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¿Por qué lo llamamos Islam y no islamismo?

mezquita

Los ciudadanos de a pie del mundo occidental, no tienen muy claro, la mayoría de las veces, que es el Islam y que es el islamismo. Y esta confusión además, viene acentuada por la forma que han tenido los medios occidentales de cubrir las noticias en relación con el mundo arabo-islámico. El Islam hoy en día es la segunda religión en importancia del planeta, y persistir en su demonización o retratarla con un carácter intrínsecamente antidemocrático y alérgico a la modernización, no es sino tener un pobre conocimiento de ella.




El mundo occidental no puede seguir hoy en día manteniendo las teorías del norteamericano Bernard Lewis, usando fraudulentamente la etimología para plantear cuestiones culturales demasiado generales, sobre un mundo árabe complejo y poliédrico, como lo es el Islam. Edward Sa’id, ya nos recordaba que no podíamos seguir manteniendo una total incapacidad para reconocer que los pueblos islámicos tienen derecho a mantener sus propias prácticas históricas, políticas y culturales, y que ello no significa que no sean buenos, porque no son Occidentales.

El islamismo nacerá en el siglo XX como un movimiento político y social, en contra del protectorado británico en Egipto, que después se expandirá a los demás países árabes. Éste apelará al Islam como única fuente de inspiración ética y política para transformar los sistemas políticos y sociales de las sociedades musulmanas. Por lo tanto el islamismo es una ideología que utiliza la religión como base para realizar un cambio social, por lo cual no va a estar relacionado con la creencia o el dogma religioso. El islamismo se va a convertir en una afirmación de identidad que el mundo musulmán había perdido con la occidentalización.

El auge del islamismo se va a deber a las traiciones que la modernidad ha tenido con el mundo árabe, una modernidad que las élites de los regímenes que gobiernan estos países, con la connivencia en muchos de los casos del mundo occidental, no sólo ha sido contraria a su cultura, sino que ha sido un modelo sin alma, desnaturalizado, alienado y sinónimo de deshumanización y marginalidad. La modernidad no ha cumplido con su promesa de llevar libertad a las sociedades musulmanas, porque debemos recordar, que miles de musulmanes luchan todos los días contra la tiranía de unos regímenes autoritarios que les han amputado todos sus derechos y libertades en nombre de un Islam que solo predica la ta´a, la obediencia ciega al líder, sin dejar ningún espacio a la razón y al pensamiento individual.




Los movimientos islamistas se han visto fortalecidos por la adhesión de toda la masa de desheredados que la única aspiración que tienen es recuperar su dignidad. El islamismo les va a hablar de sus raíces, del valor humanista de la solidaridad, de la esperanza de que sean contemplados como seres humanos, a falta de haber sido reconocidos como ciudadanos. ¿Cuánta responsabilidad tenemos los países occidentales en el incremento del islamismo? mucha, pero eso sería cuestión de otro artículo…

Por Esther Puntero
Con información de Levante

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