tan fidedignos como Mackenzie.
El orientalista Mosheim, que sabe tanto, o por mejor decir, tan poco como sus colegas, cae en la candidez de apuntar que la religión de los drusos es peculiar de ellos y está envuelta en el misterio.
Valiera más decir que lo estuvo.
Es natural que en la religión de los drusos haya vestigios de mazdeísmo y gnosticismo, pues en el fondo coincide con el sistema ofita.
Pero el dogma capital de los drusos es la absoluta unidad de Dios, esencia de toda vida, incomprensible e invisible, aunque a veces se manifiesta en forma humana, y que se ha encarnado varias veces en la tierra.
Según los drusos, fue Hamsa el antecesor de la futura manifestación o décimo Mesías, que se llamará Hakem.
En sus escritos da Bohaedin a su maestro Hamsa el título de Mesías, y lo considera como personificación de la Sabiduría universal.
Sus discípulos, que en distintas épocas comunicaron sabiduría a los hombres, aunque estos la olvidaran, fueron en número de ciento sesenta y cuatro.
De aquí que haya entre los drusos cinco grados de iniciación, simbolizados los tres primeros por los tres pies del candelabro del santuario interno que sostiene la luz de los cinco elementos correspondientes a los cinco grados, de los que los dos últimos son los más terroríficos por corresponder al orden superior de iniciación.
Dice un libro druso que los tres pies del candelabro llevan los simbólicos nombres de Aplicación, Entrada y espectro, para dar a entender que el cuerpo es un fantasma, una sombra espectral interpuesta entre las almas externa e interna del hombre.
También llaman al cuerpo el rival, porque es ministro del pecado y del mal y siempre suscita disensiones entre la celestial inteligencia (espíritu) y el alma, a que sin cesar está tentando.
Las ideas de los drusos acerca de la transmigración son pitagóricas y cabalísticas.
Según ellos, el temeami (espíritu o alma divina) estaba infundido en Elías y Juan el Bautista, y el alma de Jesús era del mismo grado de pureza que la de Hamsa.
El día de la resurreción, los vehículos espirituales de los hombres quedarán absorbidos en la divina Esencia; pero las almas conservarán sus formas astrales, excepto los escogidos, que desde el momento de separarse de sus cuerpos tendrán ya existencia puramente espiritual.
Distinguen los drusos en la constitución del hombre: cuerpo, mente y espíritu.
La mente es el vehículo de la divina chispa de su Hamsa (Christos).
Su credo consta de siete artículos capitales que, no obstante su divulgación entre los profanos, han sido lastimosamente tergiversados por los autores extranjeros, como por ejemplo, Appleton en su Enciclopedia americana, según aparece en el siguiente cuadro sinóptico:
Máximas de los drusos
LOS SIETE ARTÍCULOS TAL COMO LOS INSTRUCTORES LOS COMUNICAN VERBALMENTE | LOS SIETE MANDAMIENTOS ADULTERADOS POR FALSA EXPOSICIÓN |
1.º Unidad de Dios. | 1.º Veracidad en las palabras, pero sólo respecto de la religión y los iniciados, pues es lícito hablar con mentira a los hombres de las demás religiones. |
2.º Excelencia esencial de la Verdad. | 2.º Auxilio mutuo. Vigilancia y protección. |
3.º Tolerancia. Derecho concedido a todos de exponer libremente sus opiniones religiosas y analizarlas con arreglo a la razón. | 3.º Repudiar todas las religiones extrañas. |
4.º Respeto a todos los hombres según su carácter y conducta. | 4.º Apartarse de corazón, aunque no externamente, de los infieles de todo linaje. |
5.º Sumisión completa a la voluntad de Dios. | 5.º Reconocimiento de la eterna unidad de Dios. |
6.º Pureza de cuerpo, mente y alma. | 6.º Resignarse a los juicios divinos. |
7.º Auxiliarse mutuamente en todas las ocasiones. | 7.º Someterse a la voluntad de Dios. |
Como se ve, no sólo está adulterado el texto, sino alterado el orden sucesivo de los artículos, en demostración de la ignorancia o acaso malicia de autores que, como Silvestre de Sacy, tratan de asuntos que por completo desconocen.
Las virtudes teologales de los drusos son: caridad, justicia, mansedumbre y misericordia, aparte de otras que se exigen de los iniciados.
Los cinco pecados capitales son: robo, asesinato, crueldad, avaricia y calumnia, con otros que enumeran las tablas sagradas y no debemos citar.
La moral de los drusos es severamente inflexible, y nada podría desviarlos de su deber.
Algunos exploradores han afirmado equivocadamente que estos unitarios del Líbano carecen de ritual religioso, por ignorar que lo mantienen oculto a la curiosidad de los extraños.
