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Reflexiones sobre el Camino del Guerrero

Reflexiones Anubis


– Dime, Oh Zeus, ¿cómo fue que Atis, y Corybas [Cybeles], y Sabazio consiguieron introducirse aquí entre nosotros –o Mitra, que allí se encuentra, el medo, con su caftán y su gorro, que ni siquiera habla el griego?

Y tú, también, Anubis con rostro de perro ¿cómo crees que pasarás por un dios si sigues ladrando?

Me da vergüenza, Zeus, mencionar a todos los ibis, monos, cabras y peores bestias aún, que de alguna manera han pasado de contrabando desde Egipto al Cielo.

¿Cómo podéis soportar,Dioses, ver que los adoran tanto como a vosotros mismos, o incluso más?

Y tú, Zeus, ¿cómo puedes tolerar esos cuernos de morueco que pegan en tu cabeza?

–Todo eso que mencionas sobre los egipcios es ciertamente indecoroso.

Sin embargo, Momo, la mayor parte de ello es asunto de simbolismo; y quien no es un adepto en los Misterios en verdad no debe reírse de ello.

(Luciano, La Asamblea de los Dioses 9-11)

La intolerancia ha estado presente en el mundo desde el principio de los tiempos … y nos acompañará hasta el final de los mismos.

Gran parte de la responsabilidad corresponde a las dirigencias gubernamentales, que se ocupan de marcar «diferencias» y transformar en «abismos», opiniones discrepantes.

Quién no ha oído o leído alguna vez frases tales como «Pueblo elegido«, «Padres de la democracia«, «Columna vertebral de la Nación», «Último bastión de la civilización occidental y cristiana»?

La gente de la masa es xenófoba y odia lo que no entiende.

En la actualidad, ser soldado no es una realidad para la mayor parte de la gente en el mundo angloparlante, especialmente para aquellos pertenecientes a la generación más joven a los que se ha evitado la experiencia directa de la guerra durante sus vidas.

Pero por fuera de la población del mundo angloparlante, (con excepción de Eire y su patriótico I.R.A.), las cosas cambian.

Los pueblos del III Mundo sí conocen la guerra.

El 1º Mundo se encarga de «exportarla» y lograr así conservar y acrecentar el multimillonario negocio de la venta de armas, de la «Ayuda Humanitaria» y de la industria farmacéutica, entre otros pingües negocios.

La guerra para nosotros, en el momento de escribir al menos, es algo que ocurre en el Tercer Mundo.

La siempre presente amenaza de destrucción nuclear bajo la cual vivimos es la antítesis de una lucha cuerpo a cuerpo con armas afiladas tal como la que los antiguos conocieron.

Por otra parte, las sociedades antiguas tuvieron una relación íntima con la guerra.

Las civilizaciones griega y romana siempre habían sido dirigidas asumiendo que aquélla era una parte de la vida, tanto como la siembra y la cosecha.

La guerra ocurría entre una y otra: cuando los cultivos crecían, uno se marchaba de campaña a los campos circundantes y luchaba con sus vecinos. 

Algunos hombres nunca volvían y esto era tan de esperar como la muerte natural.

La creencia en una causa se transpone muy fácilmente de un nivel pragmático a otro idealista, y no se tarda en apropiar para el bando de uno conceptos tales como la Justicia, la Verdad y la Rectitud.

Dada la tendencia a la personificación en el mundo antiguo, las virtudes se personalizan como dioses y diosas y al instante, las huestes del cielo quedan enroladas en la causa de uno.

Atenea apoyaba a los griegos tal como Hera a los troyanos, y el mismo gran Zeus no era indiferente al resultado de una batalla entre mortales.

Los Dioscuros fueron vislumbrados luchando al lado de las tropas romanas en el lago Regillus en el año 496 a.C., de igual modo que los Ángeles de Mons se aparecieron a los Aliados en 1914.

Se ofrecen oraciones y sacrificios para asegurar la cooperación divina, ya que ‘si Dios está a nuestro favor, ¿quién puede estar contra nosotros?’.

Reflexiones ángeles de Mons


Aunque a veces aparecen seres mesiánicos que pretenden hablar con Dios, y que Él les dicta los pasos a seguir …

Todavía recuerdo a Bush padre pronunciando estas palabras antes de la Primera Guerra del Golfo … o a Bush hijo, diciéndolas antes de la Segunda Guerra del Golfo.

Los Cruzados se ponen en camino para luchar contra los enemigos de Cristo con una misa mayor, mientras que los musulmanes confían que Allâh les dará la victoria sobre los idólatras y los politeístas.

Si la guerra no fuese un asunto tan cruel, uno tendría que reírse; pero esto sería adoptar una visión como la de un ojo de Dios.

