Las Rosas de Taif
Una sola especie de flor de color rosa, de perfume intenso, es la responsable de que las comunidades rurales de al-Hada y al-Shafa se envuelvan en un fragante esplendor de color rosado. Durante tres siglos, la rosa de Damasco (Rosa x Damascena trigintipelata) de treinta pétalos ricos en aceite, se ha cultivado y procesado aquí para convertirse en el perfume de rosas, y su homóloga, aún más antigua: el agua de rosas.
Bendecida por un clima que lo convierte en un refugio del calor de la vecina Yedah y La Meca, el remanso montañoso de Taif es considerado uno de los huertos de Arabia Saudí, y un sitio de veraneo muy popular también. Al este de la ciudad el terreno se alza hasta alcanzar los 2000 metros, y es aquí donde se han combinado factores como una temperatura favorable, la gran abundancia de aguas subterráneas, un buen sistema de regadío y una excelente calidad del suelo, para hacerse merecedora del sobrenombre de “la Rosa de Arabia” desde que la rosa comenzase a cultivarse aquí en tiempos de los otomanos.
La palabra attar es en la actualidad un sinónimo de aceite de rosas, y viene del árabe ‘itr, que significa “perfume” o “esencia”. La primera descripción de la destilación de los pétalos de rosa la realizó al-Razi en el siglo X, y uno de los primeros centros de producción de agua de rosas estaba en el sur de Persia. Más tarde, en el siglo XIII, el agua de rosas se producía a gran escala en Siria, de modo que el nombre del aceite que contenía rosas del género Damascena puede que hunda sus raíces en la ciudad de Damasco. Sin embargo, el auténtico attar –el aceite de rosas tal y como lo conocemos hoy– no llegó a producirse hasta finales del siglo XVI, cuando se desarrolla la técnica de la doble destilación.
Nadie sabe a ciencia cierta cómo llegó a Taif la rosa de Damasco de 30 pétalos. El impulso de su cultivo, sin embargo, parece estar claro que se produjera en Taif por su proximidad a La Meca. El hecho de que la rosa de Taif sea prácticamente idéntica a la de la cepa de la famosa rosa de Bulgaria “kazanlik” nos hace pensar que las rosas de Taif se pudieron haber trasplantado aquí desde los Balcanes por los turcos otomanos, que ocupaban el área desde mediados del siglo XIV y el Hijaz desde el XVI. Sin embargo, la rosa kazanlik –que es su nombre turco y significa “apta para destilarse en una caldera”– tiene su propio origen en las plantaciones de rosas de Persia, en los alrededores de Shiraz y Kashan, que a su vez abastecían los cultivos de Siria. Existe una leyenda entre los cultivadores de al-Hada que cuenta que la flor es originaria de la India.
La producción de ‘attar’ en Taif
La producción de Taif hoy en día es modesta, aunque de muy alta calidad, si se compara con las grandes cantidades orientadas a la exportación que producen en Turquía, Bulgaria, Rusia, China, la India, Marruecos e Irán. Sin embargo, el mercado no está saturado, ya que tanto ayer como hoy, la obtención del attar es muy laboriosa; su potencia, al igual que su precio, sigue siendo tan alta que un regalo de este preciado aceite supone el mayor de los cumplidos que pueda hacérsele a alguien.
Al principio, hace unos 200 años, los pétalos de rosa de Taif se almacenaban y empaquetaban en sacas que se transportaban en camello unos 65 kilómetros aproximadamente hasta la ciudad sagrada de La Meca. Allí eran destiladas por farmacéuticos indios que obtenían el attar según un proceso no muy distinto al que se utiliza hoy. Estos artesanos llegaron a ser maestros en la elaboración de un tipo de attar muy especial, que conseguían mediante la infusión de rosa destilada en aceite de sándalo. El resultado era una mezcla con refrescantes notas florales y de madera. Curiosamente, esta mezcla se puede encontrar todavía en la India, aunque en el mercado de Arabia Saudí sea raro encontrarla.
Hace dos siglos que los destiladores trajeron su oficio hasta el mismo Taif. Aquí, más cerca de los campos de rosas, la manufactura del aceite de rosa era más eficaz, ya que la materia volátil del aceite de rosa se evaporaba rápidamente una vez cosechados los pétalos. Poco después de que se establecieran estas destilerías, el aceite de la rosa de Taif empezó a ganarse el prestigio en todo el mundo musulmán. Cualquier peregrino que se lo pudiera permitir compraba al menos un tubito –llamado tolah, por su peso– del afamado perfume como souvenir del Hajj (peregrinación a La Meca). Los peregrinos que viajan por tierra desde Levante habrían de tomar a menudo la ruta que cruza por Taif para comprar expresamente el aceite de rosas. En nuestros días, el aceite de rosa de Taif es la variedad preferida de las autoridades de La Meca, donde el attar se utiliza para perfumar la denominada Esquina Yemení, en la sagrada Kaaba, en la Gran Mezquita de La Meca.
Por Michael R. Hayward
Las Rosas de Taif . Adaptado del libro Saudi Aramco y su Mundo
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