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¿Qué se ganó, además de la relección de Netanyahu? – Robert Fisk

Para qué sirvió todo? El bebé palestino de 11 meses asesinado junto con toda su familia por un piloto israelí; los más de 150 palestinos muertos, dos tercios de ellos civiles, seis israelíes fallecidos, mil 500 ataques aéreos sobre Gaza, mil 500 cohetes lanzados contra Israel. ¡Qué simetría tan terrorífica! ¿Todo esto se hizo para que se nos olviden los miles de millones de dólares que Israel gastó para lograr un cese el fuego? No un tratado de paz, ni siquiera una tregua, antes de la próxima guerra contra Gaza.

Los cínicos abundan en Israel, no sin razón: “Fin de la operación militar, comienza la campaña electoral”, fue el encabezado de este jueves del diario Jerusalem Post, pese a que el rotativo dio su acostumbrado apoyo a la guerra contra Gaza.

Es seguro que la campaña del primer ministro Benjamin Netanyahu para las elecciones de enero comenzó en el momento en que ordenó el asesinato del líder militar de Hamas, Ahmed Jaabari, hace poco más de una semana.

En efecto, el bombardeo a Gaza se transforma sin transiciones en el proyecto de relección de Netanyahu: si lo que los israelíes quieren es seguridad, ya saben por quién votar.

¿De verdad lo saben? Fue evidente que después de que comenzó el cese del fuego la noche del miércoles, Netanyahu estaba preocupado.

“Estoy consciente de que hay ciudadanos que esperaban acciones militares aún más duras”, dijo. “Pero los retos de Israel se han vuelto más complejos al transcurrir los años. Bajo estas condiciones debemos dar un golpe de timón hacia la responsabilidad de Estado con sabiduría”. Muy interesantes las palabras que escogió, aunque ninguna fue digna de Churchill.

Durante años Netanyahu ha estado presionando con la cada vez más intensa colonización de Cisjordania con la construcción de asentamientos en tierras robadas a los árabes y negando, para todo efecto, la posibilidad de un futuro Estado palestino, con lo que ha dado “un golpe de timón” hacia una tempestad futura. Si los palestinos no logran un Estado, Israel no tendrá paz y los cohetes que hasta ahora ha lanzado Hamas serán una simple molestia comparados con lo que está por venir.

Benjamin Netanyahu, con toda seguridad, ha mejorado las posibilidades electorales de Hamas y, más o menos arruinado el futuro político de Mahmoud Abbas, quien es el interlocutor palestino aceptado tanto por Israel como por Estados Unidos. Abbas ha desperdiciado su tiempo en su palacio de Ramalá, volviéndose más irrelevante con cada ataque aéreo israelí. Por más que luche por el reconocimiento de Palestina como Estado no miembro de la ONU, si es que ese es todavía su plan, de todos modos no podrá igualar la nueva popularidad de Hamas ni la importancia que ahora tienen los nexos del grupo palestino con el presidente Mohamed Mursi de Egipto. Estadistas, por así llamarlos, de Egipto, Turquía y países del Golfo viajaron a Gaza para dar su apoyo moral a los palestinos, no a Ramalá.

De manera muy extraña, las políticas de autoengaño de las que Israel se alimenta con frecuencia desde la segunda guerra contra Líbano en 1982, por ejemplo, regresaron este mes. En Washington, el embajador israelí, Michael Oren, argumentó que la guerra contra Gaza comenzó en 1948, “el día que las fuerzas árabes se movilizaron para destruir al recién declarado de Israel”, pero esto no es verdad.

La guerra en Gaza comenzó cuando Israel expulsó a 750 mil palestinos de sus hogares en ese mismo año, y obligó a miles de ellos a instalarse en campos de refugiados en Gaza. Son los hijos y nietos de esos refugiados los que han lanzado proyectiles contra Israel, apuntando muchas veces a las tierras que alguna vez fueron propiedad de sus familias.

Pero Michael Oren continúa con su extraño recuento “histórico”. Al parecer, él cree que en 1948 los árabes estaban “enardecidos por su extremismo religioso”, y que la crisis de Suez de 1956, planeada con anticipación por Israel, Gran Bretaña y Francia después de que Nasser nacionalizó el canal, fue un intento árabe por destruir a Israel.

Este jueves Ophir Falk, del Instituto Internacional para el Contraterrorismo en la ciudad costera israelí de Herzliya, tuvo el descaro de escribir que el ejército israelí practicó la contención al limitarse a atacar únicamente a combatientes y sus instalaciones, mientras Hamas premeditadamente lanzó cohetes contra civiles israelíes y sus hogares.

Pero si los pilotos israelíes se limitaron a atacar a combatientes ¿por qué dos tercios de los más de 150 palestinos muertos eran hombres, mujeres y niños; no combatientes? ¿Tan mal entrenados están los pilotos israelíes?

“Usted no entiende lo serio que son estos ataques de cohetes para nuestro pueblo”, me regañó el jueves un funcionario del gobierno israelí. No estoy tan seguro, y me pregunto si él entiende lo serio que son los ataques israelíes para el pueblo palestino.

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca

Fuente : La Jornada

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