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Mujeres de presos palestinos se embarazan por medio de inseminación artificial

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Cuatro mujeres palestinas han quedado embarazadas por medio de inseminación artificial tras haber conseguido a escondidas el esperma de sus maridos, encarcelados con largas condenas en Israel, y con los que tienen prohibido mantener contacto directo en sus visitas.

Todas ellas han logrado quedar encinta, la mayoría después de varios intentos, gracias a la clínica de fecundación asistida Razan en la ciudad cisjordana de Nablus que les ha tratado gratuitamente como «una forma de contribución social y humanitaria a los palestinos que sacrifican sus vidas por su patria», según Salem Abu Khaizaran, uno de los responsables del centro médico.

Una de las mujeres embarazadas es Lidia Rimaui, esposa del preso Abdelkarim Rimaui, de Beit Rima, cerca de Ramala y condenado a 25 años de prisión, de los que le quedan aún más de dos decenas por cumplir.

«Estoy muy emocionada con mi embarazo, de un mes y tres semanas, queremos resistir a los israelíes teniendo más niños palestinos, es nuestro derecho incluso si nuestros maridos están en la cárcel.

Además, la inseminación artificial no va en contra del Islam», afirmó a Efe la mujer del recluso.

Rimaui explicó que «toda la gente involucrada en conseguir la libertad de los presos», como los abogados, han ayudado a sacar el semen de la cárcel en buenas condiciones de conservación, aunque no quiso desvelar los detalles del procedimiento empleado, ya que, de conocerlo, las autoridades israelíes cancelarían las visitas.

Las mujeres de los reclusos palestinos pueden visitarles y conversar con ellos en un locutorio a través de un cristal pero tienen prohibido el contacto directo con ellos o la posibilidad de realizar «vis a vis».

«Nosotros no intervenimos ni preguntamos cómo consiguen pasar a escondidas el esperma desde la prisión y llevarlo hasta Nablus», dijo el médico Khaizaran, que reconoció que muchas tentativas fracasan debido a las malas condiciones en las que llega el semen.

El facultativo calificó estas prácticas como un «derecho humano» ya que los presos involucrados cumplen largas condenas y el reloj biológico de sus mujeres tiene un plazo de caducidad por lo que, cuando salgan de la cárcel, éstas ya no podrán ser capaces de tener hijos.

Según el médico, la clínica Razan almacena docenas de muestras de esperma congelado de presos pertenecientes a todas las facciones palestinas.

Otra de las mujeres embarazadas es Rimah al Silaui, esposa de Osama al Silaui, de 55 años y originario de un pequeño pueblo cerca de Nablus, sentenciado a cuatro condenas de cadena perpetua y en prisión desde 1993.

«Quizás mi marido nunca pueda ver o tocar a su hijo. Pero, espero que salga, lo pueda tocar y ver porque los palestinos debemos ser tratados de una manera humana como todas las personas de este mundo», aseguró a Efe la mujer de este recluso.

Al Silaui criticó que los presos palestinos «tengan menos derechos» que Yigal Amir, declarado culpable del asesinato del primer ministro israelí, Isaac Rabin, y que tuvo un hijo en 2007 después de que a su esposa se le permitiese visitarle en prisión.

«Él no tuvo que pasar por las tremendas dificultades que mi marido y yo pasamos. Pero estoy muy feliz, lo conseguimos después de muchos intentos, fue muy difícil pero finalmente estoy embarazada», proclamó con una gran sonrisa de satisfacción.

La mujer espera que la situación de su marido mejore cuando sepa que tiene un hijo y considera los cuatro embarazos «un gran logro para los familiares de los presos que sueñan todos los días con oler, tocar y sentir a sus seres queridos».

«Cuando mi hijo nazca todo el pueblo lo celebrará como una boda», afirmó.

La clínica de Nablus requiere la presencia de un familiar cercano de cada una de las cónyuges durante el proceso de inseminación y todas las mujeres que han quedado embarazadas no tienen ninguna duda de que el que le han inseminado es el esperma de sus maridos.

En declaraciones a Efe, la portavoz de la Autoridad de Prisiones Israelí, Sivan Weizman, consideró «prácticamente imposible» que el esperma de los presos pueda sacarse de la cárcel en condiciones aptas para una inseminación artificial.

«Las mujeres de los presos tienen que esperar bastante tiempo antes de entrar y salir de la prisión durante las visitas y el esperma necesita ser congelado enseguida para que pueda ser útil», indicó Weizman.

EFE/Cisjordania.

Fuente : EL Siglo de Torreón

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