Consideremos más bien lo que la guerra, la sagrada y la de otro tipo, significa para el soldado individual y cómo ella puede constituir realmente un camino espiritual válido.

Un soldado es llamado a arriesgar su salud corporal en beneficio de una causa superior: en favor de su país, de aquellos a quien ama, de su fe o de su rey.

Eso significa que debe otorgar más valor a éstos que a su persona.

También debe obedecer órdenes, sometiendo su voluntad a la de sus oficiales.

Acepta una vida muy alejada de las comodidades de su casa y la familia, y aunque espera volver con los suyos enriquecido por sus hazañas, sabe que puede morir y no volver a verlos nunca, o regresar mutilado.

Todo esto significa una profunda lección de auto-humillación.

Cuán distintos eran los combatientes de antaño, defendiendo valores como el honor y luchando, nada más y nada menos que por la Gloria!.

Por más arrogante que pueda ser el soldado a primera vista, él renuncia a su individualidad en el momento en que se pone su uniforme y contempla en el campo de batalla la posibilidad de su propia aniquilación.

Se aproxima mucho al misterio de la muerte, y aunque no se muestre más sabio por ello, es una lección para su alma que puede producir frutos en un tiempo venidero.

Algunas personas están destinadas a vivir toda su vida en este contexto; son la casta guerrera del mundo, cuyo trabajo es gobernar y proteger a la gente.

Su vocación es completamente distinta de la de las otras castas tradicionales –sacerdotes y maestros,comerciantes y campesinos–, y como resultado, aplican una ética diferente.

Cuando se plantea la elección de matar o ser matado, el asceta perfecto entregaría su vida; ¡pero el guerrero golpearía primero a su adversario!

La mayor parte de las religiones del mundo han hecho sitio para acoger esta actitud.

El Samurai japonés, los guerreros sagrados Muhammad y Arjuna, los Caballeros de la Tabla Redonda: todos son seguidores de este camino.

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La religión de Isis, que atraía grandemente a los habitantes de las ciudades y a las mujeres de clase media en los tiempos del Imperio, daba la bienvenida a Lucio (en: Apuleyo, Metamorfosis xi, 15) con estas palabras: ‘Enrólate en este servicio militar sagrado’.

Pero más frecuentemente, la lealtad de los verdaderos guerreros se dirigía hacia los dioses abiertamente militares: Marte, Hércules, Sol Invicto, Júpiter Doliceno y, especialmente, Mitra.

El Mitraísmo estaba basado en una visión del mundo realmente guerrera; imaginaba un Señor de la Luz supremo, poderoso allende cualquier cosmos conocido para el hombre, a quien constantemente se oponía el supremo Oscuro Señor Ahrimán.

De este modo, para el Mitraísta, todo el universo está en un perpetuo estado de guerra entre el bien fundamental y el mal fundamental.

Mitra es un dios inferior a quien Ormuz envía a conducir el lado del bien en nuestro cosmos –de ahí el Zodíaco que a menudo lo envuelve a él y a sus actos.

Toda la vida es una batalla que continúa incluso después de la muerte cuando los demonios y los ángeles se disputan la posesión de nuestras almas; luego la guerra entre humanos es natural como una imagen de la lucha cósmica e incluso metacósmica.

Por fuera, un soldado de Mitra debe aliar sus energías y aspiraciones con el bando de los ángeles; por dentro, debe hacer de su vida una representación continua del sacrificio taurino creativo mortificando lo meramente físico, simbolizado por el toro, de manera que el espíritu vivificador pueda fluir más abundantemente en lo sucesivo.

El emperador Juliano,comprendía muy bien las profundas corrientes espirituales de su época e intentó anularlas sin éxito: él no era un hombre práctico.

Por otra parte, Alejandro el Grande (quien con razón era uno de los héroes de Juliano) era supremamente práctico, si bien confesó que él no era su propio maestro.

Cuando fue preguntado por los Brahmanes hindúes por qué persistía en hacer la guerra, respondió lo siguiente:

«Está ordenado por la Providencia divina que seamos servidores de los decretos de los diosesNo se levantan olas en el mar a menos que sople el viento, ni un árbol se pone en movimiento a no ser que el viento lo toque; así, tampoco el hombre actúa si no es que es impulsado por la divina Providencia. De buena gana desistiría de hacer la guerra, pero el Señor de mi espíritu no me lo permite. Pues si todos fuéramos unánimes, el cosmos se estaría quieto…» (Pseudo-Calístenes 3, 6).

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Podía haber estado hablando por la raza humana en su conjunto.

Traducción: Marc García

Fuente: Religiones mistéricas en el mundo antiguo

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