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El otro Cortázar – El Traductor

26 de agosto de 1914 - 12 de febrero de 1984
26 de agosto de 1914 – 12 de febrero de 1984  Julio Cortázar .

“Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo”. Rayuela

La traducción al árabe del libro de relatos Final del juego, del escritor argentino Julio Cortázar, realizada por la traductora egipcia Maha Abdul Rauf, fue presentada en la 39ª Feria Internacional del Libro de El Cairo, que se mantuvo abierta al público entre el martes 23 de enero y el domingo 4 de febrero en 2007.

La traductora, , explicó que le llevó casi un año traducir al árabe los dieciocho relatos de Final del juego, libro cuya versión original fue publicada en Argentina en 1956. “Cortázar es un verdadero renovador, hay algo nuevo en cada relato, además de ese ambiente misterioso que sabe imprimir a todo lo que escribe”, relató para explicar su fascinación por el argentino.

“Para mí, lo más difícil ha sido trasladar el contenido de cada cuento de forma que el lector árabe lo pueda entender”, relató, y dejó claro que la tarea le resultó fascinante. Explicó que llegó a desesperarse ante las numerosas dificultades que encontró para publicar esta traducción en Egipto, dado el desinterés por la literatura en español, en relación con otras lenguas. Como ejemplo, explicó que el libro de relatos, ya traducido, “pasó dos años” en el Consejo Supremo de Cultura, organismo que valida las traducciones de literatura extranjera.

Posteriormente El libro de cuentos Ahí y ahora, de Julio Cortázar, también se tradujo al árabe gracias al trabajo de Abeer Mohamed Abd El-Hafez, profesora titular de la Universidad de El Cairo.

Abeer explicó que siempre ha admirado al autor argentino por considerarlo “una voz narrativa muy original” que no ha gozado de la misma fama en el mundo árabe como su compatriota Jorge Luis Borges o el colombiano Gabriel García Márquez.

A la traductora le atrajo “esta original mezcla de vanguardia y realismo mágico, así como la fantasía, los juegos narrativos, el elemento sorpresa y el cariño que despliega por los personajes femeninos”.

Abeer considera a Cortázar un autor “complejo”, y en este sentido las cualidades del escritor que más trabajo le han dado a la hora de conseguir una traslación exacta al árabe han sido “el uso del lunfardo argentino -el argot de Buenos Aires-, la multiplicidad de voces narrativas y la mezcla de oralidad y subconsciencia”.

Además de los libros antes mencionados se han traducido a la lengua árabe : Rayuela, Las armas secretas y Todos los fuegos el fuego.

ROBINSON CRUSOE / DANIEL DEFOE - TRADUCCIÓN DE JULIO CORTÁZAR
ROBINSON CRUSOE / DANIEL DEFOE – TRADUCCIÓN DE JULIO CORTÁZAR

El escritor y su doble: Cortázar traductor

Aurora Lauzardo

Cortázar, el escritor, ese perseguidor incansable de dobles, también tenía un doble en la vida real: Cortázar, el traductor. Traductor y escritor: un monstruo de dos cabezas que se desdobla una y otra vez en sus relatos. Traducción y escritura: la traducción como doble de la escritura, la traducción que traiciona la escritura, la traducción que anticipa la escritura. En el principio fue el traductor.

La carrera de Cortázar como traductor comenzó alrededor de 1937. Tenía veintipocos años y se desempeñaba como profesor en el Colegio Nacional de San Carlos de Bolívar. Habiendo publicado apenas algunos poemas y un par de cuentos, en esos años, traduce del francés para la revista Leoplán. Su primera traducción literaria en formato libro es Robinson Crusoe, que se publica en 1945. Al año siguiente, se publican sus traducciones de Memorias de una enana de Walter de la Mare, El hombre que sabía demasiado y otros relatos de Chesterton y Nacimiento de la Odisea de Jean Giono (ese año publica el cuento Casa tomada). En 1947, se publican sus traducciones de La poesía pura de Henri Brémond y El inmoralista de André Gide (ese año publica el cuento “Bestiario”).

En 1948, se recibe de traductor público y comienza a trabajar como traductor e intérprete para organismos internacionales como la UNESCO (a la cual llamaba Ionesco) y la Comisión de Energía Atómica en Viena. En 1951, publica la colección de cuentos Bestiario. Gracias a un contrato de la Editorial Sudamericana, en 1952, se traslada a París con su primera esposa, Aurora Bernárdez, quien también era traductora. Ese año publica el cuento Axolotl. El oficio de traductor le daba para vivir y viajar, pero, también, como decía en broma, le daba papel, una maquinilla y tiempo para escribir (en aquel tiempo trabajaba en sus Cronopios y en Rayuela).

En 1953, Francisco Ayala, entonces director de la Editorial de la Universidad de Puerto Rico, le encarga la traducción al español de la obra narrativa y ensayística de Edgar Allan Poe. Poco después de haber entregado los textos de Poe, Cortázar realiza su última gran traducción literaria, las Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar, que publica la Editorial Sudamericana en 1955.

Al parecer, después de traducir tanta buena literatura, el escritor encontró, por fin, la soltura que necesitaba para escribir Final del juego (que se publica en 1956), Las armas secretas (que se publica en 1959) y terminar, en 1963, esa maravilla de novela que es Rayuela. Como dijo Carlos Fortea: “Es perfectamente comprensible que este escritor tardío vuelque su tiempo sobre su obra propia, después de haber alcanzado tan elevado nivel en dar voz a gigantes como él”.

El héroe y el traidor: Cortázar traductor de Poe.