Celebran asambleas públicas todos los jueves, pero ningún intruso logra asistir a las secretas de los viernes.
Las mujeres son admitidas a la iniciación en las mismas condiciones que los hombres, y representan muy importante papel en las ceremonias religiosas.
El período de prueba o noviciado es largo y riguroso, a menos que por excepcionales motivos obtenga dispensa el candidato.
Periódicamente se celebra una fiesta religiosa en que los ancianos de la comunidad y los iniciados de las dos categorías superiores van en peregrinación de varios días a un monasterio de cierto paraje de las montañas, edificado en los albores del cristianismo.
Sin embargo, el viajero no vería en aquel lugar más que las ruinas de otro monasterio todavía mayor, donde algunas comunidades gnósticas celebraron las ceremonias del culto religioso en la época de las persecuciones; pero subterráneamente, en área mucho más vasta que la de las ruinas, a flor del suelo, se dilatan las celdas, salones y capilla, cuya riquísima ornamentación, hermosas esculturas y magnificencia de vasos sagrados, parecen “sueño de gloria”, según expresión de un iniciado.
Así como en los monasterios mogoles y tibetanos se aparece en las fiestas solemnes la sagrada sombra de Buda, así también en aquella festividad se aparece el etéreo y resplandeciente espectro del bienaventurado Hamsa para aleccionar a sus fieles.
Durante las noches que dura la asamblea ocurren prodigiosos fenómenos de orden mágico, y allí en el seno de la madre tierra, sin el más leve rumor que perturbe la gravedad de las ceremonias ni el más tenue rayo de luz que delate su existencia, celebran los iniciados drusos sus misterios religiosos tal como los celebraban en el pasado.
Lo mismo que Jesús, fue Hamsa hombre mortal; pero Hamsa y Cristo representan conceptos equivalentes en su sentido interno y simbolizan el nous o yo superior del hombre.
Los drusos enseñaban, de acuerdo con los filósofos antiguos y los iniciados de toda época, que el hombre tenía un alma mortal y otra inmortal.
Carta de Rawson:
El profesor Rawson, de Nueva York, intrépido viajero y excelente amigo del arte, corrobora nuestros personales informes acerca de los drusos en la siguiente carta, en que por razones de él sabidas quebranta el secreto de su iniciación en la hermandad de los unitarios del Líbano. Dice así:
Nueva York, 6 de Junio de 1877.
… He recibido su nota en que me pide un relato de mi iniciación en la secreta hermandad de los drusos de Líbano.
Como sabe usted perfectamente, me comprometí entonces a no revelar los secretos recibidos y así ningún interés público tendrá lo que pueda yo decir.
Sin embargo, me complazco en dar a usted los informes compatibles con el sigilo, para que los aproveche como mejor le convenga.
Por dispensa especial fue tan sólo de un mes mi período de prueba, durante el cual me seguía un sacerdote como si fuera mi sombra y era mi guía, intérprete, criado y cocinero, sin dejarme de vista para asegurarse de que me ajustaba estrictamente a las dietas, abluciones y demás prácticas del noviciado.
También me instruía en el ritual cuyo texto recitábamos o cantábamos, según el caso, a manera de ejercicio práctico.
Si nos encontrábamos cerca de una aldea drusa en jueves, asistíamos a la asamblea pública de culto e instrucción religiosa.
Antes de mi iniciación no pude asistir a las asambleas secretas de los viernes, ni creo que nadie haya podido asistir, pues para ello fuera necesario concertarse con un sacerdote cuya traición le costaría la vida.
A veces los sacerdotes de buen humor engañan a los curiosos con una iniciación simulada, sobre todo si sospechan que es espía de los misioneros.
Hay iniciados de ambos sexos, y la índole de las ceremonias requiere el concurso de hombres y mujeres.
El mobiliario de la “casa de oración” y de la “cámara de visión” se reduce a una alfombra extendida en el suelo.
En la “Sala Gris” (cuya situación jamás se determina, pero que está en paraje subterráneo, no lejos de Bayt ed-Deen) hay algunos adornos de mucha riqueza y valiosas joyas fabricadas por orfebres árabes de cinco o seis siglos atrás, según se colige de sus fechas e inscripciones.
El día de la iniciación ha de permanecer el candidato en ayuno natural desde el amanecer hasta la puesta del sol en invierno, o hasta las seis de la tarde en verano.
La ceremonia consiste en una serie de tentadoras pruebas de la resistencia física y moral del candidato, que rara vez sale triunfante de todas las pruebas, pues la naturaleza prevalece contra la voluntad en las más difíciles.
Entonces se demora la iniciación para otro año en que se repiten las pruebas.
Una de las por que pasa el neófito, consiste en ponerle delante, como al descuido, apetitosos y suculentos manjares de comida y bebida, por ver si quebranta el ayuno.
