Origen ,significado y evolución de Morón
Me propongo dar cuenta del origen, significado y evolución a lo largo de la Edad Media de dos términos de origen latino, el topónimo andaluz Morón y un sustantivo castellano homónimo, cuyas etimologías no habían sido explicadas hasta hoy. Primeramente trataré de demostrar que el nombre de la localidad sevillana de Morón ‘, documentado a partir de la llegada de las tropas castellanas en 1240, deriva de Mauror, que se remonta a la forma tardía del genitivo plural latino Mauroru(m). A propósito del caballo que esta ciudad tiene por escudo, me ocuparé del verdadero significado del sustantivo morón, ‘caballo’ en castellano antiguo, derivado posiblemente de mauron, ‘caballo negro’ en época de Isidoro de Sevilla.
Hasta hoy, los intentos de explicar el nombre de Morón han partido de términos parecidos en hebreo (c/. V VLG.Isaias,22,5), fenicio, ibérico, vasco o castellano, que supuestamente aludirían a la ubicación montañosa de la población. La raíz mrm alude ciertamente en fenicio al lugar más elevado y Estrabón (111,1) menciona una población de la Lusitania próxima al río Tajo llamada Moron, amén de que los nombres de varias ciudades de la Bética, como Munda, Arunda, Carino o Siarum, no nos permiten descartar la posibilidad de que la voz moron existiera en la lengua tartesia que hablaron durante siglos los primitivos habitantes de este lugar. Sin embargo, como señalan Coraminas y Pascual al excluir cualquier relación entre este topónimo y el término hispano morena, ‘montón de vegetal o piedras’, todas esas etimologías deben ser rechazadas una vez que sabemos que en época musulmana el nombre de esta ciudad fue Mawrür.
En las diversas transcripciones que conocemos a partir de los documentos árabes, tales como Moror, Murur, Modrur, Maurud, Mawzur, Maurur, Mauror \ hay una práctica unanimidad en lo que se refiere a la transliteración de las consonantes (m-r-r), salvo alguna confusión esporádica de /r/ con /d/ o /z/ sonora, sin duda debida a la semejanza entre los signos ra\sial y záy del alifato, tanto más probable cuanto que se trata de la transliteración de un nombre propio de otra lengua. Más problemas plantea la interpretación de las vocales y diptongos, tanto por el reducido sistema vocálico del árabe, que no diferencia la /e/ de la /i/ ni la lol de la /u/ en los términos mozárabes, como porque, generalmente, los signos diacríticos de falha /a/damma luí y kaska lil no se representan en la escritura, ni los dos signos vocálicos que forman los diptongos decrecientes.
El diptongo au que suele aparecer en las modernas transcripciones de este topónimo en documentos árabes, se representa gráficamente en árabe por un signo de vocal (en muchos casos sin determinación alguna de timbre) seguido de /w/, con lo que sólo pueden equivaler al diptongo au, el único posible en árabe con ese segundo elemento, si bien en los documentos en que el timbre de la primera vocal no está representado también podrían equivaler hipotéticamente a una vocal larga /o/. En cualquier caso, la forma intermedia Mourón se encuentra documentada en diversos testimonios portugueses y gallegos inmediatamente posteriores a la toma de la villa, lo que confirma la existencia del diptongo au.
También podemos conocer exactamente el timbre que representa la moción (jamma de la segunda silaba, ya que este nombre aparece transcrito en los documentos árabes de la misma forma que el de sendos castillos próximos a Castellón y Fuengirola, y el de una fortaleza entonces contigua a la Alhambra s, las actuales Torres Bermejas, cuyo nombre originario de Mauror se ha conservado hasta hoy, aplicado al barrio próximo, en el habla de sus vecinos, así como en numerosos textos castellanos referidos a la fortaleza desde su conquista en 1492.
Una vez confirmada la forma Mauror para el nombre de este lugar en época musulmana, resulta obvio que de ella deriva Morón, documentado justamente a partir de la entrega de la fortaleza a los castellanos. Hay otros muchos testimonios de cómo los soldados y pobladores castellanos y leoneses de aquellos siglos adaptaron rápidamente a las normas fonéticas de su habla el nombre que los musulmanes sometidos daban a sus pueblos, fueran voces árabes o mozárabes, que generalmente tampoco comprendían. Que Morón no fue desde luego un nuevo nombre que le dieran los castellanos lo confirma el que el Rey Sabio pretendiera cambiarlo, aunque sin éxito, por el de Buenaventura .
Es bien conocida por lo demás la tendencia relativamente temprana del castellano a monoptongar sistemáticamente en /o/ el diptongo /au/, que había sobrevivido en latín y aun en algunas lenguas románicas, como el rumano, el provenzal y el mozárabe . Y que esa tendencia fonética aún permanecía viva en el s.XIII, lo atestiguan los documentos latinos de la cancillería castellana, particularmente en las voces más familiares, como cotum por cautum «.
