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Redefinir la identidad,dilema de palestinos y saharauis

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Las declaraciones del Frente POLISARIO (Congreso constituyente de 1973, congresos posteriores) y los textos fundacionales de la RASD (declaración de la RASD de 1976, constitución de 1976 y versiones posteriores, declaraciones del presidente) siempre se refieren al territorio colonial; identifican claramente “territorio nacional” con territorio “en sus fronteras reconocidas internacionalmente”, es decir que asume la idea de un Estado nación heredado de la colonia; la nación con derecho a la independencia se liga al territorio de la colonia, no al territorio cultural (étnico). Asimismo se subraya la unidad/integridad territorial, frente a posibles escenarios de partición del territorio. Esta distinción se hace de manera continua en todos los discursos. El nacionalismo saharaui no es de carácter étnico, sino muy ligado a la liberación y descolonización; (re)construye la comunidad y crea una nación, para dotarla de una forma elaborada de organización (estado) en un marco post-colonial.

Sin embargo, la acción política del nacionalismo saharaui no se puede situar geográficamente con precisión. Desde sus orígenes se ha movido o ha tenido lugar simultáneamente en diferentes ámbitos. No obstante, el exilio de una parte de la población, su asentamiento en el suroeste de Argelia y la creación de la RASD cuyas instituciones se encuentran entre Tindouf (Argelia) y las zonas liberadas, han sido factores que permiten situar, desde 1976, el centro neurálgico del movimiento nacionalista en el exterior del territorio reivindicado, en contraposición con el campo de batalla (las zonas ocupadas, las zonas de incursión) o las zonas liberadas. La RASD era en cierta medida un Estado, con un control no completo del territorio, población dividida y dispersada e instituciones en el exilio.

Al igual que ocurrió en Palestina en 1986, en el Sahara el bloqueo de las negociaciones contribuye a un cambio de iniciativa política, dirigida hasta entonces por el FP desde el exterior: a partir de septiembre de 1999, y de manera más clara a partir de mayo y junio 2005, gana un mayor protagonismo la población de los territorios ocupados. De nuevo hallamos elementos comunes: bloqueo de las vías políticas de negociación, cambio generacional y agudización de la situación en las zonas ocupadas. En este marco un elemento clave es el surgimiento de una nueva élite política contestataria en el Sahara Occidental, conformada por antiguos resistentes (que han vivido la cárcel en las tres décadas precedentes) y jóvenes (muchos de ellos universitarios formados en Marruecos, beneficiados por las políticas de promoción y cooptación). Este fenómeno se conocerá como la “Intifada saharaui” o Intifada de la independencia.

Las manifestaciones en las zonas ocupadas ganan relieve y llaman la atención internacional. Dada la imposibilidad de abordar abiertamente reivindicaciones nacionalistas, la defensa de los derechos humanos se convierte en protagonista. En particular los activistas políticos de derechos humanos saharauis ganan visibilidad internacional: sus casos son difundidos, intervienen en foros internacionales (Consejo de Derechos Humanos de la ONU, Parlamento Europeo, Conferencias Europeas de Apoyo al Pueblo Saharaui…) y reciben reconocimientos y premios internacionales. La contestación nacionalista saharaui parece haberse trasladado esencialmente al interior del territorio. La respuesta de las autoridades combinará diferentes estrategias (represión, cierre de espacios, etc.) alimentando una dinámicas de acción-represión. Pero lo que resulta de mayor interés para este estudio comparado es la mayor implicación de los saharauis del norte en la contestación nacionalista. Al igual que en el Sahara Occidental ocupado, sobretodo a partir de 2004-2005 se ha operado una dinámica de contestación política que implica cada vez más y de manera más activa y visible a saharauis del sur de Marruecos.



¿Quiénes son esos saharauis del sur de Marruecos? La región que va desde el flanco sur del Atlas, el Oued Noun (6), hasta la frontera del Sahara español estuvo tradicionalmente habitada, en mayor o menor medida, por población de habla hassanía, que se diferenciaba de los bereberes de más al norte. La zona al sur del Draa formó parte del protectorado español, hasta que en 1958 España retrocedió la región de Cabo-Juby / Tarfaya (7) a Marruecos hasta el paralelo 27º40’, fijándose por primera vez una frontera que separaba a unos grupos saharauis de otros. A los movimientos tradicionales en el área, desde finales de los cincuenta y hasta los setenta tuvieron lugar nuevos movimientos de población; al sur de Marruecos llegaron saharauis del Sahara español, de diferentes grupos tribales, tanto por razones económicas (desplazados por la sequía) como políticas (exiliados buscando refugio), conformándose un mosaico demográfico de saharauis autóctonos e inmigrados (pero que mantenían lazos con sus zonas y tribus de origen). Ambas sufrieron la marginación socioeconómica de esas regiones y mal que bien resistieron las políticas de aculturación (el empeño de asimilar / marroquinizar o des-hassanizar, en cuanto a costumbres, lengua y vestimenta) y la represión política (8). Rabat siempre tuvo cierto desapego con esa provincia del sur, refugio de antiguos miembros del ALS y desafecta al poder central.

Esta diferente composición de la población (autóctona y procedente del sur o “implantados”) ha sido un elemento que ha caracterizado el paisaje humano de la región y que está presente desde entonces en los comportamientos políticos de la población. Asimismo esto alimentó la diversidad de criterios que mantuvieron las partes durante el proceso de identificación llevado a cabo por NNUU de cara al referéndum (9).

