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Desde antiguo, muchas religiones se han expresado quemando libros

Incendio de la Biblioteca de Alejandría

Valentino Gentile (1520-1566), era natural de Nápoles y vivió en Ginebra. Seguidor de Socino, escribió un discurso sosteniendo que la doctrina trinitaria de Calvino postulaba un cuarto miembro de la Trinidad. Fue encarcelado durante nueve años. No obstante, a través de la tortura se retractó, pero no sirvió de nada y fue decapitado en Berna. Su obra fue quemada.

Akenatón hizo desaparecer cientos de textos para consolidar el culto de Atón.

Durante el saqueo de Constantinopla en 1453 se quemaron miles de manuscritos contrarios a la fe de Muhammad.

En el incendio de la Biblioteca de Alejandría se destruyeron más de setecientos mil manuscritos.

En cincuenta y seis túneles de las montañas Chistan, en la comunidad de Quetta, en Pakistán, un grupo de sirvientes se desvive hoy por custodiar un cementerio con setenta mil bolsas que resguardan ejemplares dañados del Corán. Estos depósitos son llamados «Jabal-E-Noor-Ul-Quran».





En abril de 2003 se saqueó el Museo Arqueológico de Bagdad, más de catorce mil artefactos menores fueron robados, también ardió el Archivo Nacional, con más de diez millones de registros del período otomano y republicano, y se quemaron un millón de libros de la Biblioteca Nacional; esto se repitió en las bibliotecas de Awqaf, de la Universidad de Bagdad y en decenas de bibliotecas universitarias de Irak.

En Basora, el museo de historia natural fue incendiado, así como la Biblioteca Pública Central, la Biblioteca de la Universidad y la Biblioteca Islámica. En Mosul, la Biblioteca del Museo fue visitada por expertos en manuscritos, quienes seleccionaron ciertos textos y se los llevaron. El museo de Tikrit fue saqueado sin contemplaciones por bandas organizadas. Todas las piezas robadas, así como las de Hatra, Isin, Kulal Jabr, Nínive, Larsa, Tell el-Dihab, Tell el-Jebeit, Tell el-Zabul, Tell Jokha, Ur, Tell Naml y Umm el-Aqarib fueron transportadas a Damasco y Kuwait y se vendieron a coleccionistas  privados de Roma, Berlín, Nueva York y Londres, donde se pagaron cantidades astronómicas. Lo verdaderamente triste es que dentro de un tiempo veremos muchas de esas piezas en museos oficiales, tras ser compradas por los gobiernos correspondientes a precios espectaculares.

Se cuentan por cientos de miles los libros destruidos o perdidos desde la más remota antigüedad; los verdaderos orígenes del conocimiento se han perdido.

Por S. Río

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