Los manuscritos secretos del Monte Sinaí
La biblioteca del Monasterio de Santa Catalina está situada en Egipto, a los pies del monte Sinaí, lugar donde supuestamente donde Moisés viera la zarza ardiendo. Ella guarda celosamente la historia escrita más antigua y olvidada de pueblos y lenguas que ya no existen.
Es la biblioteca activa más antigua en el mundo. Entre sus miles de pergaminos se encuentran por lo menos 160 palimpsestos, manuscritos que tienen pequeños rasguños y manchas de tinta debajo de escritos más recientes. Estas marcas ilegibles son las únicas pistas de palabras que fueron removidas por los monjes del monasterio entre los siglos VIII y XII para reutilizar los pergaminos. Algunos fueron escritos en lenguas largamente perdidas que casi se han desvanecido del registro histórico.
Desde sus comienzos, fue un reconocido centro de aprendizaje que data de hace ya 1500 años. Tras el paso del Islam en el siglo VII casi todos los lugares cristianos del Sinaí acabaron desapareciendo. El Monasterio de Santa Catalina, sin embargo, resistió aislado y fortificado. Durante las Cruzadas las peregrinaciones al monasterio fueron más esporádicas y los escribas, a menudo, se veían obligados a reutilizar pergaminos más antiguos, después de lavarlos con zumo de limón y de rasparlos cuidadosamente. Cientos de esos pergaminos, muchos de ellos preservados desde el siglo VII gracias al clima seco, contienen esos palimpsestos, revelados a través de rasguños y manchas de tinta apenas intuidas debajo de escritos más recientes. Esas marcas, casi por completo ilegibles, son las únicas pistas del proceso con el que los monjes reutilizaron los pergaminos, raspándolos.
En algunos de ellos hay palabras que ya habían sido olvidadas y de las que no se tiene ninguna otra constancia escrita. Sin embargo, la tecnología ha conseguido arrancar del pasado esas páginas borradas. A través de los rayos X se han conseguido revelar secretos que los manuscritos medievales ocultan desde hacía siglos en la Biblioteca de la Universidad de Leiden. Un grupo de investigadores han utilizado técnicas de imagen especializadas en las que se fotografían los pergaminos con diferentes colores de luz desde múltiples ángulos para sacar a la luz lo que esconden los palimpsestos de la Biblioteca del Monasterio de Santa Catalina, revelando poemas antiguos perdidos y textos religiosos tempranos, y permitiendo descubrir un corpus de vocabulario que no ha sido utilizado en más de mil años.
Para revelar las palabras borradas de los palimpsestos, los investigadores fotografían cada página doce veces, iluminándolas con luz visible de diferentes colores, luz ultravioleta y luz infrarroja. Otras fotografías se toman con la luz desde detrás de la página o en un ángulo oblicuo, ayudando a resaltar minúsculas señales y depresiones en la superficie. Todas estas fotografías juntas, ayudan a revelar las minúsculas huellas de tinta o los arañazos dejados por la pluma del escriba, que quedan en las páginas después de que fueran borradas. A continuación esas fotografías son procesadas, bajo distintos algoritmos, que analizan y combinan las imágenes para separar el texto borrado del texto superior.
Durante cinco años, los investigadores recolectaron 30 terabytes de imágenes de 74 palimpsestos, de un total de 6.800 páginas. En la actualidad estos pergaminos se consideran una mina de oro de incalculable valor lingüístico e histórico, tanto para los estudiosos que investigan las primeras escrituras del cristianismo o los historiadores que buscan pistas sobre la vida en el Egipto medieval como para los lingüistas que buscan restos de lenguas antiguas perdidas por completo.
En algunos casos, los textos borrados han aumentado el vocabulario conocido de un idioma hasta en un 50 por ciento. Una de esas lenguas, revelada por los manuscritos, es la perteneciente al antiguo reino de Albania caucásica, que cubrió el sur de la actual República de Daguestán y gran parte de Azerbaiyán, cuyos registros escritos se perdieron, casi por completo, entre los siglos VIII y IX, cuando sus iglesias fueron destruidas. O el arameo palestino cristiano, una extraña mezcla de siríaco y griego usada por algunas de las primeras comunidades cristianas en el Medio Oriente que murió en el siglo XIII. Algunas de las primeras versiones del Nuevo Testamento fueron escritas en este idioma, y existía toda una cultura en torno a esta lengua, actualmente extinta y desaparecida.
Los palimpsestos de esos manuscritos están permitiendo darle una nueva vida a esa lengua, a la cultura que representa, mostrándonos cómo han influido en nuestra cultura. Otros palimpsestos esconden escritos en idiomas más comunes como el árabe, el siriaco, el latín o el griego. Pero eso no significa que no haya lugar para los descubrimientos importantes. Bajo textos árabes han aparecido más de cien páginas de poesía griega, hasta ese momento desconocida. Y también se han encontrado tres tratados médicos griegos, también desconocidos, incluyendo uno que contiene la receta conocida más antigua acreditada a Hipócrates, el padre de la medicina occidental. Para los historiadores clásicos y medievales, la posibilidad de leer esos textos perdidos ha supuesto una enorme revolución en su campo.
Curiosamente, lo que demuestran algunos de los palimpsestos recuperados es que las tensiones entre el islamismo y el cristianismo no siempre fueron tan acentuadas y que el monasterio jugó un papel importante como punto de encuentro y de unión entre creencias. Muchos de los textos demuestran que existía un intercambio de ideas y de literatura entre creencias, como podemos ver a través de las traducciones de escrituras y liturgias cristianas al árabe. El equipo de investigadores encargado de sacar esos textos a la luz, con Michael Phelps a la cabeza, están haciendo públicos todos sus descubrimientos en la Early Manuscripts Electronic Library , para que estudiosos de todo el mundo puedan utilizarlos como parte de sus investigaciones. Algo que es de agradecer, teniendo en cuenta que recientemente el Monasterio de Santa Catalina se ha visto amenazado por ataques de grupos afines al Estado Islámico. De esta manera, se asegura que las generaciones futuras tengan acceso a ese material, al margen de las presiones políticas.
Con información de The Atlantic
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