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El expolio de la guerra siria llega a Córdoba

Juan Pedro Monferrer, catedrático de la Universidad de Córdoba ©Juan Manuel Vacas
Juan Pedro Monferrer, catedrático de la Universidad de Córdoba ©Juan Manuel Vacas

¿Recuerdan esas enormes mazas golpeando los milenarios toros alados en la entrada de la antigua Nínive, en Irak? ¿O las imágenes a cámara lenta de varios hombres destrozando estatuas milenarias en el museo de Mosul? Todas fueron realizadas por los brazos mediáticos del Estado Islámico, el grupo fundamentalista que controla amplias zonas de Irak y Siria. Pero esta fanfarria propagandista, que se vanagloria de la destrucción de los restos previos al Islam, silencia un problema que Oriente Próximo arrastra desde hace siglos y que ha reverdecido con las guerras civiles: el expolio de su patrimonio.

Si la destrucción a martillazos o con dinamita del pasado es una amputación de la historia, no lo es menos el desmembramiento de sus piezas para entregarlas al mejor postor. Uno de estos trofeos ha aterrizado, procedente de Siria y después de un periplo desconocido, en la Universidad de Córdoba. Hace unos meses, un hombre entró en el despacho del catedrático de Estudios Árabes, Juan Pedro Monferrer. Sobre su mesa de trabajo, con dos grandes monitores de ordenador y cubierta por libros, dejó para su estudio una cuartilla de papel. Se trataba de una hoja de un códice médico árabe excepcional, copia del siglo XV o XVI de un texto anterior, escrita en caracteres siriaco-arameos. Uno de los pocos ejemplos que se conocen de este género.

El documento fue escrito con una finalidad práctica. “Consta de un listado de simples [compuestos de un medicamento] y sus aplicaciones clínicas, indicando la afección para la que eran destinadas estas sustancias”, señala Monferrer. El fragmento es de los pocos textos conocidos de este tipo en karshuni (lengua árabe escrita con caracteres siriaco-arameos propia de comunidades cristianas que viven en Siria y Líbano). El experto considera que su valor patrimonial es “enorme”.

La hoja del códice con texto médico en manos del catedrático de la UCO Juan Pedro Monferrer ©UCO
La hoja del códice con texto médico en manos del catedrático de la UCO Juan Pedro Monferrer ©UCO

“Para conocer una fecha más exacta de cuando fue escrito sería imprescindible tener el códice original, pero esto es muy complicado. Es una hoja arrancada y seguramente el códice del que proviene ya no existe. Habrá sido desmembrado”, lamenta el arabista. “Este tipo de expolios se ha dado siempre, incluso antes de la guerra civil siria. Aunque el fenómeno se ha agravado por la contienda”, reconoce el catedrático. Monferrer señala que la búsqueda de lucro en el patrimonio no entiende de culturas ni religiones, y fija su memoria en lo ocurrido en 2003 en Bagdad: “Cuando las tropas de Estados Unidos entraron en la ciudad, muchos soldados fueron directamente al Museo Arqueológico, que estaba desprotegido y abandonado. Una gran cantidad de aquellas piezas llegó a Europa y a EE UU, como ha sucedido ahora con este texto en karshuni que hemos estudiado”.

Que ese legajo haya aparecido en Córdoba y no en otra puede verse también de forma simbólica. La ciudad andaluza fue el centro de la cultura islámica en España. Capital del califato de Al Ándalus en el año 1000, su sofisticada civilización preservó buena parte del saber clásico europeo y difundió por el continente el nuevo conocimiento que transmitió inteligentemente la cultura árabe. “En realidad, del creciente fértil de Siria e Irak nos viene casi todo”, resume Monferrer. “La agricultura, las primeras civilizaciones, las religiones monoteístas, todo. Europa no se entendería sin Oriente Próximo. Y Córdoba tuvo un papel fundamental en aquel momento”, destaca. “Por eso, la destrucción del patrimonio artístico en Siria o Irak es la pérdida de nuestro propio patrimonio. La historia es una cadena continua y la nuestra nos enlaza de forma directa con esa tierra”.

La Unesco estima que el mercado negro de antigüedades genera tanto movimiento de capitales como el tráfico de armas o de drogas. Se comercia no solo con esculturas o elementos arquitectónicos, también con textos que permiten medir el grado de desarrollo de la civilización que los redactaba, copiaba y utilizaba. Pero dado que el mercado negro es opaco, es difícil estimar qué cantidad de textos están saliendo de Siria y otros países árabes en conflicto rumbo a colecciones privadas u otros intereses depredadores. “No podemos cuantificar la cifra, pero nos tememos que es realmente importante”, dice Monferrer. Mientras tanto, el texto que el arabista estudió ha regresado a las sombras del mundo del coleccionismo; ha vuelto a manos de quien pagó por él. Alguien cuya identidad es un secreto.

Por Manuel J. Albert
Con información de El País

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