María la Alquimista
La palabra «alquimia» es de origen árabe . Los filósofos árabes fueron los primeros en intentar buscar la piedra filosofal a la que llamaron «kimiya» y , anteponiéndole el artículo «Al» , la nombraban Al-Kimiya. De la rica cultura del Califato de Córdoba provienen Alquimia y Química.
También la palabra «khem», en egipcio significa «tierra negra» – «negra» es sinónimo de «vida». El polvo negro es considerado como mágico y necesario para la transformación de los metales. Los árabes llamaron «Al-Khem», al trabajo alquímico que comienza con la fase del nigredo (negro), por ello la alquimia es el trabajo de khem o con la «tierra negra» . También se atribuye su etimología a la fusión de la palabra árabe «Al « con la voz griega «chemia» . Lo que si es definitivo que a nivel exotérico , la alquimia representa la transmutación de los metales, y , a nivel esotérico , la transmutación interna del hombre .
Historia
La alquimia tiene su origen en Egipto y de acuerdo con la mitología su creadora fue la diosa Isis, aunque según los historiadores la alquimia se originó en las cocinas de las amas de casa las cuales eran expertas en el manejo de los diferentes procesos de destilación y extracción de las materias tanto para cocinar como para hacer bebidas o fabricar sus cosméticos y perfumes. En la antigua Mesopotamia las mujeres eran especialistas en la fabricación y confección de un sinfín de productos básicos para la casa y también para su embellecimiento personal y muchas de ellas ya habían convertido sus recipientes de cocina en instrumentos de laboratorios caseros de ahí que la alquimia antigua se consideraba “cosa de mujeres”.
La alquimia era practicada en el mayor de los secretos ya que estaba considerada fuera de la Ley y al ser una práctica perseguida legalmente no es de extrañar que los alquimistas firmaran sus escritos y trabajos con nombres de deidades, o de gente muy famosa, con el único fin de no ser descubiertos y poder así preservar su verdadera identidad. Teniendo en cuenta que firmar con nombres de dioses o héroes era una práctica muy común en esos tiempos seguramente María la Alquimista tomó el nombre de la hermana de Moisés y de Aarón y firmó todos sus escritos con el nombre de “María la Judía” y/o “María la Alquimista” o ”Miriam la Profetisa”.
María- Viridianum Chymicum
De María la Alquimista se tiene poca información, sólo se sabe que vivió en el siglo III de nuestra era y no sabemos ni en qué ciudad ni en qué año nació. Algunos historiadores mantienen que María era Miryam, la hermana de Moisés y Aaron. Otros dicen que estaba emparentada con María de Magdala. Lo que sí sabemos con certeza es que era de origen hebreo gracias a uno de sus escritos que actualmente se encuentra en la Biblioteca Nacional de Austria donde se puede leer: “No vayas a tocar con tus manos (los materiales de la Obra), tú que no eres de la raza de Abraham, tú que no eres de nuestra raza”. Zósimo de Panópolis (Siglos III-IV, Alto Egipto) se refiere a ella como “perteneciente al grupo de sabios”, un grupo en el que figuraban Demócrito, Moisés, Ostanes, Hermes, Isis, Chymes, Agathodaemon, Iamblichus, Pibechios…….” nombres de personas reales o divinas con los que los alquimistas intentaban dar más relevancia a sus trabajos y de paso poder seguir preservando su identidad.
María la Alquimista escribió muchos tratados de alquimia, pero desgraciadamente la mayoría se han perdido y los pocos que aún se conservan están dispersos por diferentes museos y bibliotecas. Entre esos fragmentos aún se conservan algunos retazos de un tratado titulado “Maria Practica”. También escribió libros de filosofía, como el titulado “La Naturaleza de la Creación”, firmado con el nombre de María la Copta de Egipto, donde describe con toda exactitud la fabricación del cristal coloreado así como un sinfín de procesos químicos muy populares en la Alejandría de aquellos tiempos y cuyas fórmulas se extendieron rápidamente por todo Egipto llegando también al mundo árabe.
Aunque no tenemos apenas referencias directas de ella tenemos mucha información tanto sobre su persona como sobre sus trabajos gracias al gran alquimista Zósimo de Panópolis el cual nos cuenta insistentemente que ella era la primera mujer alquimista de Alejandría y deja ver muy claramente la gran admiración que sentía por esa mujer. En aquellos tiempos los alquimistas de Alejandría eran sistemáticamente perseguidos y sus tratados destruídos. Muchos de sus trabajos fueron recuperados por los árabes, incluso rescatándolos del fuego, los cuales admiraban tanto a Zósimo como a María, y cuyos trabajos y experimentos fueron puestos inmediatamente en práctica por ellos cuando en Alejandría estaban prohibidos. De ahí que la alquimia se extendiera rápidamente por los países árabes.
