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Escuela sufí de Bagdad – al-Hallay – 2ºParte

Ahorcamiento de Hallay (Miniatura)
Ahorcamiento de Hallay (Miniatura)

Hosayn Ibn Mansur – al-Hallay – 1ºParte

 

Antes de centrarnos en Hallay, quisiera mencionar brevemente a algunos de los místicos de la escuela de Bagdad, tanto partidarios de la sobriedad como de la ebriedad. Esto es, tanto aquellas personas respetadas que, según Hoywiri, insistían en que la realización de la experiencia espiritual precisaba cordura, la capacidad de ver las cosas como realmente son, y que sostenían que la ebriedad, al causar la pérdida del estado normal, era maligna, como aquellos otros personajes excéntricos que, por el contrario, arriesgaban en el éxtasis del amor su naturaleza humana mediante la inmersión (esteqraq) en (y por la asignación de todos sus actos y palabras a) Dios.

Como nota adicional sobre los excéntricos podemos recordar las palabras de ese místico egipcio extraño y escurridizo, Zolnun (m. 245/859): «Los hombres comunes se arrepienten de sus pecados, los elegidos de su estado de atención [hacia ellos mismos]».

Uno de los principales maestros, el que enseñó a la mayoría de los sheijes de Iraq, según Hoywiri, fue el hermano de la madre de Yoneid, Sari Saqati (m.253/867), «el vendedor en el bazar», uno de los primeros en enseñar la doctrina de los “estados” y las “moradas” místicas (ahwâl y maqâmât). En su reseña indica Hoywiri que dijo, «no hay infierno más doloroso y difícil de soportar que (el dolor de) verse separado (de Dios)».

Para Sari, el amor era la visión de Dios en el corazón (qalb); y al igual que su compañero ‘Eraqi, el ya citado Mohasebi (y posteriormente Yoneid y otros sufís), creía en el conocimiento de los secretos de la agitación del corazón. Para el ebrio Hallay y su amigo y discípulo Ibn ‘Ata, sin embargo, la “ciencia de los corazones” era una forma de comunión entre los amigos de Dios y Dios mismo.

En relación con esto, uno también descubre en Hoywiri, entre los sheijes de la sobriedad que forman parte o están ligados con la escuela de Bagdad, la presencia de una comunidad espiritual interior muy activa cuyos miembros están en contacto los unos con los otros, intercambiándose mensajes, conociendo mutuamente sus pensamientos secretos e incluso sus sueños (relacionados, por ejemplo, con Muhammad o con Dios).

Esta comunidad interior fue un fenómeno extraño, un momento casi epifánico en aquel lugar, cuyos guías estaban profundamente al corriente de las experiencias interiores de sus discípulos. En este sentido y en este espíritu se puede decir que las llamadas «Cartas» intercambiadas por Hallay e Ibn ‘Ata deben ser entendidas como «cartas (escritas como si fueran) para mí mismo».

Y por supuesto, el popular dicho de Ibn ‘Ata, «la vía de unión con Dios es a través del amor fraterno», era quizás una verdad familiar para aquella comunidad establecida sólidamente antes que él por los sheijes de la sobriedad.

El mismo Yoneid, siguiendo a Sari, en las contemplaciones de los sufíes, ponía más énfasis en la experiencia vivida que en su mera expresión. Según Hoywiri, Yoneid tuvo una experiencia con Iblis, bajo la apariencia de un anciano. El mismo Hoywiri opinaba que a los sufíes avanzados y a los amigos de Dios, les eran concedidos, en sus contemplaciones, poderes especiales para resistir a Iblis, tema éste por cierto del extraordinario escrito de Hallay, el Tawasin.

