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Amor sagrado y amor profano en el Islam y en Ibn Hazm – Por Sheij Abdul Karim Paz

Sheij Abdul Karim Paz
Sheij Abdul Karim Paz

EL AMOR EN EL ISLAM*

Sabido es que en el Islam no existe tal división entre lo sagrado y lo profano (de pro delante, fuera y anum templo), como dos ámbitos separados El Sagrado Corán dice: «No hay nada en los cielos y en la tierra que no glorifique a Dios». Conocida es la tradición profética que considera a toda la tierra un lugar de adoración a Dios. La creación es la sombra de Dios, como una imagen mental que no tiene ninguna independencia de la mente que la concibe, así todo el mundo depende esencialmente de Dios y todo manifiesta Su Existencia. Por lo tanto el amor humano que se profesan los amantes no es sino una manifestación del amor divino, pero con la salvedad los hombres pueden caer en la ilusión de no « ver» el vínculo con el Amor de Dios. Veamos como en el Sagrado Corán el amor está considerado un signo de Dios y es El quien establece el amor conyugal.

Y entre Sus signos está el haberos creado de esposas nacidas de vosotros, para que os sirvan de quietud, y el haber suscitado entre vosotros el afecto y la bondad. Ciertamente, hay en ellos signos para gente que reflexiona, (Sagrado Corán 30:21).

Dijo el Profeta (BPD): «No hay institución más amada para Dios que la del matrimonio«.

También del Profeta (BPD): «Quien se casa ha completado la mitad de su din (religión o modo de vida sagrado), que tenga piedad en la mitad restante».

«Quien quiera encontrar a Dios con un corazón puro que se case»

Cuando el Profeta le preguntó a Ali (P), su primo y yerno cómo había encontrado a su hija Fátima como esposa, Ali le contestó: « la mejor manera de acercarme a Dios» .

Américo Castro (España en su historia, Grijalbo, Madrid, 1983) afirma: « Para la literatura religiosa o moral de la Edad Media cristiana, la mujer simbolizó el pecado; en la literatura árabe del mismo tipo la mujer fue, a menudo, un incentivo en la marcha hacia Dios» .

En la doctrina islámica como vemos el matrimonio es una parte esencial del desarrollo de la persona, tanto física, psicológica, moral y espiritualmente. La mayor perfección de la persona, la mayor cercanía a Dios se alcanza en el matrimonio, no en el celibato. Este último está condenado.

Cuando se habla de amor en el marco de una religión en la cultura occidental puede llegar a pensarse rápidamente en el cristianismo, pero difícilmente, alguien podría relacionarlo con el Islam, sin embargo, esto último no debería ser así. Por el contrario, el Islam posee una tradición riquísima sobre el amor y que , como veremos fue fuente de inspiración de corrientes cristianas de pensamiento en este sentido en el Renacimiento italiano y en el llamado Siglo de Oro español.

Para el misticismo musulmán , todo amor en este mundo-hablando en términos metafísicos- es esencialmente divino, y esto es cierto tanto para el amor que una leona tiene por sus crías como para el de un hombre por su pareja, sin mencionar objetos menos animados, tales como el amor de un árbol por la tierra que lo alimenta o el amor cósmico que mantiene a los planetas en órbitas o hace que el sol brille con luz resplandeciente sobre todos los seres de este mundo. Lo que es verdad sobre el amor en este mundo también lo es para la Sabiduría y aún el Poder; todos emanan de sus raíces divinas en Dios, el Amor, la Sabiduría y el Poder Divino.

Dice el Sagrado Corán: «Dios es Amor (Uadud)» «A quienes hayan creído y hecho buenas acciones, el Compasivo les dará amor».

Dice un hadiz Qudsi: «No cesa de acercarse Mi siervo a Mi, por medio de sus actos de adoración y las buenas acciones, hasta que lo ame (especialmente), y cuando lo amo, soy los oídos con que él escucha, los ojos con los que ve, la lengua con la que habla y la mano con la que agarra».