Cuando uno traduce, es decir, cuando no tiene la responsabilidad del contenido del original, su problema no son las ideas del autor porque él ya las puso allí; lo que uno tiene que hacer es trasladarlas y, entonces, los valores formales y los valores rítmicos, que está sintiendo latir en el original, pasan a un primer plano. Su responsabilidad es trasladarlos, con las diferencias que haya, de un idioma al otro. (Julio Cortázar)

Cortázar trabajó en la traducción de Poe desde septiembre de 1953 hasta junio de 1954; es decir, 303 días. Los dos tomos de la obra en prosa de Poe tienen un total de 1661 páginas de texto traducido (a razón de unas 450 palabras por página). Esto supone que Cortázar tenía que traducir 5 páginas y media por día (contando sábados, domingos y días feriados; y más le valía, pues cualquiera que haya hecho una traducción en su vida sabe que, si las dejamos desatendidas, las páginas se multiplican como los conejitos de la “Carta a una señorita en París”). A esto hay que sumar 102 notas del traductor, una introducción de 85 páginas de la vida y obra de Poe y 54 páginas de notas sobre los textos traducidos y no traducidos.

Claro que esto lo habría hecho cualquier traductor, siempre y cuando no se hubiese topado con algo como:“Washish squashish, squeak, Sinbad, hey-diddle diddle, grunt unt grumble, hiss, fiss, whiss…” O con un cuento titulado “The man that was used up: a tale of the late Bugaboo and Kickapoo Campaign”, cuyos personajes llevan nombres tan peregrinos y significativos como Miss. Bas-Bleu, Mr. Chiponchipino, Reverend Doctor Drummummup, Captain Mann y Mrs. Pirouette. Menudas piruetas debió hacer nuestro héroe ante semejante empresa. Sólo un genio de la escritura como Cortázar podía traducir ese universo polisémico donde cada nombre significa algo, o no significa nada, o significa una cosa y otra también (Bacon significa tocino pero también es nombre de filósofo).

Uno de los cuentos de la colección es una verdadera pesadilla de la traducción. Se titula “X-ing a Paragraph”, que Cortázar traduce “X en un suelto”, y cuenta la historia del director de un periódico, el señor Cabezudo (Mr. Bullet-head), quien era incapaz de escribir una palabra que no tuviera una “o”. Cuando el señor Cabezudo entra en una disputa editorial con el director del periódico que le hacía la competencia, nuestro pobre traductor se encuentra ante un párrafo en el que todas las palabras tienen, al menos, una “o”.

“So, ho, John! How now? Told you so, you know. Don´t crow, another time, before you´re out of the woods! Does your mother know you´re out? Oh, no, no! so go home at once, now John, to your odious old woods of Concord! Go home to your woods, old owl, go! You won´t? Oh, poh, poh, John, don´t do so… You´re only a fowl, an owl, a cow, a sow, a doll, a Poll, a poor, old, good for nothing to nobody log, dog, hog, or frog, come out of a Concord bog…”

Cortázar resuelve genialmente este problema, incluyendo tantas oes en la traducción como oes tiene el original:

“¡Oh, John; oh, tonto! ¿Cómo no te tomo encono, lomo de plomo? ¡Ve a Concord, John, antes de todo! ¡Vuelve pronto, gran mono romo! ¡Oh, eres un sollo, un oso, un topo, un lobo, un pollo! ¡No un mozo, no! ¡Tonto goloso! ¡Coloso sordo! ¡Te odio, John! ¡Ya oigo tu coro loco! ¿Somos bobos nosotros? ¡Tordo rojo! ¡Pon el hombro y ve a Concord en otoño con los colonos!”, etc.

En la sección de Marginalia de las Obras en prosa encontramos una reflexión sobre la traducción que Poe publicó, en noviembre de 1846, en Graham´s Magazine:

“La fraseología de cada nación tiene un tinte de rareza para los oídos de las naciones que hablan diferentes lenguas. Para transmitir el verdadero espíritu de un autor, dicho tinte debería ser corregido en la traducción. Sería bueno enorgullecernos menos de la literalidad, y más de la destreza en la paráfrasis. ¿No está claro que, mediante esta destreza, se puede traducir de manera de proporcionar a un extranjero una concepción más justa de un original de lo que el original mismo podría darle?”

Cuando escribió estas palabras, Poe no era capaz de imaginar que, 110 años más tarde, uno de los escritores más grandes del mundo se ocuparía de verter su obra al español. O quizás, en alguno de sus sueños lo imaginó, doblado sobre la máquina de escribir, rodeado de diccionarios abiertos, devanándose los sesos a altas horas de la madrugada y decidió gastarle una broma. “Washish squashish, squeak, Sinbad, hey-diddle diddle, grunt unt grumble, hiss, fiss, whiss…”

Aquí la traducción de Cortázar de este pasaje completo: “Patapún catabón tirilín Simbad, mantantirulirulá rataplán chin pún – me dijo cierto día, después de cenar… Pero me apresuro a pedir mil perdones, pues olvidaba que Vuestra Majestad ignora el dialecto de los “cockneys” (como se denominaban los animales-hombres, quizá porque su lenguaje constituía el eslabón entre el caballo y el gallo). Con vuestro permiso lo traduciré: “Patapún catabón”, etc. Significa: “Me alegra descubrir, querido Simbad, que eres un excelente individuo; por nuestra parte, estamos cumpliendo ahora algo que se llama circunnavegación del globo, y ya que tienes tantos deseos de ver mundo, cerraré los ojos y te daré un pasaje gratis en el lomo de la bestia.”

Y nosotros, lectores de esta traducción, debemos, por el contrario, abrir muy bien los ojos para no perdernos ni un detalle del maravilloso viaje que supone la lectura de Poe en el lomo de esa bestia de las palabras que es Julio es Cortázar.

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