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Siria: nada que Occidente gane – Por Immanuel Wallerstein

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Siria: nada que Occidente gane ©Vanguardia

Nada ilustra más las limitaciones del poder occidental que la controversia interna que sus élites sostienen en público acerca de lo que deberían hacer los estados europeos occidentales y Estados Unidos en particular respecto de la guerra civil en Siria. Llamaré a estas dos posiciones la de los intervencionistas y la de los prudentes. Cada una acusa a la otra, y con alguna vehemencia, de urgir a que se instauren políticas que tendrían como resultado terribles consecuencias negativas para el poderío geopolítico de Estados Unidos y de los europeos occidentales. La cuestión es que ambas tienen la razón. Cualquier cosa que hagan Estados Unidos y los estados europeos occidentales tendrá, de hecho, terribles consecuencias negativas para ellos. Ésta es una perfecta situación en la que pierden de cualquier modo las fuerzas dominantes en el mundo.

Examinemos los argumentos proferidos por cada grupo. La revista Time de hecho pidió a dos figuras importantes –Zbigniew Brzezinski y John McCain– que expresaran sus argumentos opuestos en dos artículos de opinión aparecidos en el número del 9 de mayo. El título de texto de Brzezinski fue: «Siria: la intervención sólo empeorará la situación». El título del texto de McCain era: «Siria: la intervención es en aras de nuestros intereses».

Brzezinski argumenta de este modo: «El conflicto sirio es una guerra sectaria en una región volátil y una intervención estadunidense lo único que logrará es aumentar el potencial de éste para expandirse y directamente amenazar los intereses estadunidenses». Entonces, qué. “La única solución es buscar el respaldo de China y Rusia para unas elecciones impulsadas por Naciones Unidas en las que, con buena suerte, Assad pueda ser ‘persuadido’ de no participar”.

Tal argumento no convence a McCain en lo absoluto. Al contrario, él dice: «Todas las terribles consecuencias que quienes están contra la intervención predijeron que pasarían si interveníamos ocurrieron porque no lo hicimos». Entonces, qué. «Para Estados Unidos, nuestros intereses son nuestros valores y nuestros valores son nuestros intereses.»

Otra figura importante del establishment que llamó a la prudencia fue Fareed Zakaria en su artículo de opinión en el Washington Post, también el 9 de mayo. Como sabemos, el presidente Obama habló de una «línea roja» relativa al uso de armas químicas, que si se cruzaba requeriría la intervención activa de Estados Unidos. Ha habido gran debate acerca de si se han usado o no armas químicas, y si se utilizaron quiénes fueron los que las emplearon. Obama ha tomado la postura de que la historia no es todavía clara y fue atacado por McCain y otros de minar la «credibilidad estadunidense».

Zakaria no compra el argumento. Dice que los comentarios de Obama pueden haber sido demasiado sueltos, pero «uno no corrige un lenguaje descuidado mediante acciones militares descuidadas». Él también llama a un acuerdo político entre los partidos. Por otro lado, la salida de Assad (al que él le dice la «primera fase») será seguida de una «segunda fase» que “podría ser aún más sangrienta –con Estados Unidos enmedio”. Entonces, qué. «La intervención militar no terminará con la pesadilla humanitaria de Siria. Sólo alterará su composición.»

Esto no es para nada plausible para los editorialistas de Le Monde. Consideran que la visita del secretario de Estado estadunidense John Kerry a Moscú es una traición. Le llaman la «renuncia occidental» a la demanda hecha en agosto pasado por Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania de que la renuncia de Assad debía ser el pre requisito para las discusiones políticas al interior de Siria.

De los poderes occidentales, ha sido Francia la que ha asumido la línea más «intervencionista». Pero cuando el ministro de Exteriores de Francia, Laurent Fabius, concedió una entrevista a Le Monde el 9 de mayo, se le preguntó si Francia no estaba ahora asumiendo una postura de «esperar a ver qué ocurre». Y se le sintió muy poco confortable en su respuesta, al apuntar el hecho de que Francia no resolvería la situación por sí sola. Cuando delineó cuatro orientaciones, la primera fue que había que «continuar empujando en aras de una solución política», lo que apoyaba, en alguna medida, el viaje de Kerry a Moscú.

El primer ministro David Cameron, de Gran Bretaña, ha sido otro de los críticos que con voz más fuerte ha hablado de Assad. Pero es notablemente tímido acerca de cualquier compromiso militar. Él profirió la ahora famosa frase de que no propone que haya «botas británicas que pisen el suelo» en Siria. Parece ser que ningún gobierno occidental está listo a que haya «botas que pisen» ese suelo. Aun McCain no promueve esto. Simplemente dice que no será necesario, porque Estados Unidos puede lograr sus objetivos mediante una combinación de una «zona sin vuelos», el uso de aviones no tripulados (conocidos como drones) y con asistencia militar a los rebeldes. Sin embargo, los militares estadunidenses han dicho en repetidas ocasiones que una «zona sin vuelos» es en sí una operación bastante importante, una que a final de cuentas podría necesitar que «haya botas que pisen el suelo».

Mientras, el gobierno de Assad y las fuerzas rebeldes han reaccionado fríamente, si no es que con hostilidad, ante las propuestas de que haya pláticas bajo el auspicio conjunto de Estados Unidos y Rusia. Para empeorar la situación, desde el punto de vista Occidente-EU, el líder del grupo rebelde que ellos favorecen, Moaz al Khatib, de la Coalición Nacional para las Fuerzas de la Oposición y la Revolución Siria (Cnfors), renunció frustrado por los propios rebeldes y los gobiernos occidentales.

Parece que una de las consecuencias es que algunos de los rebeldes afiliados antes con el ejército del Cnfors se pasaron al grupo de Al Qaeda, Jabhat al Nusra. Este grupo es la némesis de los gobiernos occidentales y es etiquetado oficialmente por ellos como grupo terrorista. Este hecho refuerza, por supuesto, al bando de los prudentes.

Así que todos en Siria van cada quien por su lado, fulminándose unos a otros y a las potencias occidentales por no respaldarlos. Estados Unidos (y Europa occidental) no tienen buenas opciones, y sus élites por tanto continuarán gritándose unas a otras, sugiriendo políticas que de hecho serán ineficaces.

La guerra civil continúa. El saldo de muertes dentro de Siria es muy grande y lo será aún más .Los refugiados están inundando los países vecinos, en especial Jordania. La guerra ya se esparce y podría salirse de control totalmente. No es del todo imposible que los intervencionistas prevalezcan y que todo Medio Oriente se encuentre en una gigante incontrolable guerra sin fin.

La frase clave es «fuera de control». Lo que Estados Unidos y Europa occidental quieren es «controlar» la situación. No serán capaces de hacerlo. Y es por eso que hay los gritos de los «intervencionistas» y los pies pesantes de los «prudentes». Es una situación en la que ambos lados de Occidente pierden mientras que al mismo tiempo tampoco es una situación en la que gane algo la gente de Medio Oriente.

Traducción: Ramón Vera Herrera

© Immanuel Wallerstein

 Con indormación de : La Jornada

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