Jesús y la interpretación de «Petrum»
En cuanto a Pedro, la exégesis ha demostrado hace tiempo que en la fundación de la Iglesia romana no tuvo más parte que proporcionar el pretexto, tan hábilmente aprovechado por el astuto Ireneo, para cimentar la nueva Iglesia sobre la Petra o Kiffa, que mediante un sencillo juego de palabras se relacionaba con Petroma o doble tabla de piedra que el hierofante empleaba en el misterio final de la iniciación. Aquí se encierra acaso todo el secreto de las alegaciones del Vaticano.
Sobre el particular, dice muy oportunamente Wilder:
En los países orientales se designaba al hierofante con el título de … (Pedro) que en caldeo y fenicio significa intérprete. Hay en todo esto reminiscencias de la ley mosaica, así como respecto de las atribuciones que el papa se arroga para ser el hierofante o intérprete de la religión cristiana .
Hasta cierto punto hemos de concederle el derecho de interpretación, pues la Iglesia latina incorporó en sus ceremonias, símbolos, ritos, templos y vestiduras sacerdotales, las tradiciones del culto pagano y aun su culto público y externo. De lo contrario, sus dogmas serían más lógicos y no tan ofensivos a la majestad del supremo e invisible Dios.
En el sarcófago de la reina Mentuhept, de la oncena dinastía, se encontró una inscripción jeroglífica copiada del Libro de los muertos, cuya interpretación es como sigue:
PTR RF SU
Peter- ref- su.
Bunsen entremezcla este sagrado formulario con toda una serie de interpretaciones glosadas de un monumento de cuarenta siglos de antigüedad, y dice sobre el caso:
Esto equivale a creer que la verdadera interpretación ya no era inteligible en aquella época… Conviene, por lo tanto, advertir que el sagrado texto de un himno compuesto por el espíritu de un difunto era, hace 4.000 años, del todo ininteligible para los copistas del rey.
Cierto es que era ininteligible para los copistas profanos, como lo demuestran las confusas y contradictorias interpretaciones de los comentadores, pues la palabra PTR la conocían únicamente los hierofantes de los santuarios, y la escogió Jesús para designar el cargo conferido a uno de sus apóstoles.
Sobre el significado de esta palabra, dice Bunsen:
Opino que PTR es literalmente el antiguo arameo y hebreo Patar que encontramos en la historia de José en significación específica de interpretar. De aquí que pitrum equivalga a interpretación de un texto o de un sueño.
En varios pasajes de un manuscrito cuyo texto es en parte griego y en parte demótico, tuvimos ocasión de leer frases que bien pudieran esclarecer la materia de que vamos tratando. Uno de los personajes de la narración, el judío iluminador Telciotes, se comunica con su Patar. Algunos pasajes representan al iluminador en una … (cueva, donde sólo interrumpe su contemplativo aislamiento para enseñar a los discípulos de afuera, no personalmente, sino por mediación del patar, que recibe las lecciones de sabiduría aplicando el oído a un agujero circular abierto en la cortina que oculta al maestro de la vista de los discípulos, a quienes el patar transmite oralmente las enseñanzas. Tal era, con leves variantes, el procedimiento seguido por Pitágoras, quien, según sabemos, jamás permitía que le vieran los neófitos sino que les aleccionaba tras la cortina de separación entre la cueva y el auditorio.
No sabemos si el judío iluminador del manuscrito greco-demótico alude o no a Jesús; pero sea como fuese, subsiste la misteriosa denominación que más tarde aplicó la Iglesia católica al portero del cielo e intérprete de la voluntad de Jesucristo. La palabra patar o peter coloca a maestro y discípulo en la esfera de iniciación en la doctrina secreta. El sumo hierofante de los Misterios no permitía jamás que le viesen ni oyesen los candidatos, para quienes era el Deus ex machina, la invisible Divinidad, que presidía las ceremonias por medio de su vicario. Al cabo de dos mil años vemos que los Dalai-Lamas del Tíbet siguen todavía el mismo procedimiento en los misterios de su religión. Si Jesús conocía el secreto significado del nuevo nombre que dio a Simón, debió de ser iniciado, pues de lo contrario lo ignorara; y, por lo tanto, ya hubiese recibido la iniciación de los pitagóricos esenios, de los magos caldeos o de los sacerdotes egipcios, su doctrina no pudo ser ni más ni menos que una parte de la secreta enseñada por los hierofantes paganos a los pocos y escogidos adeptos que entraban en el sagrado adyta.
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