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Museo Árabe Yusuf Al Borch:una casa encantada

Casco antiguo de Cáceres ©Lourdes Gómez
Casco antiguo de Cáceres ©Lourdes Gómez

Hay voces que aunque se hayan marchado, nunca podrán apagarse del todo. Y más aún cuando su presencia ha acompañado a multitud de humanistas y soñadores durante muchas de sus noches. El mundo a veces -de cuando en cuando- es justo, y una muestra de esa justicia es el hecho de que algunas de esas desaparecidas voces han quedado grabadas en soportes tecnológicos que permiten volver a escucharlas una y otra vez.

Eso se convierte en algo mágico y ritual cuando hablamos del añorado Juan Antonio Cebrián. Él fue un Quijote de las ondas. Un caballero que defendió a través de espacios como Turno de Noche o La Rosa de los Vientos una manera distinta de formar personas, de remover conciencias, de pasar por el mundo haciendo el bien: a través de la historia, las leyendas, la ciencia, el humanismo o la defensa del medio ambiente.

No podemos olvidar ese espíritu, no podemos olvidar ese legado. Por eso siempre que puedo vuelvo a resucitar conversaciones nocturnas pasadas. Hoy revivo una tertulia de “Ces” que es de mis favoritas. Pertenece al ocaso del siglo XX, allá por el ’99. En ella se entremezclan tres voces que me han enseñado tanto que forman parte de mi universo de personas y recuerdos imborrables: Juan Antonio Cebrián, Carlos Canales y Jesús Callejo. En esta ocasión las “Ces” hablaban de un tema apasionante como poco: ¡Casas Encantadas!

En este monográfico Carlos Canales expone los dos requisitos principales que una casa debe tener para ser considerada encantada:

  1. Tradición: un lugar con fama entre visitantes y vecinos de que “allí pasan cosas raras”.
  2. Constancia: que los fenómenos se produzcan con cierta asiduidad. Que las apariciones y sucesos tiendan a perdurar en el tiempo.

Y por su parte Jesús Callejo ofrece una útil selección de términos que definen la mayoría de sucesos que se producen en estos espacios encantados:

  1. Paraóptica: fenómenos luminiscentes, luces que se apagan y se encienden o luminarias que aparecen por los pasillos, que se mueven, que surgen de la nada.
  2. Ideoplastia: aparición de fantasmas.
  3. Raps: Chasquidos, ruidos, golpes.
  4. Metafonía: voces.
  5. Paralitergia: caída inexplicable de piedras.
  6. Torbismo: campanillas que suenan solas.
  7. Osmogénesis: malos olores.
  8. Paramegafonía: sonidos musicales.
  9. Parahematosis: manchas de sangre.
  10. Telequinesis o Psicorragias: muebles, objetos que se mueven solos.
  11. Aportes: aparición de objetos.

Puede observarse que se trata de una tertulia monográfica de lo más ilustrativa, en la que disfrutamos escuchando hablar de temas que nos apasionan, pero también aprendemos, como cuando Carlos Canales explica que el término Poltergeist -que viene del alemán y significa “duendecillo juguetón”– y “casa encantada” vienen a significar lo mismo.


Museo Árabe Yusuf Al Borch
Museo Árabe Yusuf Al Borch

Días después de escribir este texto y de escuchar aquel monográfico rosaventero visité una ¡auténtica casa encantada! La sugestión hizo que sintiera aquel gusanillo de nerviosismo mientras recorría en soledad las distintas estancias de la casa. Tras fundirme con el ambiente a través de la música árabe y aquellos objetos y paredes cargados de historia charlé con Ángel De La Torre, dueño de la casa, que no era otra que el Museo Árabe Yusuf Al Borch, en pleno corazón de Cáceres

¿Cuándo surge el fenómeno que se manifiesta en la casa?

-Mi padre cuando empezó a hacer las excavaciones en esta casa hace 30 y tantos años, ya tuvo algunas experiencias de este tipo. Por ejemplo, en una ocasión dos policías que entraron a hacer el recorrido le dijeron: “Señor Pepe, tenemos los pelos de punta, porque notamos sensación de que alguien nos ha estado siguiendo por toda la casa”. Eso le ha ocurrido a muchas personas. Incluso a mí mismo. Sientes como una especie de presión sobre el pecho, o notas que hay alguien a tu alrededor.

¿Cuánto tiempo lleva el museo en posesión de la familia?

-Esta casa se la compró mi abuela a mi madre. Estaba en ruinas y mi padre quiso modernizarla, para alquilarla o venderla. Y al descubrir que tenía vestigios antiguos romanos y árabes, estuvo durante 12 años restaurándola. Estudió árabe, filosofía y letras, y arte islámico. Viajó mucho a esos países, decorando las habitaciones. Aunque no había turismo por entonces se las empezó a enseñar a los amigos. Y con el tiempo se quedó como museo.

¿Desde el principio os distéis cuenta de que en la casa ocurrían sucesos sin explicación?

-Cuando se adquirió la casa nosotros no sabíamos nada de que aquí pasaban estos fenómenos. Mi padre venía a casa y de vez en cuando iba contando cositas que le pasaban aquí. Antes de abrirlo al público ya ocurrían estos fenómenos. Yo recuerdo que a lo mejor mi padre llegaba y decía: “me he acercado a la puerta y alguien me ha abrazado por atrás, o hay una maceta que todos los días se cae. O escucho ruido, escucho pasos”.

Un rincón para tomar el té en la casa árabe encantada ©Lourdes Gómez
Un rincón para tomar el té en la casa árabe encantada ©Lourdes Gómez

¿Cuál es su opinión acerca del fenómeno?¿Cree que se trata de algo “inteligente”?