La alteración de /r/ final en /n/ se explica fácilmente como una pervivencia de la antigua tendencia a la disimilación de /r/ final que da cuenta de las formas derivadas del latín marmor, carcer o arbor, proceso acelerado aquí al pertenecer ambas consonantes a la misma sílaba incluso, constituyendo además una secuencia /-ror/ insólita en el habla castellana. La preferencia en este caso de /n/ frente a /l/ se explica por su mayor estabilidad en posición final, confirmada por otros arabismos de la época como alazán, ación, alacrán, almotacén, almocadén. así como porque, al tratarse de una palabra aguda, la secuencia más frecuente con vocal /o/ en la sílaba final resulta ser l-ónl, gracias sobre todo a las formas derivadas mediante ese sufijo.
Por otra parte, pronunciaciones vulgares de términos castellanos en que se relaja hasta su desaparición la /r/ final, como señó, y otras en las que l-rl se neutraliza en l-nl también, como mejón, ilustran hoy perfectamente esta tendencia, que en nuestro caso está corroborada por la forma Maurón que, a partir del s.XVII, aparece en planos de la ciudad granadina, así como en el actual callejero y en los rótulos de la cuesta de Maurón y de un carmen allí sito, con lo que se repite en el mismo nombre, aunque en otro tiempo y lugar, la neutralización de la /r/ final en /n/.
La etimología del topónimo Mauror a partir del genitivo plural latino Maurorum, referida al barrio granadino, es bien conocida, y vale igualmente para nuestra ciudad y los restantes lugares del mismo nombre. Todos ellos atestiguan, amén de la desaparición generalizada en latín tardío de la m final, la apócope de u/o propia de varias lenguas romances, que en el caso del mozárabe parece obedecer a una tendencia de la fonética del árabe, superestrato transmisor de dichas voces.
Estos datos lingüísticos permiten situar la aparición del topónimo sevillano en torno al siglo VI d.C., cuando aún pervive en el sistema casual de la lengua esta desinencia -ORV del genitivo plural , lo que coincide con las conclusiones de los más recientes hallazgos arqueológicos en el centro histórico de la población, que dan cuenta de una iglesia de ese mismo siglo de claras influencias orientales, probablemente a través del Norte de Africa. Tal vez fueran los mismos introductores de ese culto cristiano quienes dieron lugar a que los habitantes hispanorromanos de la zona conocieran el lugar como Muuroru, ‘de los moros’ o ‘de los morenos’, según fuera por su origen norteafricano o por el color oscuro de su tez.
En cuanto al sustantivo castellano morón, lo registra (o inventa) Oudin 15 en 1607 como ‘montecillo de tierra’, y en el Diccionario de la Lengua Castellana de la Real Academia figura desde su primera edición en 1734 (p.610), de donde ha pasado a otras obras hasta nuestros días. Sin embargo, ni Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana impreso en 1611, ni en 1633 Bohorques, quienes trataron sobre la etimología del topónimo, conocían ese supuesto significado.
En 1948, el profesor Yakov Malkiel demostró que morón como ‘montículo, montecilio o montón de tierra’ es un derivado regresivo formado a partir de ‘desmoronar’, verbo que procede en realidad de morona o borona, ‘terrón de tierra’ Ningún texto antiguo documenta pues la palabra morón con ese significado, por más que don Aniceto de Pagés recoja como testimonio del supuesto significado de ‘montón de piedras desprendidas (derrumbe)’ una antigua versión del ‘Romance de la Blanca Niña’. Se trata del más conocido romance castellano de adulterio, y uno de los más exquisitos y difundidos del Romancero, que constituye uno de los pocos documentos que registran la voz castellana morón. La versión más antigua y difundida comienza así:
– Blanca sóis, señora mía, más que no el rayo del sol:
¿Si la dormiré esta noche desarmado y sin pavor?
¡Que siete años había, siete, que no me desarmo, no!
Mas negras tengo mis carnes que no un tiznado carbón.
-Dormidla, señor, dormidla, desarmado sin temor,
Que el Conde es ido a la caza a los montes de León.
– Rabie le mate los perros, y águilas el su halcón,
Y del monte hasta la casa a él arrastre el morón…
Sólo una moderna editora del Romancero ha entendido que el término ‘morón’ requiere una nota, aunque acepta sin más la acepción de don Aniceto supuestamente autorizada por esos mismos versos, sin explicarnos cómo puede un ‘derrumbe’ o ‘montón de piedras’ arrastrar a un hombre hasta su casa desde los montes de León.
