Libia e Irak – Crónicas de una gran mentira
Libia e Irak, dos países devastados por la intromisión Norteamericana Historia de la gran mentira de los Estados Unidos.
Libia
Libia, en árabe Al-Libia, es un país ubicado al norte de África, limita al norte con el Mar Mediterráneo, al este con Egipto, al sureste con Sudán, al sur con Chad y Nigeria, al oeste con Argelia y al noroeste con Túnez. Fue colonia italiana desde 1912 hasta su independencia en 1952. Desde entonces estuvo liderada por el Rey Idris I, quien dejó el poder hasta tras ser derrocado en 1969. El coronel Muammar Al Gadafi tomó el poder e implantó un gobierno conocido como Yamahiriyya, (Estado de las Masas).
Invasión a Libia
La invasión a Libia comenzó el 19 de marzo de 2011, con el ataque de los cazas Rafale de la fuerza aérea francesa a un número indeterminado de inocentes.
El conflicto se extendió entre febrero y octubre de 2011 y terminó con el asesinato del líder libio y la victoria de los rebeldes.
Estados Unidos envió a 12 mil soldados a Libia en la primera fase de movilizaciones hacia la nación norafricana. Las tropas llegaron a Brega, bajo la supuesta premisa de generar “estabilidad” y “seguridad”.
La llegada de la marina estadounidense coincidió con el estallido de una bomba de “fabricación casera” en la sede del autoproclamado Consejo Nacional de Transición, (CNT), ubicado en la ciudad de Benghazi, al noreste, luego de que al menos 200 personas protestaran ante sus oficinas denunciado la falta de transparencia en la justicia.
Responsables de CNT aseguraron que “han reforzado las medidas de seguridad” y que investigan quiénes fueron los responsables del ataque.
El 20 de octubre de 2012 el entonces presidente libio, Muammar Gaddafi, fue capturado por las fuerzas de la Organización del Atlántico Norte, (Otan), y entregado a mercenarios rebeldes que procedieron a ejecutarlo. Dos días antes, la Secretaria de Estado de EEUU había hecho una visita a Trípoli para reunirse con el CNT.
La OTAN venía realizando un fuerte bombardeo al país norafricano, luego de la aprobación de la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad la Organización de Naciones Unidas que solo se refirió a crear una zona de seguridad aérea, lo que ocasionó una fuerte crítica alrededor del mundo, incluidas las potencias Rusia y China, porque los misiles ocasionaron la muerte de más de 50 mil personas, la mayor parte civiles.
Organizaciones de derechos humanos denunciaron crímenes de guerra y violaciones contra civiles libios por parte de las tropas de la OTAN.
Diez días después de la muerte de Gaddafi, el CNT designó a Abdel-Rahim al-Kib como primer ministro libio. Al-Kib dictó clases en universidades estadounidenses y dirigió el Instituto del Petróleo de Emiratos Àrabes Unidos antes de unirse al CNT a mediados de 2011. Algunas de sus investigaciones en ingeniería eléctrica fueron financiadas por el Departamento de Energía de EEUU.
Desde 2014, Libia está dividida en dos, con una autoridad en el este, bajo el control del Parlamento en Tobruk y la tutela del mariscal Jalifa Hafter, y otra en Trípoli, sostenida por la ONU y representada por el primer ministro, Fayez al Serraj.
Los ciudadanos de Trípoli se quejan de la inseguridad, pues abundan los secuestros; los cortes de luz, al menos tres por semana que pueden prolongarse entre cuatro y ocho horas y de agua, la inflación y la falta de liquidez.
Libia en cifras
En 2010, Libia poseía un producto bruto interno de 73 mil millones de dólares, con un cálculo per cápita de 12.120 millones de dólares.
Sin embargo estas cifras en 2016 marcaban un ingreso del PBI de Us$33.000 millones y la cifra per cápita fue de 5.193 millones de dólares.
Por otro lado las reservas internacionales se constituían en 106 mil millones de dólares, mientras que en 2016 estas reservas se redujeron a 70 mil millones de la moneda estadounidense.
La extracción de petróleo en 2010 fue de 1,6 millones de barriles y en 2016, tan solo 0,4 millones.
La intervención de la OTAN produjo un costo por los daños causados a Libia de Us$14 mil millones . Cuatrocientos treinta y cinco mil ciudadanos fueron desplazados en el interior, cuatrocientos mil refugiados libios llegaron a Italia en 2016. El 44% de los hospitales de Libia quedaron fuera de servicio y esa situación continúa aún hoy. Fueron cerradas 558 escuelas.
Irak
La invasión de Estados Unidos a Irak fue una acción militar para lograr el control de los recursos petroleros de la nación árabe y para expandir su posición geoestratégica en el Medio Oriente. Ha sido uno de los objetivos políticos de Estados Unidos durante 15 años para tomar el control en zonas petroleras y asegurar el abastecimiento energético de su país, sin importar las muertes.
El ataque a las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001 fue el pretexto usado por el Gobierno de los Estados Unidos, entonces presidido por George W. Bush para lanzar la operación de “lucha contra el terrorismo” que resultó en un guerra civil.
