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De diplomático español a príncipe sirio

Alí Bey
Alí Bey

‘Viajes de Alí Bey por África y Asia’, que suma 888 páginas en su nueva y parece que definitiva versión castellana (Editorial Almed), nos habla de un largo periplo entre 1803 y 1808, de Marruecos a Turquía, por tierra, mar y burro. El escritor, Domingo Badía Leblich, diplomático ilustrado español, se transforma en el príncipe sirio Alí Bey el-Abbasí. Se trata de un hito del orientalismo dieciochesco europeo, y, en particular, español.

Por encargo de Manuel Godoy, Badía, camuflado de lujo y acento, y con gran escolta, conoció a reyes y sultanes de Argelia, Libia, visitó las ruinas griegas y mezquitas de Egipto y Arabia. Conoció un mundo musulmán ignoto para el resto de los occidentales en tiempos de Carlos IV. Produjo el ilustrado numerosos dibujos, además de escritos. En la mentada edición, presentada ayer en la Casa Árabe junto con el periodista Javier Valenzuela, Karim Hauser, Manuel Pimentel, el director de la editorial Jerónimo Páez y el editor y traductor, Roger Mimó. Salió la analogía de que se trataba del Richard Burton español.

«Hacía falta una buena edición. Las anteriores han sido o malas o parciales. En 2010 conocí a Jerónimo y ví que tenía el ejemplar de la edición de 1814 y conocía igual que yo o más el personaje», comentó Roger Mimó, el artífice de la nueva versión. «He descubierto, leyendo el texto, a una persona extraordinaria. A un gran científico. El último ejemplar de los ilustrados del XVIII y predecesor de los románticos». Mimó ha seguido la ruta de ‘Viajes de Alí Bey por África y Asia’, y además de acompañar el caudal del texto principal con abundosa nota a pie de página, ha ido sacando fotografías de los lugares dibujados verazmente por el protagonista.

Gran magnetismo

«Alí Bey no era solo su pseudónimo. Se sentía como un príncipe Abbasí. Cuando llegó a la Meca se sentía totalmente musulmán. Esto se refleja en su libro. Pero también sus ideas ilustradas, que intenta difundir entre los gobernadores de las regiones que visita». Mimó fue mostrando con diapositivas plano a plano, dibujo a dibujo, el itinerario Londres, Tarifa, Marruecos… y ya se adentra en el mundo ocre y exótico de las mezquitas, dibujadas por Alí Bey. Fez, Rabat, Marrakech, Essaouira, Larache. Ríos y roca, barcos y polvo en los caminos.

«Él llevaba un séquito de más de 20 o 30 personas. Gente muy adicta a su personalidad», explicó Mimó. «Como buen ilustrado, admiró las ruinas griegas de Patmos. Escribe «ruinas de arquitectura ciclópea»». Palestina, Egipto, Siria… «¡Es que el café del que habla sigue ahí 200 años después!». Mimó fue comparando el mundo de Alí Bey con la actualidad y hasta algunos locales coincidían. Y destacó la calidad de los dibujos del «buen ilustrado»: «El trabajo que tuvo que hacer ese hombre para ofrecernos estos detalles tan exactos de la cúpula de la roca».

«Habla muchísimo», consideró el editor, «de las costumbres y la gente de las regiones que visita. En Siria, por cierto, le gusta mucho la gente. Él se hacía pasar entonces por originario de Marruecos, ¡cuando en teoría él era un príncipe sirio!». Como ven, entre Tarifa y los Montes Tauro de Turquía, hay mucho movimiento. También anímico.

Por Álvaro Cortina
Fuente: El Mundo

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