De los ciento catorce capítulos que contiene el Sagrado Corán, 113 comienzan en el Nombre de Dios, El Clementísimo, El Misericordiosísimo.

Un hadiz del Profeta Muhammad (BPD) nos enseña que la Misericordia de Dios, tiene cien partes (infinitas), de una de ellas proviene todo el amor que se profesan las madres a sus hijos, los amantes y los animales en este mundo, etc, las otras noventa y nueve las reserva Dios para los creyentes en la otra vida.

Existe una tradición islámica que se remonta al sexto Imam de la escuela shii, Ya’far As-Sadiq (702-765), la paz sea con él.-citada en la colección Al Kafi fi’ilmi din, de Abu Ya’far Muhammad Ibn Yaqub al Kulaini (m.939), compuesta de 16.099 hadices-, y que expresa que hay tres clases de fe: la del temeroso o esclavo, la del comerciante o interesado y la del amante, el libre, el agradecido.

La primera está supeditada al castigo, la segunda supeditada a la recompensa y la tercera al amor a Dios mismo, desinteresadamente, sin ningún interés fuera de él. Obviamente, la primera es la más débil.

Numerosos sabios musulmanes han desarrollado esta temática que se ha extendido al campo cristiano.

Rabi’a de Basora o Rabi’a al Adawiyya (713?-801) nació en Basora (Irak) en el seno de una familia pobre. Fue una mujer piadosa que a pesar de su belleza inusitada se despreocupó de su vida mundanal, dedicándose exclusivamente al ascetismo y gnosticismo del Islam. Poetisa, una de sus súplicas expresa su profundo pensamiento relacionado con la fe del amante:

« ¡Oh mi Señor!, si te adoro por miedo del Infierno,

quémame en el Infierno,

y si te adoro por la esperanza del Paraíso,

exclúyeme de él,

pero si te adoro por Ti mismo

no me apartes de Tu belleza eterna»

(Margaret Smith: Rabi’a the mystic and her Fellow-Saints in Islam, Cambridge, 1928,pagina 30).

El teólogo y místico iraní al-Gazzali (1058-1111), en su Ihiá ‘Ulumud-din («Vivificación de las Ciencias de la fe») concuerda con este pensamiento de Rabi’a y agrega: « …el que ama a Dios solamente como benefactor y no lo ama por Dios mismo, es evidente que lo amará con menos intensidad, pues que su amor dependerá tan sólo de los beneficios que de El reciba, los cuales pueden ser muchos o pocos, y además, en el momento de la tribulación no podrá amarlo como en el de la prosperidad y bienestar; en cambio, si ama a Dios por Dios, es decir, porque merece ser amado en razón de sus perfecciones infinitas, por su hermosura, majestad y gloria, no aumentará ni amenguará su amor en función de los beneficios, muchos o pocos, que de El reciba» .

La islamóloga Luce Lopez-Baralt de la Universidad de Puerto Rico dedica un capítulo entero de su obra erudita Huellas del Islam en la literatura española. De Juan Ruiz a Juan Goytisolo (Hiperión, Madrid, 1985,cap. V, págs. 99-117), para demostrar con múltiples análisis que la oración de Rabi’a es la fuente directa o indirecta del famoso soneto anónimo de fines del siglo XVI, o principios del XVII , atribuido indistintamente a San Ignacio de Loyola (1491-1556), a San Francisco Javier (1506-1552), a Santa Teresa de Ávila (1515-1582), a Fray Luis de León (1527-1591), a San Juan de la Cruz (1542-1591) o a Lope de Vega y Carpio (1562-1635), y que comienza con el verso: « No me mueve, mi Dios, para quererte…» .

El islamólogo español Miguel Asin Palacios (1871-1944) confirma su origen islámico en El Islam cristianizado. Estudio del « sufismo» a través de las obras de Ibn ‘Arabi de Murcia, Hiperión, Madrid, 1981.

