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Fuengirola,la antigua Suhayl musulmana

Fuengirola, en el siglo pasado
Avenida Conde San Isidro tomada a mediados de siglo XX.
Avenida Conde San Isidro tomada a mediados de siglo XX. ©Diario Sur

Esta localidad costasoleña es en la actualidad el tercer municipio de España en densidad de población. En sus escasos 10 kilómetros cuadrados de término municipal se concentran cerca de 45.000 habitantes. Su aspecto de ciudad cosmopolita y de enclave turístico hacen pensar en una localidad de historia reciente. Sin embargo, el ayer de Fuengirola, antigua Suel, se remonta al siglo VI a. C.

Los primeros pobladores de Fuengirola, según Montenegro Duque, fueron los fenicios, que ocuparon la costa fuengiroleña entre los siglos VI y III a. C., quienes se asentaron en la zona cercana a la desembocadura del río Fuengirola y próxima a una pequeña colina. Las causas del asentamiento feno-púnico en Suel hay que buscarlas en su situación estratégica al borde del mar, con una playa resguardada que ofrecía facilidades para el desembarco y las maniobras marítimas; en la desembocadura de un pequeño río, que actuaba a modo de puerto para el refugio de las naves, y en la existencia de un pequeño cerro junto a la línea costera que otorgaba garantías defensivas al asentamiento. Además de estas razones, otros autores consideran que la permanencia en Suel de los fenicios estuvo también condicionada por el descubrimiento de que en la zona se daba con gran abundancia el búzano, una especie marina que este pueblo apreciaba porque de ella extraía lo que ellos consideraban un preciado tinte llamado púrpura. El tipo de asentamiento feno-púnico que se dio en Suel se produjo igualmente en toda la costa oriental malacitana.

A partir del siglo III a. C. y tras la segunda guerra púnica, Suel, al igual que todos los municipios ubicados en la franja septentrional y sur de Hispania, pasa a ser de dominio romano. Roma entendió estos dominios en la Península como territorios sometidos a explotación, si bien este sometimiento se perpetuó a través de dos formas claramente diferenciadas: una presión militar y política, por la que las ciudades no contaban con ningún tipo de autonomía; o bien por medio de unos contactos diplomáticos y pacíficos —asentamientos federados—, que otorgaban al territorio libertad y la posiblidad de mantener su propio ordenamiento jurídico. Según Guillén Robles, a través de Plinio, durante la república romana Malaka y Suel consiguieron el privilegio de ciudades federadas.

Los textos históricos indican que Suel obtuvo la categoría de municipio romano en torno a finales del siglo I d. C. o a principios del II. Suel gozaba de una situación estratégica al estar atravesada por la Vía Aurelia, construida por los romanos y cuyos vestigios pueden apreciarse todavía hoy en la zona de El Chaparral, en el término municipal de Mijas. Estas mismas fuentes señalan que Suel estaba administrada por decuriones, figuras oligárquicas que ejercían el poder económico-social y político en el municipio, y que en ella se daba culto al emperador, lo que suponía un alto grado de romanización.



Por lo que respecta a la impronta que los romanos dejaron en la zona, se sabe que se encontraron numerosos restos de acueductos, acequias, muros de contención y otras obras de ingeniería en las cercanías del río Fuengirola, pero que desgraciadamente no se han conservado. En cambio, en el cerro del castillo sí que pueden apreciarse hoy rastros de la civilización romana, como trozos de aljibes o piezas salsáreas que se empleaban para la salazón del pescado, principal fuente de riqueza de este pueblo.

Pero las ruinas más notables que se conocen de la época romana de Suel son las termas y la factoría de salazón encontradas en el yacimiento romano conocido como la Finca del Secretario, de donde procede también una Venus que se exhibe en la actualidad en la Casa de la Cultura de la localidad. De esta antigua villa romana, hoy en proceso de recuperación, se han descubierto tres termas y un «praefurnio» —una especie de fogón con el que se calentaba el agua de estos baños—, varios hornos, que posiblemente se utilizaban para la realización de piezas decorativas de cerámica, así como restos de una antigua factoría de salazón.

Tras la dominación romana Suel vivió un periodo de tres siglos —desde el V hasta el VIII d. C.— de invasión vándala, un pueblo que permaneció en estas tierras hasta la llegada de los árabes. Constata la presencia visigoda en la zona una necrópolis hallada junto a las termas de Torreblanca.

