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Hosayn Ibn Mansur – al-Hallay – 1ºParte

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En términos generales, Bagdad a finales del siglo 3º/ 9º, principios del 4º/10º, era una ciudad apasionante pero peligrosa para vivir en ella: no menos para los místicos que para los políticos, los poetas, los banqueros y demás especuladores, los jueces y escribas, los tradicionalistas y los filósofos. Aun cuando este breve estudio se centra en los místicos de la escuela de Bagdad, y en el gran sufí persa Hosayn Ibn Mansur «al-Hallay» (m. 309/922) en particular, siempre que uno revisa la época y el lugar encuentra una convergencia extraordinaria de fuerzas y de profesiones diversas que empuja a estos místicos, y al mismo misticismo, hacia un instante trágico bajo la atenta mirada del mundo entero.

Esta mirada no la deseaba la escuela de Bagdad, conducida por su guía Yoneid (m. 298/910), que era consciente de los peligros que para la senda mística, y para los propios sufíes, podía acarrear la indiscreción espiritual y la expresión de algunas opiniones susceptibles de irritar tanto a las autoridades religiosas como a los gobernantes. Su profundo conocimiento de los defectos y de la inestabilidad del alma humana, que llevan a la envidia y a la actitud posesiva de algunos de los maestros hacia sus discípulos, y a los antagonismos hacia los místicos, e incluso en sus propios círculos, le llevaron a concentrarse en la renuncia al mundo (zohd) y la paciencia (sabr) siguiendo el espíritu ascético, tan apreciado en aquel tiempo, de Hassan Basri (m. 110/728), y en la confianza en Dios (tawakol) a la manera de uno de sus guías espirituales, Mohasebi (m. 243/857).

Abordó prudentemente el tema del amor místico (mahabbat) en el anhelo por la intimidad con Dios de Rabe’ah (m. 185/801) y de los que vivieron después de ella en Irán y en el Bagdad de la misma época de Yoneid. Los místicos de Bagdad1 estudiaron con profundidad, la cuestión de la sobriedad (sahw) frente a la ebriedad (sokr) en el amor místico, y tuvieron puntos de vista divergentes sobre ello, y el sobrio y precavido Yoneid, según dicen, avisó y probablemente se opuso al imprudente Hallay, que opinaba que «el amor, mientras se halla escondido, está en peligro», y que «es mejor para el amor, cuando la injuria le azota con mentiras, que se extienda como el fuego, y no que se esconda bajo las cenizas» (Massignon 1929; Hallay 1974, p.34).

Hallay se convertiría en el protagonista del amor ebrio ( y en su emblema trágico en la leyenda posterior ), que puso al sufismo bajo el peligroso, y para él auto-destructivo, foco público de la historia. Por supuesto, el drama de Hallay, incluidas las acusaciones de herejía, los juicios y la ejecución atroz, la quema de libros, las manifestaciones y revueltas que se produjeron en Bagdad y en otros lugares en respuesta a su martirio, sólo puede entenderse en el contexto amplio de la realidad social, económica y política del principio del siglo 4º/10º— contexto demasiado amplio y complejo para tratarlo en el presente estudio. Pero se puede concluir fácilmente que una figura como Hallay fue empujada a la escena pública no sólo por su particular experiencia de unión con Dios, su testimonio del amor místico y su pasión por la justicia social, sino también por la búsqueda colectiva de sus precursores y de sus seguidores, y los argumentos de éstos a favor de la unión íntima con Dios, como meta final del sufismo, igualmente controvertidos aunque más sutiles.

Seguramente la «Tragedia de Hallay» (ma’sat al-Hallay), para usar la expresión del poeta y dramaturgo contemporáneo Sabbur, no fue en ningún caso una mera casualidad ni un accidente, ni tampoco surgió inútilmente. Se consideró sabio a Yoneid por insistir en la sobriedad y enseñar a aceptar la inefabilidad del misterio divino, a guardar en secreto los dones de Dios a uno mismo, a mantenerse apartados del camino del escándalo, a tener sentido común. Esta actitud no es sin duda menos sincera en su devoción ni menos profunda en su adoración de Dios a través del amor, que la vía de aquellos que hablaban en público como si lo hicieran directamente con Dios (con expresiones extáticas o shath) y que clamaban contra la corrupción política, las divisiones sociales y sectarias, las desigualdades económicas y el abuso hacia la comunidad por parte del estado, arriesgando así tanto su seguridad como la de sus hermanos del camino más prudentes.

Escuela sufí de Bagdad – al-Hallay – 2ºParte

Por Herbert Mason


1. La escuela de Bagdad era partidaria de la sobriedad, frente a la opinión mayoritaria de los sufíes de Jorasan (Noreste de Irán), más partidarios de la ebriedad.


Bibliografía:

‘Attar,Farido’d-Din.(1966).Tazkerat alawliya, A.J. Arberry (trad.), Londres.
Hallay, Hosain ibn Mansur. (1929). Diwan al-Hallay, L. Massignon (ed.), París.
Hallay, Hallay Hosain ibn Mansur. (1929). Diwan al-Hallay, K.M. Shaibi (ed.), Bagdad.
Hoywiri, ‘Ali ibn ‘Osman. (1976). Kashf al mahyub, R. A. Nicholson (trad.), reedición, Londres.
Mason,H. (1979). The death of al-Hallay, Notre Dame University Press. Massignon, L. (1982).
The passion of al Hallay: Mystic & Martyr of Islam. H. Masson (trad.), 4 vols. Bollingen Series 98. Princeton: Princeton University Press, 1982.
Massignon, L. y Kraus, P. (1957). Akhbar alHallay, texte ancien relatif à la prédication et au supplice du mystique musulman al-Hosayn b. Mansour al-Hallay, 3ª ed., París.


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