Otro personaje, que merecería un comentario más extenso del que es posible hacer aquí, fue Abol Hosein Nuri (m.295/907), compañero de Yoneid y discípulo de Sari, de cuyos seguidores, los llamados Nuris, dice Hoywiri que eran controvertidos aunque “admitidos” (maqbul) entre las órdenes sufíes. Para Nuri, «la unión con Dios es separación de todo lo demás». La posición de Nuri era también próxima de la de Yoneid, y seguida, entre sus discípulos ascéticos, por Abu Mohammad Ruyem Ibn Ahmad (m.303/915), que insistió en el despojamiento del ego y el desapego (tayrid) del mundo y de la carne, y en la devoción intensa e inflexible hacia Dios.

Otro de los místicos próximos a Nuri fue Somnun Ibn Hamza (m. después de 287/900), conocido como «el enamorado» (al-Mohebb); junto con Nuri, despertó la ira de uno de los principales oponentes a la escuela sufí de Bagdad, Qolam Jalil (m. 275/888). La piedad fingida de Jalil y su pronta acusación de herejía contra ciertos sufíes que manifestaban abiertamente su ebriedad, con peticiones de ejecución contra ellos, llegó incluso al conocimiento del Califa, y ésto contribuyó a crear el clima que conduciría más tarde a los juicios contra el mismo Hallay.

Somnun opinaba que el amor es inexpresable como atributo del Amado. Y, por supuesto, están aquellas personas relacionadas directamente con la vida de Hallay, ‘Amr Makki (m.297/909), discípulo de Yoneid, que afirmaba también la inefabilidad del misterio divino, y Sahl Tostari (m.283/896), concentrado austeramente en la falibilidad humana y piadoso defensor de la Ley sagrada como Verdad, y de la Verdad como Ley, contra aquellos sufíes que tendían a separarlas.

La lista de miembros de la escuela de Bagdad, y de personas lejanas asociadas a ella es realmente numerosa. Incluye, entre sus numerosos miembros, a Abu Sa’id Ahmad Jarraz (m.286/899) cuyo libro Ketab as-Sedq habla de la Verdad (al-Haqq) de una forma que sería el modo de Hallay; Abu Eshaq Ebrahim Jawas (m.292/904), que «vió» a Jezr, el guía mítico arquetípico de los sufíes; Abu Hamza Baqdadi al Bazzaz (m. después de 341/952), amigo de Nuri, que permaneció junto a él durante su persecución por parte de Qolam al-Jalil; Abu Bakr Waseti (m.331/942), cuyo «descentramiento» de su yo le llevó a considerar su recuerdo de Dios (zekr) como su único yo.

Todos ellos, por sus demostraciones y sus creencias, su énfasis en el amor, su introspección individual y la profundidad de sus estados que les llevaban a la unión con Dios, ayudaron a dibujar un cuadro en el que el enamorado de Dios se ve muerto en brazos del Bienamado pre eterno. Cada uno de estos sufíes, en sus meditaciones, reconocieron a este enamorado como símbolo del mártir del amor y, estremecidos ante esta imagen, intentaron protegerse ante semejante final. Sólo Hallay fue capaz de poner en práctica esta experiencia y de abrazar con total aceptación esta imagen.

al-Hallay y los once velos sufíes – 3º parte

 

Por Herbert Mason


Bibliografía:

‘Attar,Farido’d-Din.(1966).Tazkerat alawliya, A.J. Arberry (trad.), Londres.
Hallay, Hosain ibn Mansur. (1929). Diwan al-Hallay, L. Massignon (ed.), París.
Hallay, Hallay Hosain ibn Mansur. (1929). Diwan al-Hallay, K.M. Shaibi (ed.), Bagdad.
Hoywiri, ‘Ali ibn ‘Osman. (1976). Kashf al mahyub, R. A. Nicholson (trad.), reedición, Londres.
Mason,H. (1979). The death of al-Hallay, Notre Dame University Press. Massignon, L. (1982).
The passion of al Hallay: Mystic & Martyr of Islam. H. Masson (trad.), 4 vols. Bollingen Series 98. Princeton: Princeton University Press, 1982.
Massignon, L. y Kraus, P. (1957). Akhbar alHallay, texte ancien relatif à la prédication et au supplice du mystique musulman al-Hosayn b. Mansour al-Hall – a ^ y, 3ª ed., París.


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