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Los mosquitos, vencedores de Babilonia y Alejandro Magno

El principal dios de los babilonios, el dios Nergal, señor del Inframundo, era representado como un mosquito. Encontraremos el porqué de la metáfora si nos situamos en los cañaverales contiguos a las ruinas de Babilonia, en el lugar donde Alejandro Magno, dueño del mundo entonces conocido, murió en el año 320 a. J.C., a los treinta y tres años de edad. En ese lugar se unen el Éufrates y el canal de Hillah, después de rodear con su curso la antigua ciudad.

Esto nos lleva a la historia del festín de Baltasar, el general babilonio del siglo VI a. J.C. que defendió la ciudad contra Ciro y los persas. Los soldados se burlaron cuando los hombres de Ciro empezaron a excavar una profunda zanja alrededor de la ciudad a fin de rendirles por el hambre. Eso pensaba la guarnición de Baltasar, al haber dentro de las murallas provisiones para subsistir treinta años. Ciro escogió la noche del festín, en que una mano misteriosa escribió en las paredes de la sala del banquete las palabras: «Mene, mene tekel, upharsin» («Los días de tu reinado han sido contados por Dios y ha señalado tu fin»), para encauzar las aguas del Éufrates por la zanja.





Los persas invadieron entonces la ciudad cruzando el lecho seco del río. Al ser desviado, el Éufrates redujo las inmediaciones de Babilonia a una extensión de terreno completamente anegada de agua. Allí se criaban por doquier los mosquitos propagadores del paludismo. Estos insectos produjeron la enfermedad y la muerte, y debilitaron a la población de modo que ésta era incapaz de conservar los sistemas de regadío y de cultivar la tierra. Y así se aceleró el colapso, por lo que podemos decir que fue el mosquito, y no los mongoles, el que destruyó Babilonia.

Mucho antes de que las hordas asiáticas se convirtieran en la pagana «escoba destructora» que barrió Babilonia en cumplimiento de la profecía de Isaías«Y será Babilonia, joya de los reinos, adorno soberbio de los caldeos, como la catástrofe de Dios sobre Sodoma y Gomorra y no será habitada jamás» (I, 13-19)—, los mosquitos se habían convertido en los comandos del Señor de los Ejércitos.

El invencible Alejandro conquistó Babilonia y a través de Persia llegó hasta la India para adueñarse de civilizaciones más antiguas que la suya propia. Al frente de sus ejércitos volvió por tierra a Babilonia, allí enfermó y murió de paludismo por la picadura de un mosquito.

Por S. Río

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