La prueba es dura en semejantes circunstancias; pero todavía es más difícil de vencer la en que le dejan solo durante media hora a puerta cerrada con la sacerdotisa más joven y hermosa de las siete que toman parte en la ceremonia.
La tentadora mujer se le acerca en actitud insinuante, y con enloquecedoras palabras, cuya sugestión acreciente el magnetismo de su mirada, suplica al neófito que “la bendiga”.
¡Desgraciado de él si cae en la tentación!
Cien ojos atisban por disimulados agujeros, aunque el neófito crea que nadie puede verle en lugar tan oculto.
El sistema religioso de los drusos no tiene nada de infiel ni de idolátrico.
Conservan vestigios del en otro tiempo grandioso culto de la Naturaleza, que a causa de las persecuciones debió refugiarse en las comunidades secretas, cuyas reuniones alumbraban las lámparas de la capilla subterránea.
El credo religioso de los drusos está resumido en siete artículos que no confían a la imprenta ni a la escritura, aunque hay otro código apócrifo impreso con el solo propósito de despistar a los curiosos.
El resultado de la iniciación me pareció ser como si soñara despierto y viese o creyese ver a personas distantes de aquel lugar miles de kilómetros.
Me figuraba ver a parientes y amigos que a la sazón se hallaban en Nueva York; pero no sé a qué atribuir este resultado.
Las imágenes espectrales aparecían en un aposento obscuro, mientras mi guía hablaba en voz alta y la comunidad entonaba cánticos en la sala contigua, cuando ya a la caída de la tarde estaba yo debilitado por el ayuno y fatigado de las muchas ceremonias de aquel día en que me había tenido que vestir y desnudar diferentes veces, aparte del esfuerzo mental para resistir las excitaciones concupiscentes de modo que no prevaleciesen contra la voluntad.
Todo esto, añadido al embargo en que mi atención tenían las escenas ceremoniales, me estorbaban de juzgar con acierto los fenómenos de índole mágica de que siempre anduve receloso.
Conozco las manipulaciones de la linterna mágica y otros aparatos de ilusionismo; pero del examen que después hice del aposento o cámara de visiones, colegí que no se había empleado conmigo ningún otro medio que la voz de mi guía e instructor.
Por otra parte, en sucesivas ocasiones, hallándome en el hotel Hornstein de Jerusalén, muy lejos del lugar de iniciación, se me volvieron a aparecer los mismos espectros.
La nuera de un conocido comerciante judío de Jerusalén está iniciada y tiene la virtud de evocar durante cierto tiempo estas apariciones ante quienes sujeten estrictamente su conducta a las reglas de la hermandad.
La duración de estas apariciones depende de la naturaleza más o menos delicada y receptiva del visionario.
Estoy firmemente convencido de que el carácter de la iniciación es tan singular, que no fuera posible conferirla por instrucciones escritas, siendo, por lo tanto, indispensable que el candidato pase personalmente por todas las ceremonias de la cámara.
Así resulta mucho más difícil de describir que la de los masones.
Los secretos de la hermandad no se le revelan al neófito por explicación oral, sino por actuante representación plástica en la que intervienen varios iniciados.
No tengo necesidad de decir que las creencias de los drusos coinciden con las de los antiguos griegos en algunos puntos, como en considerar en el hombre dos almas, superior e inferior, simbolizadas en el paso de la “cámara inferior” a la “cámara superior”, según debe usted saber si está iniciada.
De no estarlo, le ruego me dispense la suposición, pues aun los más íntimos amigos mantienen entre sí la reserva, y en Dayr-el Kamar se dio el caso de que marido y mujer se ocultaran mutuamente el secreto de su iniciación por espacio de veinte años.
Seguramente tendrá usted fundados motivos para no apartarse de su propio criterio. Su afectísimo, A. L. RAWSON.
Todo extranjero es admitido en las asambleas públicas que los drusos celebran los jueves.
Si es cristiano, el okal leerá la Biblia, y si es musulmán el Corán, sin otra ceremonia; pero en cuanto se haya marchado el forastero, cerrarán cuidadosamente las puertas de la capilla, y trasladándose al subterráneo procederán a la celebración de sus peculiares ceremonias.
El coronel Churchill, uno de los pocos autores severamente imparciales, dice sobre este punto:
Los drusos son un pueblo mucho más característico todavía que el judío.
Contraen matrimonio tan sólo entre los de su misma nacionalidad, están tenazmente aferrados a sus tradiciones, mantienen en escrupuloso sigilo sus ceremonias, y rarísimo es el que se convierte a otra religión…
La mala fama del califa a quien consideran como el fundador de su doctrina, está de sobras compensada por la pureza de sus santos y el heroísmo de sus caudillos.
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