El real objetivo de la operación militar era tomar el control petróleo en Irak a toda costa. A principios de marzo de 2003 se reunieron en islas Azores, (Portugal), los mandatarios de EE.UU., Reino Unido, España y Portugal, para informar a Irak de la invasión y fijar la fecha del inicio del ataque aéreo a Bagdad, (capital).
En noviembre de 2001 se fijó el objetivo estratégico de la “Guerra contra el terrorismo” de Bush: la Administración estadounidense ya tenía un plan de ataque contra la nación y ese mes su secretario de Estado, Colin Powell, coordinó la invasión militar, y preparó una gran maquinaria mediática que propició el terreno para iniciar el caos.
El 20 de marzo del 2003 se dio inicio a la invasión con el apoyo militar de Austria, Polonia y Dinamarca, en principio, para “liberar de la opresión al pueblo iraquí de Saddam Hussein“, a quien EE.UU. acusó de promover el terrorismo.
A la caída y captura de Saddam Hussein en diciembre de 2003 y su muerte el 30 de diciembre del 2006, el número de atentados en el país aumentó siete veces tan solo en los primeros tres años, siendo Al Qaeda el grupo que se responsabilizó de los más sangrientos.
La invasión al territorio iraquí se prolongó desde el 2003 hasta el 2011 provocando una guerra civil en el país y la aparición de grupos terroristas como el autodenominado Estado Islámico, (DAESH), que se extendió por Siria e Irak.
Han pasado 15 años desde que el 9 de abril de 2003 las tropas estadounidenses se hicieran con el control de la capital de Irak, Bagdad. Uno de los objetivos principales de la invasión, que tuvo como consecuencia el derrocamiento de Saddam Hussein, fue la lucha contra el grupo terrorista Al Qaeda, apoyado, según las autoridades estadounidenses, por el gobierno iraquí. Otros de los argumentos que se airearon para justificar la invasión fue la supuesta existencia de armas de destrucción masiva, así como la lucha por la democracia.
Más tarde, se supo que en Irak no actuaba Al Qaeda. Sin embargo, tras la caída de Saddam Hussein, según distintas estimaciones, el número de atentados aumentó siete veces tan solo en los primeros tres años. De la misma manera, tampoco se descubrieron armas de destrucción masiva, aunque antes de la intervención EE.UU. aseguraba que Irak tenía armas nucleares y arsenales de armas químicas.
Quince años después, el país es el octavo más corrupto a nivel mundial. Los datos socioeconómicos, publicados por la organización Fund For Peace en su Índice de estados frágiles, permiten llegar a la conclusión de que Irak es un Estado fallido.
“La presencia de Estados Unidos aún es patente. Pese a la salida del Ejército, ahora actúa como el motor de los procesos políticos en Irak”, comenta Daham Alazawi, de la Comisión Independiente de Derechos Humanos iraquí. “La gente tiene miedo a hablar, lo que dificulta investigar”, se lamenta Alazawi. Según él, diferentes organizaciones internacionales e iraquíes han registrado “miles de violaciones a los Derechos Humanos“ durante la ocupación estadounidense.
Los crímenes de guerra durante la ocupación son reiterados. Documentos como, por ejemplo, los Registros de la Guerra de Irak, filtrados por Wikileaks en 2010, evidencian torturas y ejecuciones por parte de la policía iraquí, mientras que decenas de civiles muertos quedan eclipsados por las cifras oficiales.
La batalla de Faluya en 2004 fue decisiva. Decisiva para el destino de los niños nacidos tras aquel ataque, pues cada vez se registran más casos de muertes, de cáncer y de malformaciones congénitas. “Mientras estuve en Irak recibí muchas denuncias de personas que habían sufrido los efectos de las armas químicas. Surgió una gran cantidad de enfermedades que antes no existían: niños muertos con malformaciones, minusválidos”, comenta Taher Boumedra, ex jefe de la Oficina de derechos humanos de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Irak, (UNAMI, por sus siglas en inglés).
Los doctores atribuyen el aumento de casos al fósforo blanco y al uranio empobrecido que habrían usado las tropas estadounidenses durante los bombardeos. Pero Faluya no es la única localidad.
En Basra, en el sur de Irak, la cantidad de casos cancerígenos aumentó en “17 veces en comparación con los datos de 1991”, dice Souad Al Azzawi, profesora de ingeniería del medio ambiente. “Investigadores independientes comprobaron que en el pelo de las madres de niños nacidos muertos o con malformaciones había restos de uranio. Aunque Estados Unidos niegue el uso de uranio durante la guerra, estas mujeres tenían uranio en sus cuerpos”, añade.
Estos son solo dos ejemplos de las consecuencias de las invasiones encabezadas por Estados Unidos en Oriente Medio. En las operaciones militares se observan comportamientos sistemáticos, que permiten el apoyo de las organizaciones mundiales. Las mismas que justifican y dan “carta abierta” al accionar de los Estados Unidos que en ningún caso desempeñó un rol positivo en la región. La violación de los derechos de los países soberanos de Oriente Medio, sus habitantes y su patrimonio han producido en estos muerte, devastación y desolación mientras el mundo permanece ciego ante tanta desidia y horror.
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