Otra conocida súplica de Rabi’a expresa lo siguiente:

« ¡Oh, Dios! Sea cual fuere la parte

 de este mundo que me hayas asignado,

concédesela a tus enemigos; y sea

cual fuere la parte

del otro mundo que me hayas asignado,

concédesela a Tus amigos. Tú ya eres

bastante para mí»

La inspiración de este pensamiento la hallamos en el Sagrado Corán cuando afirma:

«Dios prometió a los hombres y mujeres creyentes jardines bajo los cuales fluyen los ríos, donde morarán eternamente, así como también albergues encantadores en los jardines del Edén; más sabed que la complacencia de Dios es aún mayor que ello. Tal será la bienaventuranza» (Sagrado Corán 9: 72).

La palabra árabe que se traduce como Edén (‘adnin), significa permanencia en un lugar. Tiene que ver con eternidad, pero aquí esta empleada para designar un lugar especial en el corazón del Paraíso. En un dicho del Profeta se narra: El Edén es la Morada de Dios, que no ha sido vista por ningún ojo ni ha sido concebida por mente alguna, ni la habitarán salvo tres grupos: Los Profetas; los veraces (que confirmaron a los Profetas y los auxiliaron) y los mártires.

En una súplica conocida con el nombre de Kumail porque Ali Ibn Abi Talib (P) se la enseñó a su discípulo Kumail Ibn Ziad y que de acuerdo a la tradición islámica era una súplica que los profetas se habían transmitido entre sí y que se remonta al Profeta Jidr, mencionado en el Sagrado Corán como el Profeta maestro de Moisés (P), encontramos también esta idea gnóstica, como vemos muy antigua de que el amor a Dios está por encima de la adoración interesada en los beneficios del paraíso o los temores del infierno. Dice la súplica citada: « Entonces, supón,

¡Oh mi Dios, mi Maestro, mi Protector y mi Señor!,

que soy capaz de resistir el castigo, ¿pero cómo podría tolerar Tu separación?,

Supón que soy capaz de soportar el ardor de Tu fuego, ¿cómo podría tolerar no contemplar Tu Generosidad?

Por Tu Grandeza mi Amo y mi Protector, sinceramente que si me dejaras con habla,

clamaría por Tí, en medio de los habitantes del fuego, con el clamor de los esperanzados,

¡Oh Amado de los que imploran auxilio!, ¡oh Amado del corazón de los sinceros!

Igualmente Ibn Arabi escribe:

« Tu deleitable paraíso o Tu suplicio

infernal es para mi cosa igual, pues

mi amor no cambia ni aumenta

Ibn Hazm dice también: « Antes, por vuestro amor, ardía en mis entrañas un infierno; pero ahora comienza a parecerme un fuego de Abraham» .

Rabi’a plantea este razonamiento: « ¿Ofendes a Dios y aparentas amarle? ¡Esta es , por vida mía, una singular forma de argumentar! Si tu amor fuese sincero no le ofenderías, pues el amante siempre a su amado se somete» .

En el Islam las relaciones entre un hombre y una mujer son inseparables del amor a Dios, y están prescritas y ordenadas por la Ley Divina. Los musulmanes, a diferencia de los puritanos modernos, no moralizan sobre « las partes y funciones naturales del cuerpo humano» . La castidad es ante todo una disciplina de salvación, un yihad que corresponde a un modo de percepción que tiene poco o nada que ver con visiones negativas de la naturaleza o del cuerpo humano. Los musulmanes andalusíes tienen tratados en donde « el placer sexual» era visualizado como un deber religioso (el Corán condena el abandono sexual entre los cónyuges) que hacía feliz a la Entidad Suprema que velaba por esta unión conyugal.

Tenemos hadices del Profeta que enseñan que cuando los cónyuges hacen el amor sus pecados se caen como las hojas de los árboles en otoño y que la relación sexual es un acto de adoración.

Uno de los libros que tratan sobre la ciencia y la sabiduría del matrimonio escrito en Al-Andalus (‘ilmu-l-nikah) ha sido traducido y comentado por Luce López Baralt con el título de Un Kama Sutra español. El primer tratado erótico de nuestra lengua, Libertarias, Madrid, 1995.