Marineros botan una traiña. ©Diario Sur
Marineros botan una traiña. ©Diario Sur
FUENGIROLA MUSULMANA

La dominación arábiga trajo consigo un cambio de denominación de este municipio costero: pasó entonces a llamarse Suhayl, adaptación fonética de Suel y nominación con la que el pueblo árabe nombrará la estrella conocida por los romanos como Canopus, el astro más brillante después de Sirio y uno de los puntos de referencia más importantes para los navegantes de aquellos tiempos.

Durante la época musulmana Suhayl no perdió la importancia que había ostentado durante los siglos de dominación romana y siguió siendo una próspera villa en la que la mayoría de la población vivía de la pesca.

La impronta histórica más importante de esta civilización en la localidad es el castillo Sohail. Respecto a la edificación de la fortaleza hay diversidad de opiniones entre los autores y se barajan fechas que oscilan entre el siglo X y el XII. Según unos historiadores, el califa de Córdoba, Abderramán III, decidió construir en lo alto del cerro un castillo a causa de los estragos que los cristianos y los normandos estaban causando en los poblados de la franja costera. Este mismo carácter defensivo aducen otros autores para explicar la ubicación del castillo, si bien datan la construcción a principios del siglo XII, en pleno periodo almorávide. La fortaleza se levanta con las características propias de un «ribat» enclavado en la frontera marítima y que aseguraba además el control del río, vía de comunicación hacia las tierras del interior y lugar de aguada para los barcos que navegaban en sus proximidades. De igual modo, desde su emplazamiento estratégico, el castillo ejercía una importante labor de control y vigilancia de la vía de comunicación terrestre entre las ciudades de Málaga y Marbella.

En lo que se refiere a las características de esta construcción, hay que señalar que dada la orografía irregular del cerro sobre el que se asienta el castillo presenta una planta asimétrica compuesta por ocho lados. Para facilitar la defensa, en cada uno de los laterales se levantó una torre de caras rectas en sus ángulos; uno de los torreones posee mayor tamaño y altura y se conoce en el mundo cristiano como torre del homenaje. El acceso a esta torre se realizaba a través de un gran arco de herradura y poseía el sistema defensivo de entrada de recodo —había que hacer un giro para penetrar en el torreón—. De la torre del homenaje a la torre contigua partía un muro denominado barbacana. El castillo Sohail contaba en su interior con viviendas para soldados y con habitaciones de hospedaje para los viajeros y comerciantes que buscaban refugio entre sus muros.

El máximo esplendor de la fortaleza y del poblado surgido a sus alrededores se produjo entre los años 1025-27, según fuentes históricas. Ciento cincuenta años más tarde, en torno al 1175, Suhayl es escenario de numerosas luchas en las que participaron los meriníes, procedentes del norte de Africa y el reino nazarí de Granada, quedando finalmente estas tierras en el territorio de este último.



En el siglo XIV, Ibn Batuta propone que el castillo Sohail, Mijas y diversas alquerías del valle del río constituyan una circunscripción territorial con un carácter militar o administrativo. Pero las continuas luchas a las que se ve sometida esta zona durante el siglo XV dan lugar a un proceso irreversible de despoblación de las tierras más cercanas al mar. La mayoría de la población huyó a Mijas, quedando la fortaleza como único lugar habitado hasta el momento de su conquista por las tropas cristianas en 1485. En estos años, Suhayl comienza a denominarse ya Font-jirola, topónimo que derivaría posteriormente en la actual denominación.

Antigua iglesia de Fuengirola. ©Diario Sur
Antigua iglesia de Fuengirola. ©Diario Sur
ÉPOCA MODERNA

El 7 de agosto de 1485 —efeméride de San Cayetano, hoy patrón de Fuengirola— el castillo de Sohail es conquistado por las tropas cristianas, estando al mando de la escuadra el conde de Trivento, Garcelán Requesens, y de las tropas de tierra el marqués de Cádiz, Rodrigo Ponce de León. Entre 1488 y 1502 el castillo de Fuengirola fue uno de los mejor dotados económicamente en las tierras de Málaga, a pesar de que la eficacia defensiva de la fortaleza se cuestiona debido en parte a la poca atención que le prestó su primer alcaide, Alvaro de Mesa, lo que provocó un progresivo deterioro del castillo.

A partir de 1502 se inicia un proceso repoblador de la zona con población civil. En este año, la guarnición militar que estaba asentada en la fortaleza es sustituida por veinte familias que tendrían como objetivo la guarda y seguridad de la costa. Sin embargo, este intento repoblador de la corona fracasó esencialmente por la continua amenaza norteafricana, y así en 1511 Fuengirola figura como un territorio despoblado, dependiente de Mijas, y que sólo mantenía el castillo como puesto fronterizo. Mientras dure la amenaza magrebí Fuengirola será una zona despoblada, contabilizándose tan sólo un reducto de población en la fortaleza árabe.

