El vocabulario español debe al elemento árabe más de 4000 palabras
Pedro Shimose, poeta, narrador, ensayista y periodista boliviano, nacido en 1940, ha escrito una valiosa obra. Es Premio Casa de las Américas y Premio Nacional de Poesía en su país, tiene un interesante artículo que se refiere al origen de muchos vocablos españoles que vienen del árabe. Insertamos una parte del texto:
En su libro Historia de la literatura latinoamericana, sostiene que “el vocabulario español debe al elemento árabe más de cuatro mil palabras, incluyendo formaciones derivadas”. Como no soy lexicólogo ni etimólogo les propongo un juego de salón que consiste en enumerar una serie de palabras que derivan del árabe. No en vano los árabes vivieron, durante ocho siglos, en el territorio que hoy llamamos España.
“Cuando leemos: “El arancel aduanero grava la exportación de azúcar con tarifas abusivas” deberíamos reflexionar sobre el origen de las palabras arancel, aduana, azúcar y tarifa.
“Fulano y Mengano van a la fonda a comer aceitunas, zanahorias, alcachofas, berenjenas y albóndigas, vacían la alacena de alfajores, las alcuzas y las jarras de limonada”. Hasta aquí hemos usado trece palabras de origen árabe.
“Fulano viene de fulán, que quiere decir “un tal” y Mengano, viene de man qan, o sea, “uno cualquiera”. Fonda viene de fundaq; albóndiga, de al bondoca (la bola); alacena, de al jizena; alcuza, de al quza (la vasija); limón (laimún) y jarra. (Una aclaración “zutano” no es voz árabe).
“Como soy beniano de monte y pampa, voy a hablar del caballo, especie en vías de extinción. Debido a la irrupción de los medios motorizados, su función ha dejado de ser decisiva así en la paz como en la guerra. Desde la Antigüedad, el caballo acompañó al hombre en su caminata por la Historia. Junto con el camello y el dromedario, fue el símbolo de una civilización fundada en el desierto. Caballo es, en árabe, al faras.
“En nuestro país, el caballo fue introducido por los españoles y jugó, hasta hace muy poco, un papel decisivo en el desarrollo de la ganadería. Por eso se conservan voces de origen árabe, pertenecientes al oficio: jinete, por ejemplo, proviene del árabe zanata, nombre de una tribu berberisca famosa por su destreza en la equitación.
“Otras voces vinculadas al caballo: alazán (al hisán, el de color canela), azabache (as sabay, piedra negra o de color negro), jáquima (sakima, cabezada de cordel para conducir las bestias), albarda, alforja, etc.
“Si digo: “El jinete colocó las alforjas sobre la albarda del alazán y, sin soltar la jáquima, hizo alarde de su alborozo” hago uso de siete voces de origen árabe. Alarde viene de al ard, formación militar distinguida por su gallardía; y alborozo, de al boroz o al buruz, que significa el griterío que suscita la parada militar. De esta raíz nace la palabra “alboroto”. 1
El autor se extiende sobre un gran número de palabras utilizadas en diversas situaciones y, finaliza el texto señalando que en su país de origen existen muchos nombres que son árabes: “Abundan en Bolivia, nombres de mujeres, de origen árabe: Zaida, Zoraida, Zulema, Mireya, Dunia, Zeneide, Almudena, Zulma, Elvira, Nasira y Alcira, provenientes, quizás de “Las mil y una noches”. Los relatos de este libro fascinante alegraron nuestras vidas con leyendas y fantasías orientales dignas de Scherezade. La ciudad de Bagdad, la alfombra mágica, Alí Babá y Aladino y su lámpara maravillosa siguen cautivando nuestro espíritu tan ávido de paz y de aventuras.” 2
Por Pedro Shimose
Notas:
1 Pedro Shimose: Historia de la lengua española,
2 Ibíd.,
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