Familia católica rescata náufragos en el Mediterráneo
Regina Catrambone, italiana de Calabria, y su marido Christopher, de Nueva Orleans, viven desde hace 8 años con su hija Maria Luisa en Malta, con un negocio de inmuebles que les permite buenos ingresos. El marido de Regina es además dueño del grupo Tangiers, una empresa basada en Malta que ofrece servicios a compañías que quieren viajar por zonas de conflicto.
Hace unos meses, durante un crucero por las costas de Túnez, Regina vio un abrigo de invierno flotando sobre el agua. Lo comentó al capitán, que había trabajado en las fuerzas armadas de Malta, y él le dijo: «Pertenecía a alguien que probablemente ya no está con nosotros». «Fue como un puño en el estómago», explica Regina.
El llamado del Papa desde Lampedusa
Después, el Papa Francisco fue a la isla italiana de Lampedusa, donde llegan miles de inmigrantes naufragados o a la deriva, y los Catrambone, católicos, escucharon sus palabras sobre la «globalización de la indiferencia» y su llamado a nuevas iniciativas que salven vidas. «Nos miramos el uno al otro y dijimos: Hagamos algo. Así vino la idea de comprar un barco», comenta Regina.
Y más tarde, en octubre de 2013, otro naufragio de inmigrantes, con más de 300 muertos en Lampedusa, terminó de decidir a los Catrambone. Crearon MOAS , una asociación para «salvar vidas en las aguas del Mediterráneo» y compraron su propio barco de búsqueda y salvamento, equipado con el material más moderno.
Han gastado en el equipo y sus primeras campañas en el mar entre 2 y 4 millones de euros de su bolsillo, y no tienen más: esperan sacudir conciencias y también otros bolsillos para poder estar disponibles en más campañas, especialmente en los meses veraniegos cuando se multiplican los inmigrantes por mar.
«La gente estaba muriendo en el mar: estaban muriendo porque los barcos tardan demasiado en llegar, se mueren de deshidratación, se mueren por las explosiones en los barcos», explica Regina Catrambone.
Ni yate de lujo, ni casa en Saint-Tropez…
«Si podíamos comprar otra casa en Saint-Tropez, podíamos comprarnos nuestro propio barco. Podíamos haber comprado un bonito yate de lujo con este dinero, pero decidimos no hacerlo, porque creemos que la vida de las personas que mueren en el mar es más importante», explica la italiana.
El barco es el «Phoenix 1», de cuarenta metros de largo, con expertos técnicos y médicos a bordo (se piensa en una tripulación de hasta 16 personas, incluyendo observadores). Tiene dos lanchas para intervención rápida. Tiene además 2 drones (pequeños helicópteros no tripulados con cámara) para cubrir un espacio más amplio y detectar embarcaciones en peligro. Cada uno puede volar durante 6 horas a 240 km por hora. Esta campaña han programado 4 misiones. Tienen visión nocturna y imagen muy definida, capaces de leer un texto escrito en la mano de un inmigrante desde lejos.
«Colaboraremos en las misiones de búsqueda y rescate al igual que cualquier otro barco pesquero o de mercancías a los que a veces se les pide ayude», explica Christopher. «La diferencia es que el ´Phoenix 1´ está equipado y cuenta con profesionales expertos. Utilizar nuestros propios recursos para localizar embarcaciones en peligro, pero manteniendo a las autoridades informadas de todas nuestras operaciones y obedeciendo las órdenes que nos den, de acuerdo al Derecho internacional».
Misa y agua bendita de Lourdes
El día antes de la primera misión del «Phoenix 1», los Catrambone y su equipo celebraron misa en el barco. El sacerdote bendijo la embarcación con agua bendita, dio sendas botellas de agua bendita de Lourdes al matrimonio y les regaló un crucifijo dorado para llevar en el mar. «Estáis en una misión de Dios», les recordó.
La misa, explicó Regina a la BBC, «era muy importante para mi esposo y para mí, y para la tripulación, es tener apoyo espiritual antes de partir, porque son semanas en el mar, y necesitamos la ayuda de Dios».
El primer rescate: de Siria y Palestina
En su primera misión el pasado agosto, el «Phoenix 1» localizó un barco en apuros con más de 200 personas a bordo, al sur de Malta. No venían de Libia sino de Siria y Palestina: 130 hombres, 40 mujeres, algunas embarazadas y 57 niños, uno de ellos necesitaba insulina.
El «Phoenix» los rescató y los entregó después a la Marina italiana. «Son gente desesperada y queremos asegurarnos de que la desesperación no les mate», explica Regina. Este año se calcula que han muerto 1.900 inmigrantes en las aguas mediterráneas.
Debería hacerlo la Unión Europea
El caso es que este matrimonio generoso está haciendo una tarea que debería realizar no ya un Estado, sino la Unión Europea en bloque. Italia, España y la pequeña Malta (19.000 inmigrantes llegados allí desde Libia por mar en 10 años) cargan con un peso que debería corresponder a toda Europa.
Sólo en 2014, 100.000 personas han llegado a las costas italianas. A los habituales inmigrantes que escapan de la pobreza africana o que buscan el sueño europeo, se ha sumado una oleada de personas que huyen del colapso de Oriente, de las guerras de Siria, la violencia de Egipto, la dictadura feroz de Eritrea, la inestabilidad de Lbia…
Tras algunas tragedias en Lampedusa, Italia puso en marcha su «operación Mare Nostrum» para reforzar la recogida de embarcaciones y náufragos… pero es una operación que acabará este verano, e Italia pide que sea Frontex, la agencia europea de fronteras, quien controle la atención a inmigrantes en el mar. «Estamos orgullosos de haber salvado más de 70.000 personas, pero los inmigrantes no vienen a Italia sino a Europa», dijo el ministro italiano de Interior.
Se supone que a partir de noviembre el operativo «Frontex Plus», con fondos europeos, sustituirá el trabajo en solitario de los países del sur. Pero no parece que el «Phoenix» y la asociación MOAS vayan a dejar de ser necesarios.
Con información de Camineo
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