Centenario del genocidio armenio
Dedicado al guía que me enseñó Tierra Santa, en el otoño de 1995. Era nieto de uno de esos santos. Me contó detalles irreproducibles.
En 2015 que comienza se cumple el primer centenario de una masacre que acabó con la vida de 1,5 millones de cristianos armenios a manos de los turcos. Una etapa negra de la historia que Turquía se niega a reconocer y que prohíbe por ley decir lo contrario.
Un siglo después de este conflicto olvidado el genocidio armenio sirve como reflejo de la realidad que hoy se vive no demasiado lejos de allí. Salvando las distancias, la limpieza étnica y religiosa perpetrada por el Estado Islámico en este momento y la persecución a los cristianos en el mundo islámico recuerda en cierto modo a lo que ocurrió entonces y lo que puede ocurrir si no se pone freno al mal.
Los armenios, uno de los primeros pueblos que abrazó la fe cristiana y la primera nación cristiana de la historia, se han empeñado en recordar a sus miles de mártires y contar al mundo lo que ocurrió entonces. Así lo ha hecho el patriarca armenio Karekin II a través de una carta encíclica.
En ella anuncia un hecho hasta ahora inédito e inaudito: el próximo 23 de abril serán canonizadas todas las víctimas del genocidio. Será una ceremonia en la que serán declarados santos para la iglesia armenia en torno a 1,5 millones de cristianos armenios.
En su histórica misiva, el Patriarca Karekin II anuncia que presidirá el 23 de abril la liturgia en la cual proclamará santos a todas las víctimas del genocidio, “asesinados por la fe y por la patria” mientras que el día posterior será la Jornada de la Memoria por “los santos mártires del genocidio”.
El genocidio comenzó en 1915 y duró varios años aunque ya desde antes los armenios eran un objetivo. Las matazas se dieron al final del imperio otomano con el sultán Abdul Hamid II y continuaron con los llamados “Jóvenes Turcos” y más tarde con el propio Kemal Ataturk, padre de la actual Turquía.
Los armenios fueron puestos en el punto de mira por varios motivos: eran cristianos, instruidos, tenían una gran cohesión social y además eran miembros de la clase media. En 1915 los turcos comenzaron a cerrar sus escuelas, sus iglesias y todos sus centros y organizaciones.
De ahí se pasó a la violencia física y a la humillación. Muchos fueron ya entonces asesinados. De manera masiva llegaron las deportaciones al desierto donde muchos murieron. Luego llegaron las fosas comunes. Otros cientos murieron en trenes incendiados. En total, 1,5 millones de armenios fueron aniquilados. Los hay que lograron vivir gracias a que llegaron a Líbano, Siria o la actual Armenia, que entonces ya era parte de la Unión Soviética.
Ahora el pueblo armenio está dispersado por el mundo. Existe una gran diáspora. Poco más de 3 millones viven en el actual territorio que conforma Armenia mientras que hay otros nueve millones repartidos por el mundo. En total hay en el mundo 12 millones y hace un siglo en apenas tres años mataron a más de millón y medio.
El patriarca armenio afirma en su carta que “cada día del año 2015 será un día de recuerdo y devoción para nuestro pueblo, un viaje a los memoriales de nuestros mártires en la patria y en la diáspora, delante de los cuales con humildad nos arrodillaremos en oración, ofreciendo incienso por las almas de nuestras víctimas inocentes que yacen en tumbas sin nombre pues aceptaron morir en vez de repudiar su propia fe y su nación”.
Karekin II tiene igualmente un recuerdo para todos aquellos que no han callado ante esta atrocidad. “Expresamos nuestra gratitud a las naciones, a las organizaciones y a los individuos que han tenido el coraje y la convicción de reconocer y condenar el genocidio armenio. Expresamos gratitud a los países y pueblos amables que han aceptado a los hijos de nuestra tierra como hermanos y hermanas. Estos ejemplos de justicia y humanidad son páginas luminosas en la historia de la humanidad. Ellos serán siempre recordados y apreciados por generaciones”.
Por último, el patriarca lanza una mirada al futuro: “hagamos fecundo nuestro centenario, valorizando el recorrido de nuestros pesares y el renacimiento de nuestro pueblo de modo que nuestros hijos -reconociendo la voluntad heroica de sus abuelos y padres de vivir y crear sus esfuerzos iniciados para el bien de la nación y de la patria- puedan crear un nuevo día luminoso para nuestra patria y nuestra gente dispersa por todo el mundo. Transformemos la memoria de nuestros mártires en energía y fuerza para nuestra vida espiritual y nacional y delante de Dios y de todos los hombres, iluminemos el recorrido de nuestro camino para guiar nuestro paso hacia la realización de la justicia y de nuestras sagradas aspiraciones”.
El aniversario del resto de los genocidios del siglo pasado vendrán a lo largo de los años inmediatos. Siempre habrá personas para contarlos, para recordarlos, para invitar a conocer lo que pasó y no volver a repetirlo.
Felicito al guía turístico, teológico y espiritual, que me llevó por la Tierra de Jesús, junto al sacerdote ya fallecido don Fernando Gallardo. El guía se llama Marcus Stopsis.
Deseo a todos los amigos lectores un feliz año nuevo. Que el Señor nos bendiga a raudales.
Por Tomás de la Torre Lendínez
Con información de El Olivo
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