Con más sentido común, el abogado e historiador Antonio Bohorques Villalón M, a propósito del nombre y escudo de Morón de la Frontera, había sostenido abiertamente que morón significó ‘caballo’ en castellano antiguo, aduciendo precisamente el testimonio de otro romance y de una versión distinta del romance de la Blanca Niña:
“En la lengua antigua castellana la palabra morón significa cavallo, como consta de un romance antiguo que dice así:
Para vós tengo una muía, para mí tengo un morón.
Y de otro, en que maldiciendo una mujer a su marido ausente dice así:
A la pasada de un vado se le ahogue su morón.
Y Lope de Vega, en la comedia de La locura por la onrra, refiriendo este romance, en lugar de morón dice cavallo. » Y como la giudad de León pinta por armas un león por la semejanza del nombre, paresce lo mesmo Morón, pintando un cavallo.”
Además, hacia finales del s.XVIl, un copista de la obra de Bohorques añade que “Juan Vasques de Acuña, clérigo y notario apostólico, persona de ingenio y letras, vezino de Morón, me dice aver visto una escriptura antigua en que se dava en dote un morón.”
En la referida comedia de Lope de Vega, cuyo argumento se inspira efectivamente en el romance de la Blanca Niña, responde Florante a los requerimientos de su amante de dormirla una noche:
Bien podéis, señor don Carlos, la que viene y otras dos:
Floraberto es ido a caza los montes de León, de donde no vuelva vivo a París, y plega a Dios que rabie mate sus perros y un águila sufalcón.
Ahóguesele el caballo, o arrástrele, que es mejor…
Así pues, Lope de Vega entendió que morón, término ya desusado, equivalía a caballo, tanto en su comedia, impresa en 1618, como en un auto sacramental del mismo título en el que parafrasea a lo divino el tema del romance. También en otras de las numerosas versiones modernas del romance, morón ha sido sustituido por caballo n: que se caiga del caballo y se parta el corazón; cuervos le saquen los ojos y coman su corazón, y que le beban la sangre los perros que él llevó.
Otra del Romancer catalá 2\ muy similar a la que cita Bohorques, dice:
Ja se ‘I mengessin los perros les aligues i els falcons; al passar el riu de Nante se li negués el grisson ”.
Y que grisón se refiere al caballo lo prueba una canción popular que dice: Sobre d’un cavall grisó. Y lo confirma esta otra versión :
un río corriendo d’aygua se li meni el caballo, un río corriendo d’aygua se li meni ab ell y tot.
No conoce ninguno de estos testimonios e indicios acerca del significado de morón W.J. Entwistle, quien escribe en 1939 en su estudio sobre el romance -’ : “No sé explicar este morón. El profesor Sylvanus Griswold Morley me dice que supone que se trata de una especie de caballo. En los Romanzen und Pastourellen de K. Bartsch hallo chevalchant ma mure (pág.130), que quiere decir ‘yegua negra’.”
Sin embargo, en antiguo francés (s.Xl-XII) mur equivale en realidad a mulum, de donde también derivan las formas del gallego murras en Pontevedra, murías en Santiago, maragota (de muruota) en Lugo, y otras similares que mencionan Coraminas y Pascual.
En 1940, Benedetto Croce, mucho más sagaz, traduce esos versos del romance castellano como sigue.
La rabbia gli ammazzi i cani, e l’aquila ¡l suo faleone, e dal monte giú il morello lo strascini furioso!
Su traducción sugiere pues que morón equivale a lo que llamamos ‘caballo morcillo’, dicho en italiano morello, caballo de color moreno violáceo, significado que me parece de hecho más verosímil, al menos en el origen del término, que el de simple sinónimo de ‘caballo’*
Al tratar en sus Etymologías (12.1,55) de los distintos tipos de caballo, Isidoro menciona el mauron: mauron niger est; nigrum enim Graeci maüpon vocant, forma que verosímilmente puede constituir el étimo del término castellano, cuestión en la que ahora no puedo extenderme. En cualquier caso, la posible pervivencia, con alguna alteración semántica, del término hispanolatino mauron, ‘caballo negro’, obviamente monoptongado en castellano en morón, explicaría el que, en 1375, Enrique II llamara a la ciudad de Morón ‘caballo sin riendas’, según el pleito sobre el casco de Morón y el juramento de un vecino que menciona Bohorques. Y a falta de otros documentos, la versión del romance de la “Blanca niña” impresa en 1550 y la que conocía Bohorques en 1633, así como otro romance del que nos transmite unos versos, dan fe desde luego de la existencia del término morón aplicado en castellano medieval al ‘caballo’, lo que había pasado desapercibido hasta hoy.
Esto explica asimismo que el escudo de la ciudad de Morón, que no es posterior al s.XVI, sea un brioso caballo con las riendas sueltas, de la misma manera que la ciudad de León, sin atender a la etimología de su nombre, presenta en su escudo un león rampante.
Por Joaquin Pascual Barea
Universidad de Cádiz
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