Durante la primera mitad del siglo XVI la acción de la piratería norteafricana resultó tan devastadora y provocó tales pérdidas de vidas humanas y económicas que en 1553 la corona decide remodelar el castillo y acondicionarlo para el uso de artillería, lo que otorgaría una mayor seguridad a la costa fuengiroleña. Entre los principales cambios realizados destacan el aumento de la altura de algunas de las torres, la construcción de una batería para situar cañones, lo que traerá consigo la eliminación de una de las torres, y la creación de un nuevo acceso que será protegido por una pequeña obra de ladrillo y piedra que recibe el nombre de matacán. Pero las modificaciones no afectan sólo al exterior del castillo, sino también a sus edificaciones interiores, ya que muchas de ellas se habían quedado obsoletas al crearse nuevas necesidades; este es el caso de la mezquita, inmueble que es destruido para construir una iglesia.

Los enfrentamientos bélicos se recrudecieron en los primeros años del siglo XVII por una intensificación de los ataques procedentes del Magreb tras la expulsión de los moriscos (1609) y por el permanente estado de guerra contra Inglaterra, Francia y Holanda. A mediados de siglo la situación se normaliza y disminuye la amenaza norteafricana, lo que dio lugar a la aparición de un poblamiento disperso en la zona, que se dedicó a la explotación agrícola. Los nuevos núcleos poblacionales no se asentaron en la misma zona que lo hicieron las civilizaciones anteriores, sino al otro lado del río, donde años más tarde se construirá una posada.

A principios del siglo XVIII, la caída de Gibraltar en manos de los ingleses (4 de agosto de 1704) convirtió la colonia en centro neurálgico del contrabando en el sur de España. La continua entrada de mercancías sin pasar el debido control de aduanas, evitando así el pago de impuestos o la prohibición de la comercialización, perjudicaba la economía del reino. Para frenar este nuevo fenómeno se hicieron necesarios una serie de cambios en la defensa de la costa. Así, en 1730 el comandante general de la costa, el conde de Montemar remodela la fortaleza árabe para poder alojar en ella a un escuadrón de caballería. Tras estas reformas el castillo se compone de un gran patio interior en torno al que se distribuyen una serie de edificaciones para albergar las viviendas de los soldados, establos, almacenes, iglesia y la casa del alcaide. En esta época el castillo pierde otra de sus torres, contando ahora tan sólo con seis.

En los primeros años del siglo XIX, en concreto desde el 8 de febrero de 1810 hasta 16 de abril de 1812, el castillo Sohail estuvo en manos de los franceses como consecuencia de la ocupación gala de España. Tras dos años de asentamiento francés en la fortaleza, el general Francisco Ballesteros recupera el castillo en plena retirada del ejército de Napoleón tras la victoria española en la guerra de la Independencia. Posteriormente, y durante sus últimos años de función militar, el castillo se convierte en un puesto de carabineros, hasta que con la llegada de la desamortización la fortaleza es subastada y pasa a ser propiedad de la condesa viuda de San Isidro, Bárbara de Obregón y Puente. El paso a manos privadas trajo consigo el deterioro progresivo del castillo. Una vez que la fortaleza es abandonada, las gentes que habitaban los alrededores lo desmantelaron de todos aquellos elementos —como por ejemplo, tejas, piedras o vigas de madera— que podían resultar útiles en otras construcciones.

Por lo que se refiere a la población civil, en estos años la zona de Fuengirola contaba ya con un millar de habitantes y en 1822 unos vecinos envían un escrito a la Diputación Provincial de Málaga solicitando la creación de una casa consistorial en la localidad, lo que traería consigo la emancipación de Fuengirola respecto de Mijas. Los fuengiroleños fundamentaban su segregación de Mijas en: la posesión de un censo de mil habitantes, lo que según la Constitución permitía a una población contar con Ayuntamiento propio; una economía fructífera basada esencialmente en la actividad pesquera y portuaria que se desarrollaba en la zona, y en los perjuicios que experimentaban estos vecinos en el reparto de las contribuiciones respecto a los habitantes de Mijas. Por su parte, el Consistorio mijeño remitió al órgano supramunicipal un informe en el que se señalaba que el censo de Fuengirola era de 409 personas y se minimizaba la actividad pesquera en la villa. La Diputación consideró más contundentes la razones aducidas por Mijas y los vecinos de Fuengirola tuvieron que esperar diecinueve años para poder ver cumplido su sueño de ser independientes.

