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Los dibujos prohibidos de la Alhambra – Fernando Valverde

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Un equipo de restauradores descubre 80 piezas policromadas ocultas bajo la madera y el yeso con figuras animales y humanas, proscritas en el arte musulmán de la época.

En 1959, durante la restauración del Salón de Embajadores del Palacio de Comares de la Alhambra, aparecieron unas pinturas a las que se dio poca importancia detrás de las piezas de madera que recubren el techo. Aquella vez se pensó que se trataba de una anécdota o que aquellos motivos florales habían sido realizados para que los artesanos supieran el orden de las piezas.

Hace unos meses, los restauradores del monumento se llevaron una nueva sorpresa. Durante su trabajo en el Mirador de Lindaraja, al descolgar la madera y la yesería, encontraron una colección de más de 80 dibujos que fueron realizados por los artesanos que trabajaron en la decoración del palacio nazarí. «La Alhambra ha sido muy restaurada, ha sufrido muchos cambios. Sin embargo, esos dibujos han permanecido ocultos y se encuentran en su estado original, son totalmente auténticos, lo que los hace muy valiosos», explicó la directora del Patronato de la Alhambra y el Generalife, María del Mar Villafranca.

Los dibujos son de muy diversos tipos y sus pigmentos son originales y nunca han sido retocados. Vegetales, animales fantásticos, versículos del Corán que están pendientes de ser traducidos, instrucciones de montaje para los artesanos… y una auténtica joya para los estudiosos del arte nazarí. En el reverso de una estrella del alfarje ataujerado del Patio de los Leones ha aparecido la figura de un hombre con barba blanca y turbante. Se trata de una figura antropomorfa. La cabeza se encuentra sobre un cuerpo de animal que podría tratarse de un perro o de un gato. El trazo es perfecto y la imagen puede contemplarse como si hubiera sido hecha ayer, sin haberse visto afectada por la humedad de siglos que sí ha mermado la madera del conjunto.

«Es muy complicado saber a qué obedecen pero intuimos que se trata de creaciones espontáneas que fueron realizadas por diversión sin que nunca llegasen a formar parte de la decoración del palacio», aclara Elena Correa, jefa del Departamento de Restauración, que en los últimos años ha encontrado muy diferentes tesoros escondidos entre las paredes de la Alhambra, que parecen ser una fuente inagotable de historias y curiosidades.

El hecho de que haya aparecido una representación humana no es una cuestión despreciable teniendo en cuenta que en la mayor parte del arte musulmán fueron prohibidas. «Dentro del arte musulmán hay que distinguir diferentes épocas. Cuando se realizaba una interpretación literal del Corán eran prohibidas, así que lo más habitual es no encontrarlas. Se trata de un descubrimiento como poco muy original y que demuestra que en la época nazarí había artistas que desafiaban la prohibición y representaban animales y personas», dijo Villafranca. El Corán explica que es imposible tener una imagen de Dios, pero además sugiere la idea de que ningún artista puede competir con la divinidad en la creación de seres reales. Esta reflexión ha tenido una importantísima repercusión en la historia del arte musulmán, hasta el punto de que se haya evitado y perseguido utilizar en obras artísticas cualquier imagen relacionada con el cuerpo humano, salvo en aquellas expresamente ligadas a la ornamentación de estancias privadas. De ahí la atracción por las formas geométricas con sus características tonalidades oro y rojo.

«Durante la decoración de la Alhambra sin duda no estaban bien vistas estas figuras. Sus autores serían perseguidos, por lo que debió existir algún temor en quienes las hicieron. Todos estos dibujos fueron tapados, fueron simples travesuras», considera Villafranca, que no descarta tampoco que fueran «una forma de ejercitarse» de los artesanos, una vez que se ha comprobado que no existe ningún tipo de relación entre los dibujos y la pieza que se encontraba sobre ellos.

Estas travesuras en algunas regiones fueron a más, porque existía una mayor tolerancia. En el desierto sirio se encuentra el palacio de Msatta, de principios del siglo VIII, en el que puede apreciarse una clara distinción entre las dependencias laicas y religiosas. En las primeras hay representaciones zoomórficas con una finalidad únicamente decorativa. Los dibujos de la Alhambra guardan algunas similitudes pero son mucho más espontáneos y de trazo más urgente, lo que sugiere que fueron realizadas de forma clandestina.

«No hay una pauta fija. Son muy espontáneas y eso obliga a estudiarlas de una forma muy cuidadosa. No queremos que se conviertan solo en una referencia en un libro de historia del arte, sino hacer un trabajo lo más científico posible sobre ellas», señala Elena Correa.

Además de la representación humana, algunos de los dibujos fueron firmados, algo también muy extraño en el arte musulmán. «Los artesanos nazaríes no dejaban su firma, trabajaban de forma anónima. Es posible que se tratara de alguien muy relevante en los trabajos de decoración. Hay que tener en cuenta que la idea de artista que tenemos hoy día no tenía cabida en su concepción del mundo. Quienes hicieron esos dibujos eran simples trabajadores, artesanos de un taller», explica la restauradora.

Son muchos los misterios que rodean a los dibujos y muchas las respuestas que llegarán fruto del trabajo de los investigadores que estudian estas obras en el taller de restauración de madera de la Alhambra. De momento, lo que sí ha quedado descartado por completo es que esas figuras fueran realizadas con posterioridad a la elaboración de la ornamentación de las estancias en las que se encuentran. «No fueron realizadas por artesanos cristianos, fueron obra de los mismos que estuvieron a cargo de la decoración del palacio», afirma María del Mar Villafranca.

Resulta emocionante imaginar a aquellos hombres capaces de volcar todos sus conocimientos geométricos sobre una arquitectura asombrosa dibujando esas pequeñas figuras, a escondidas, como pequeñas travesuras casi infantiles que permanecen bajo la impresionante caligrafía de los versos coránicos, tras la solemnidad de las obras que pretenden ser grandes.

Fuente: La Cosmogonía …

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