Mientras Zósimo de Panópolis nos enseña cómo fabricar cerveza, bebida nacional en Egipto, María la Alquimista pasaba a la posteridad gracias a haber inventado el “baño María”, (mantener una materia caliente sin que toque el agua) además de haber diseñado numerosos aparatos para destilación y útiles de laboratorio que aún siguen en uso.
No podemos olvidarnos que la alquimia en aquellos tiempos era algo más que unos simples experimentos de laboratorio hechos en los sótanos de las casas puesto que para ellos la alquimia se basaba en el convencimiento absoluto de que la materia estaba hecha de una combinación de tres componentes: sulfuro (el alma), mercurio (el espíritu) y la sal (el cuerpo). En este proceso, el sulfuro y el mercurio no tienen nada que ver con los elementos que conocemos de la Tabla Periódica puesto que según ellos representaban aspectos de la materia que lleva un espíritu.
Alquimia y Filosofía
Según nos cuenta Zósimo de Panópolis, María estudiaba los efectos de los vapores del arsénico, del mercurio y del sulfuro sobre los metales, vapores que debilitaban los metales impregnándolos con colores. Para llevar a cabo estos experimentos María diseñó un aparato para su laboratorio llamado Kerotakis:
Kerotakis
En la parte superior del cilindro hay una plancha, siempre caliente por el fuego, que se usaba por los alquimistas para calentar las aleaciones de pigmentos y ceras, además de algún que otro metal. Estos experimentos están considerados como el primer paso en la transmutación de metales. Para separar las impurezas del líquido se utilizaba un pequeño filtro.
No sólo María experimentaba en su laboratorio con los aparatos que ella había inventado, sino que esos aparatos se hicieron muy populares entre los alquimistas, primero entre los egipcios, luego entre los árabes y posteriormente entre los griegos de la época. De sus prácticos y sencillos inventos puede provenir la admiración que tenía Zósimo de Panópolis por una modesta alquimista, de raza judía, que con su invento del alambique y otros aparatos de laboratorio había facilitado la labor del resto de alquimistas egipcios y después de los de todo el Mediterráneo.
Zósimo, “Tratado de Teosofía”
María también era filósofa y profetisa; escribió muchos tratados relacionados con la alquimia y su relación con la filosofía ya que por entonces la alquimia era considerada un arte y en Grecia todo lo que era considerado un arte pasaba a considerarse también “divino”. Para los alquimistas trabajar en el laboratorio significaba transmutación, tanto en el sentido material como en el espiritual. En el sentido material la transmutación estaba dirigida a convertir metales simples en preciosos y a la vez conseguir la receta de la Medicina Universal para poder curar las enfermedades y alcanzar así la inmortalidad o la eterna juventud, y en ese conjunto de objetivos se encontraba su “divinidad”.
Zósimo -Caldera de destilación
Estas dos corrientes, la alquimia y la filosofía, empezaron en Egipto, pasaron inmediatamente a Grecia, después al mundo islámico y al fundirse con la Cábala Judía y el Cristianismo llegaron finalmente a Europa.
Los alquimistas alejandrinos designaban a los diferentes metales con los mismos símbolos que los planetas dada la relación tan estrecha que existía entre la alquimia y la astrología, relación basada en la Ley de la Tabla Esmeralda cuando dice: “lo de abajo es igual a lo de arriba”, y en muchos casos les ponían también los mismos nombres. Para referirse al oro, decían Sol; para la plata, Luna; para el azogue, Mercurio; para el cobre, Venus; para el hierro, Marte; para el estaño, Júpiter; y para el plomo decían Saturno.
María también era profetisa y filósofa y su axioma más famoso dice:
“El Uno se convierte en Dos; el Dos, en Tres, y del Tercero sale el Uno como Cuarto”, axioma que tiene varias interpretaciones aunque todas ellas relacionadas con el consciente y subconsciente tal y como nos explica Carl Jung en su libro “The Psychology of the Transference” donde nos habla del cuádruple proceso natural de transformación en el ser humano utilizando el lenguaje y las teorías de los alquimistas griegos:
“Comienza con los cuatro elementos separadamente, el estado del caos, y asciende gradualmente a las tres manifestaciones de Mercurio en los mundos inorgánico, orgánico y espiritual, y después conseguir la forma de Sol y Luna (i.e. los metales preciosos oro y plata, pero también el resplandor de los dioses los cuales pueden superar los conflictos internos con amor), lo que lleva finalmente al uno e indivisible (incorruptible, etéreo, eterno) naturaleza del anima, la quinta essentia, agua permanens, tincture, o lapis philosophorum. Esta progresión desde el número cuatro al tres, al dos, al uno es el axioma de María……”
Bibliografía:
-The Dictionary of Alchemy: From Maria Prophetissa to Isaac Newton
-Georges de Syncelles
-F. Sherwood Taylor (The First Alchemists)(Alchemists, Founders of Modern Chemistry)
-The Origins of Alchemy In Graeco-Roman Egypt. Jack Lindsay
Por María de Gracia
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