Al analizar la extensión de la contestación política a esta zona ha de tenerse en cuenta esta realidad y cabe también hacerse varias preguntas: ¿Se trata de un simple contagio marginal (sin trascendencia), de un mimetismo táctico (adopción de formas, pero con objetivos diferentes) o de procesos más complejos (una verdadera identificación y convergencia ligadas a sentimientos de pertenencia recuperados y alimentados en un nuevo contexto)?

Hay al menos tres elementos explicativos a tener en cuenta: la identificación, la continuidad territorial y la nueva socialización inter-saharaui generada a partir de la ocupación:

– Una identidad común saharaui (lengua, prácticas, costumbres, lazos familiares) en toda la región, que persiste. Nadie duda de la “saharauidad” de un saharaui del sur de Marruecos, al igual que este es plenamente consciente de compartir una identidad cultural con los saharauis del Sahara Ocupado, Mauritania o sur de Argelia.

– La continuidad de movimientos en el seno del espacio hassanófono. Antes de 1958, era común que saharauis del sur fueran a vender su ganado y a aprovisionarse a ciudades como Tan-Tan. Esta movilidad no cesó por completo con la creación de las fronteras coloniales y estatales; entre 1958 y 1976 la frontera limitó pero no impidió las relaciones entre saharauis del norte y del sur.

o Nunca se interrumpieron las relaciones intersaharauis (comercio, relaciones familiares y matrimonios, etc). Los saharauis del SO debían pedir permisos a las autoridades españolas para viajar al norte. En sentido inverso, con el objeto de limitar la entrada de población marroquí o saharaui no afecta, la obtención de permisos era más compleja y dependía de otras instancias.

o También había comerciantes saharauis y marroquíes que cruzaban la frontera con suministros (alimentos y otros productos). Y a ello se añaden los cruces no controlados (pastores, contrabandistas, activistas…)

– Con la ocupación de 1976 Marruecos restableció una continuidad territorial y se empeñó en hacer desaparecer las trazas de la frontera colonial, fijando nuevos límites administrativos (provincias y regiones) y creando circunscripciones electorales que cabalgan la frontera colonial (10) . Desde 1976, los saharauis del sur de Marruecos y del Sahara Occidental tienen muchas más posibilidades de contactos, hay intercambios y se intensifica la movilidad entre el norte y el sur, y comparten mismos espacios. Hay movimientos y reinstalación de familias saharauis, predominando el movimiento norte-sur: saharauis de Tarfaya, Tan-Tan, Guelmin… se instalan, en gran medida inducidos por las autoridades, en las ciudades (El Aaiún, Dakhla) al calor de los proyectos estatales, de la administración marroquí y del comercio. Los colonos marroquíes proceden del Norte de Marruecos y otros son saharauis del norte (11). Asimismo muchos de los saharauis del norte exiliados en los 60-70, han retornado al sur. En sentido sur-norte, el movimiento es menor y tiene más que ver con estudiantes que residen unos años en ciudades universitarias y que luego retornan al Sahara o se instalan profesionalmente en el norte de Marruecos (12). Este fenómeno en dos direcciones ha permitido recuperar vínculos o establecer nuevos, desarrollando relaciones a todos los niveles entre saharauis del norte y del sur lo que sin duda ha incidido en la identidad saharaui entre la población del sur de Marruecos (se ven más cercanos a sus connacionales del sur más que a sus conciudadanos del norte).

– La zona saharaui del sur de Marruecos está muy cerca de El Aaiún, el principal núcleo urbano del Sahara Occidental ocupado, y principal foco de la contestación política.

– Entre las nuevas élites saharauis cooptadas en las zonas ocupadas que han beneficiado de las redes clientelares hay por lo tanto personas procedentes del norte; los cambios operados en los últimos años, también les afectan..

La contestación entre los saharauis del norte (sean autóctonos o implantados, residan en el norte o en el sur) deriva de esta nueva realidad, algunos viven un proceso de reidentificación (etnogénesis), y responde en cierta medida a las mismas causas que están en el origen de la contestación en el SO ocupado:

– Resienten insatisfacciones y carencias (socioeconómicas, empleo) (13), frustraciones, conciencia de alienación y de discriminación (pseudo ciudadanía, no reconocimiento de su identidad diferenciada)

– Viven las mismas formas de represión: cierre de espacios y restricción de libertades, represión directa, colectiva y al entorno familiar, etc. Y por ello establecen paralelismos en las causas de la represión e interpretan que su situación deriva de su condición de saharaui

– En muchos casos arropan (con fines tácticos o no) sus protestas o reclamaciones de carácter nacionalista, dando pie a una nacionalización de las demandas sociales y esgrimiendo en un momento dado consignas y simbología abiertamente nacionalista (eslóganes, banderas saharauis, apoyo al FP, etc) A diferencia de las movilizaciones sociales en el resto de Marruecos, en el sur se alcanzan pronto posiciones contestatarias y de confrontación.

– Finamente hay que tener en cuenta que los activistas están presentes en las mismas asociaciones (y comparten discursos con un trasfondo estratégico nacionalista).

 

Pero si bien las movilizaciones de los saharauis del norte no son sustancialmente diferentes a las del SO, suelen verse eclipsadas por la dinámica en los TTOO, por lo que hay que ir a los detalles.

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