La autora portorriqueña nos dice de esta obra: «Movido por un afán docente, y, muy particularmente religioso, el anónimo autor –un morisco expulsado a Túnez en 1609 y experto jurista- describe el coito en todos sus pormenores: el juego erótico previo a la cohabitación; las posiciones más recomendables; la consecuencia del orgasmo simultáneo; el baño que se debe llevar a cabo una vez consumado el acto: entre muchos otros aspectos (…).Es emocionante observar cómo el refugiado –repetimos por primera vez en lengua castellana- celebra sin embages el placer sexual, que interpreta, desde un punto de vista estrictamente espiritual, como un anticipo no sólo del Paraíso sino de la contemplación misma de Dios. Estas instrucciones amatorias, ajenas a todo sentido de culpabilidad o de burla desacralizante, se encuentran entreveradas de azoras coránicas y de fervorosas invocaciones a Dios. El lector occidental se encuentra cada vez más desconcertado, máxime cuando tropieza con una reiterada defensa de los derechos de la mujer a expresar libremente su líbido.

Es importante destacar lo que nos afirma López Baralt cuando dice sobre el Kama Sutra español que está en la categoría de los tratados musulmanes sobre la erotología como los de Algazel (s.XI.XII dC.) en su libro de las buenas maneras en materia de matrimonio contenido en Ihia ‘ulum al-din (Vivificación de las Ciencias de la fe), el Rawd al-‘tir (Jardín perfumado) del Sheij Nefzawi, o el Sharh al Waglisiia de Ahmad al-Waglisi y la Nasiha al-Kafila (Recomendación cualificada) de Ahmad Zarruq.

Por último, aludiré a un hadiz de Zaid ibn ‘Ali muy interesante que aparece en el Kama Sutra español: «Cuando el hombre mira a su esposa y ella lo mira, Dios posa sobre ellos una mirada de Misericordia. Cuando el esposo toma la mano de la esposa y ella le toma la mano, sus pecados se van por el intersticio de sus dedos. Cuando él cohabita con ella, los ángeles los circundan de la tierra al cenit. La voluptuosidad y el deseo tienen la belleza de las montañas. Cuando le esposa queda encinta, su premio es el mismo del ayuno, de la oración, y de la guerra santa, más cuando ella da a luz, el alma no puede concebir la felicidad que le será revelada».

*(Sobre esta temática puedo referir algunos textos como Hiliat al-Muttaqiin de ‘Allamah Muhammad Baqir Maylesi, el capítulo referido a la conducta en el matrimonio, Teherán – todavía no traducido del persa y del árabe- ; Wasa’il As-Shi’ah de ‘Amili Muhammad, 20 volúmenes, Beirut: Dar Ihiya-it Turaz-il-Arabi, 1391 AH. Ar-Rawdat-ul Bahiiah fi Sharhil Lum’at-id-dimashqiiah, ‘Amili, as-Shahid az-Zani Zainu-ud-Din: (2 volúmenes)Qom: al-‘Alam al-Islami, 1365 AH (solar). Kitab-ul Makasib, al-Ansari, Sheij Murtada, Tabriz, 1375 AH. Tabsirat-ul-Muta’limin y Tazkirat-ul-Fuqahá (2 volúmenes), Hilli ‘Allamah Hasan ibn Yusuf al-Mutahhar (m. 725Ah), Qom. Minhay-us-Salihin (2 vol), S. Abul Qasim al-Musawi Al-Ju’i, Beirut: Dar-uz-Zahra. Tahrir-ul-wasilah (2vol).S. Ruh-ul-lah al-Musawi Al-Jomeini. Qom: Ismailliah. Al-Fiqh ‘ala ‘l-Madhahib-il-Jamsah. Mughniiah, Muhammad Yawad. Beirut: Dar-ul-‘Ilm lil Malaiin, 1979. En idioma inglés: Marriage & Morals in Islam, Saiied Muhammad Rizvi, Ansaryan Publications, Qom. En español ver: La Etica Sexual en el Islam y en Occidente. Ed. Alborada, BsAs. 1986.

 El amor en Ibn Hazm

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