Finalmente, en 1841 la Diputación Provincial de Málaga acepta la segregación de Fuengirola respecto de Mijas, aunque en un primer momento el ente supramunicipal reconoce el deslinde de manera provisional, haciéndolo definitivo un año más tarde. El 19 de mayo de 1841 un diputado provincial acude a la localidad para constituir el Ayuntamiento, siendo designado como primer alcalde Antonio García Cortés. Una de las primeras decisiones adoptadas por la nueva corporación fue dar nombre a calles y espacios tan emblemáticos hoy en la ciudad como la plaza de la Constitución, las calles San Rafael, España o de Coín o el popular barrio pesquero del Boliche (en la actualidad Los Boliches). El municipio de Fuengirola siempre se consideró perjudicado por el término que le fue adjudicado en el reparto de terrenos realizado por la Diputación y por ello no cejaría en su intento de ampliarlo en distintos momentos históricos a lo largo de los siglos XIX y XX.



Pero a pesar de la separación de ambos municipios seguirán manteniendo una dependencia en distintos aspectos como por ejemplo el religioso, ya que la pequeña ermita que se construyó en la plaza de la Constitución en 1833 en honor a la Patrona de Fuengirola, Nuestra Señora del Rosario, permanecerá siendo sufragánea de Mijas hasta que tras una ampliación del templo es declarada parroquia en 1893. Esta iglesia fue destruida en 1936 a causa del anticlericalismo dominante durante la guerra civil. Sobre sus ruinas se iniciará en 1943 la construcción del actual templo y que fue bendecido el 30 de junio de 1947.

La llegada del siglo XX traerá consigo un aumento importante del número de moradores en las tierras fuengiroleñas —preludio de la tendencia alcista en el censo de población que se producirá décadas más tarde con el «boom» turístico que experimentará la ciudad—, así como la apertura de Fuengirola a una infraestructura de comunicaciones, unas instalaciones sanitarias y hoteleras y otros equipamientos hasta entonces desconocidos e insólitos para los habitantes de aquel pequeño pueblo de pescadores que emprendía de la mano del nuevo siglo una transformación radical que años más tarde le convertiría en uno de los principales focos de atracción turística de la Costa del Sol.

En 1916 se produce la llegada del ferrocarril a Fuengirola, lo que mejorará ostensiblemente las comunicaciones con la capital. Los primeros coches transitarán por la ciudad en los años 20 y a principios de la década siguiente se instalará la primera parada de autobús. En 1937 se suspende la línea férrea Fuengirola-Mijas, que tras nuevos restablecimientos y suspensiones volverá a instaurarse con carácter definitivo a mediados de este siglo. En 1963 se implanta el servicio de autobuses urbanos en la localidad y en 1975 se inaugura la línea eléctrica del ferrocarril Fuengirola-Málaga. Con el paso de los años Fuengirola se va ajustando a las nuevas necesidades de una población que crece y se moderniza, y paulatinamente adquiere los rasgos de una ciudad.

Por lo que respecta a instalaciones sanitarias y hoteleras, en 1925 comienza a edificarse en los terrenos que hoy ocupa la Policía Nacional el hospital municipal, edificio que tras un cúmulo de problemas fue inaugurado en 1945. El centro sanitario estuvo funcionando dos años y posteriormente el Consistorio lo cedió a las Hijas de la Caridad para que utilizasen parte de sus dependencias como colegio. Durante siete años el edificio albergó ambas funciones sociales, para luego ser destinado a viviendas para miembros de la Guardia Civil, y a partir de los setenta ese solar acoge las actuales instalaciones de la Policía Nacional.

En la década de los 30 el Ayuntamiento de Fuengirola recibe las primeras solicitudes para construir hoteles en primera línea de playa. El sector de la construcción comenzaba a prepararse para acoger la avalancha de turistas que a partir de los años 60-70 caracterizará a esta ciudad de la Costa del Sol, segunda residencia de multitud de ciudadanos cordobeses. En estos años se construye el barrio de El Boquetillo en la zona alta del término municipal y colindante con Mijas. Fuengirola comienza ya una expansión irrefrenable que le lleva a cambiar la agricultura y la pesca como principal fuente de riqueza por el turismo.

Siempre han existido barrios con vocación de pueblo, y Los Boliches es sin lugar a dudas uno de estos núcleos de población con señas de identidad propias. Aunque la historia de Los Boliches no puede quedar desvinculada de la de Fuengirola, hay que tener en cuenta que el antiguo «Boliche», como se le conociera antaño, era un núcleo de población perfectamente delimitado y distanciado del municipio matriz al que pertenecía.

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