-Mi opinión es que nosotros somos energía, según está la ciencia actualmente la energía ni se crea ni se destruye: se transforma. Nosotros cuando morimos esta energía debe estar en algún sitio determinado. En un espacio y tiempo o un sitio determinamos. Aquí mismo pero en un tiempo diferente. Esa energía no desaparece, está ahí. Claro, preguntarme si es un fenómeno inteligente o no, no estoy capacitado para responderle a eso. El fenómeno son pasos muy fuertes, muy claros contra el suelo. En una ocasión, estando aquí con un personaje muy conocido de la política aquí en Cáceres, tuvimos que salir los dos corriendo hacia San Jorge. Bajamos porque escuchamos los pasos. Bajamos corriendo, cerramos y dejamos incluso las luces encendidas hasta el día siguiente. No fuimos capaces de entrar. Estábamos dos testigos diferentes.

¿Es el único suceso extraño que ha vivido en el lugar?

-Otra noche con mi hermano, porque dormíamos aquí en verano cuando hacía mucho calor. Escuchamos también unos pasos que entraban en nuestra habitación, igual que los anteriores. En esos momentos se siente mucho miedo. El político de Cáceres pesaba 100 kilos y llegó antes que yo a la Plaza de San Jorge.

¿Son muchos los expertos que han pasado por el lugar en busca de respuestas?

-Muchos sensitivos, y todos coinciden en que el espíritu no es malo, sino que es bueno, entonces nos calmamos un poco. Nosotros solemos darle hasta los buenos días, porque así parece que se te quita un poco el miedo. Aquí estuvo Rafael Rivera Madariaga, que por entonces estaba muy interesado en estos temas, luego dejó la parapsicología y el esoterismo para dedicarse a la meditación. También han venido de la radio, de RNE la última vez, por ejemplo, y todos coinciden. Traen unos aparatos medidores de energía, que yo no entiendo mucho de eso, pero todos me dicen: “mira, yo llevo años con este aparato y esto que me está ocurriendo aquí es algo realmente increíble”.

¿Además del sonido de pisadas, se dan otro tipo de manifestaciones?

-Hubo un tiempo en que teníamos velas encendidas, que yo apago todas las velas al irme, y al volver al día siguiente digo: “qué raro, me he dejado una vela encendida”. Otra vez igual. Y claro, llega un momento que ya te extrañas. Esto también le ha ocurrido a mi hija con su novio, estando nosotros de vacaciones. Y como les ocurrió dijeron, mira vamos a hacerlo a conciencia, las apagaron a conciencia. Y al día siguiente otra vez una de las velas estaba encendida.

¿El fenómeno se da en alguna parte concreta de la casa?

-Ocurre por toda la casa. Hay sitios donde se da más el fenómeno. En el pasillo por ejemplo, pero realmente es por toda la casa. En el harén, en la sala de armas… Por toda la casa. Aquí vino no hace mucho alguien que hizo fotografías por todas las habitaciones, y nos mandó esas fotografías porque salían orbes, círculos de energía. En una fiesta que celebramos con el presidente del Ateneo, Esteban Cortijo, con disfraces árabes y tres bailarinas, que fue una fiesta muy bonita, un señor que es pintor, hizo con su cámara digital muchas fotografías, y al verlas vimos que había muchos orbes, en nuestra cara, a nuestro alrededor. Impresionante.

¿En alguna ocasión les han dicho que la causa del fenómeno sería el espíritu de una mujer?

-Lo de que es una mujer la primera que me lo dijo fue una médium mexicana. Se identificó como médium mexicana y dijo que ella la estaba viendo. Vino y me dijo: “Oye, ¿Sabes que tienes aquí espíritus?”. Yo le dije que sí, que ya lo sabía. Ella me dijo: “el espíritu es de una mujer de unos 40 años, bien vestida, como con una especie de kaftán árabe, un vestido largo, joven. Y la estoy viendo ahora mismo en el pasillo. La próxima vez que venga, te voy a enseñar si quieres, a comunicarte con ella”. Y eso impresiona mucho. Pero me dijo que no tuviera miedo, que era un espíritu bueno. Luego a partir de ahí han venido varias personas sensitivas, y todas coinciden con lo que dijo la médium.

Algunas personas se quedan muy agobiadas, se tienen que salir a la calle y todo, como depresivas. A mí no me suele afectar en mi estado de ánimo, pero yo he pasado temporadas realmente con miedo. Algunas veces por ejemplo, y eso que yo estoy mentalizado, llevo aquí muchos años y paso mucho tiempo, pero a lo mejor estoy tan tranquilo viendo la televisión, jugando al ajedrez, o leyendo un libro, y de repente noto esa presencia, y me tengo que salir a la calle. Y tiene que pasar un tiempo, cinco, diez minutos, hasta que pueda volver a entrar.


¿Uno se acaba acostumbrando?

-Yo ya me he acostumbrado con el tiempo a vivir con esto. La verdad que hemos pasado miedo, pero bueno, tampoco ha sido una fenomenología muy exagerada. Pero sí que te acostumbras, y lo que más nos tranquiliza es que dicen que es un espíritu bueno, que no nos va a hacer daño, entonces sabiendo eso, mejor

Baño árabe en el museo ©Lourdes Gómez
Baño árabe en el museo ©Lourdes Gómez

¿Alguna vez se ha planteado vender la casa?

-Nunca la vendería. De hecho yo he sido pobre y no la he vendido. Me la han intentado comprar, incluso norteamericanos, pero nunca la venderíamos.

Por Lourdes Gómez Martín
Con información de Periodismo y misterio

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