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Imposible, desvincular al cine de la política, dice Javier Bardem


«La celebridad no tiene lados buenos», ríe Javier Bardem. El actor español conoce el precio del estrellato. Mitad de la pareja más famosa de España –Penélope Cruz dio a luz al hijo de ambos hace poco más de un año–, ha tenido éxito en películas filmadas tanto en inglés como en su lengua materna. Ganó el Óscar a mejor actor de reparto por su brutal interpretación en Sin lugar para los débiles, de los hermanos Cohen, y fue postulado a mejor actor por representar al escritor y poeta homosexual cubano Reinaldo Arenas en Before Night Falls, de Julian Schnabel, y de nuevo en 2011 por su papel de un clarividente criminal en Biútiful, de Alejandro González Iñarritu. Tres actuaciones que ilustran su notable versatilidad.

Sin embargo, la afirmación de Bardem sobre la celebridad parece un poco falsa, en especial porque el actor de 43 años de edad estuvo presente en el Festival de Cine de Berlín como productor y presentador de Hijos de las nubes: la última colonia, documental acerca de las penurias del pueblo saharaui en la ex colonia española de Sáhara Occidental. Aprovechar la fama para iluminar una causa política es una ruta muy transitada por los actores; cuando planteo a Bardem que su celebridad le permite hacer un documental sobre un tema cercano a su corazón y que la gente se interese en él, por lo que no puede ser tan mala, contesta: «Cierto, pero tampoco tan buena como usted cree».

 Don de gentes

Bardem tiene una figura impresionante. Posee un gran don de gentes; hace destellar su sonrisa diabólica en el momento oportuno y tiene la habilidad de hacer que uno quiera estar de acuerdo en todo lo que dice. Sin embargo, expresa cierto desencanto de que, pese a todos sus esfuerzos por llevar la causa del pueblo saharaui a la conciencia pública, incluso con un discurso ante la ONU, jamás captará tanta atención de los medios hacia ese tema como hacia su relación con Penélope Cruz y el embarazo de ella.

Se casaron en 2010, en una ceremonia privada familiar en Bahamas, en un intento por evitar la intromisión de la prensa. Hoy rechaza preguntas sobre su relación, aduciendo que desvía la atención de su trabajo. “Trae otras presiones y expectativas que la película no merece –señala–. Ayuda en algunas formas, pero en otras no. Nada es perfecto. Uno tiene su carrera, palabra que por cierto no me gusta. Quiero decir, su trabajo, y sigue tomando decisiones con base en lo que siempre ha elegido. No existe un plan maestro; supongo que esas ideas pertenecen a las percepciones de la gente desde el exterior. Pero estamos acostumbrados: están las percepciones externas y estamos nosotros. Los verdaderos nosotros.”

Es difícil compadecer a alguien cuya vida parece tan glamorosa. Sin embargo, el lado oscuro del glamur, dice, es equilibrar el trabajo con el impacto que tiene en el resto de su vida. «Hago un trabajo y tengo suerte de dedicarme a lo que amo, pero es un trabajo duro. No digo que sea tan duro como trabajar en una mina de carbón, pero es difícil en un sentido distinto. A veces hay que pasar por viajes emocionales muy fuertes y luego volver a uno mismo. Y eso puede ser difícil de controlar.»

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Hijos de las nubes comenzó con la visita de Bardem al Festival Fílmico Fi Sáhara en 2008, el cual se lleva a cabo en Dakhla, campo de refugiados del desierto argelino. Los invitados se hospedan con refugiados saharauis, en agudo contraste con los hoteles de cinco estrellas en los que se suele hospedar a las luminarias en los festivales fílmicos. Llegar a conocer a la familia que lo hospedó motivó la decisión de Bardem de crear conciencia sobre su situación. Así nació el documental.

Sáhara Occidental fue alguna vez colonia española; ¿será esto una especie de cruda colectiva? Bardem ríe: «Nunca había oído ese término». La cinta hace un breve recuento de la historia del pueblo saharaui: al irse los españoles, Marruecos reclamó el desierto como propio, lo cual originó la protesta de Argelia, donde tiene su base el movimiento de resistencia llamado Frente Polisario. Intereses de Francia y Estados Unidos se añaden a la confusión general.

El actor separa los sentimientos del pueblo español de la postura de varios gobiernos de su país en la disputa. “La población está al tanto de la situación del pueblo saharaui y lo apoya, pero ningún gobierno ha hecho mucho al respecto porque es una papa caliente… se verían forzados a enfrentar a Marruecos en muchas formas, y no pueden o no quieren hacerlo”, señala.

«Entonces, sí, supongo que hay una cruda, pero es en verdad dolorosa para el gobierno, que no puede dormir por ella. Y a nosotros, a la población, nos toca vencerla y dar el próximo paso.»

«Ellos se llaman hijos de las nubes, porque desde siempre persiguen la lluvia. Desde hace mas de veinte años persiguen, también la justicia, que en el mundo de nuestro tiempo parece más esquiva que el agua en el desierto». Eduardo Galeano

Bardem reconoce que al colocarse como rostro visible de la campaña queda expuesto a la censura. «Desde luego, uno puede ser criticado o apoyado. La vida no es perfecta, pero al final hay que hacer lo que uno cree. Y supongo que yo no busqué ser la cara principal. Jamás pensamos qué exactamente íbamos a incluir en la película; la idea era tratar de expresar el viaje a través de mi rostro, para entender mejor la situación.»

Nacido en Canarias, hijo menor de una familia de actores, Bardem ha aparecido a menudo al lado de su madre, Pilar Bardem, y otros parientes, Mónica y Carlos Bardem. Aprendió inglés escuchando heavy metal, en particular AC/DC, y se le conoce por defender las causas en las que cree. Ateo, causó controversia luego de la legalización del matrimonio gay en España, en 2005, cuando dijo que si fuera homosexual «me casaría mañana, sólo para joder a la Iglesia». El año pasado se unió al Proyecto Basta, que busca crear conciencia sobre ciertas materias primas que están en el fondo del conflicto en la República Democrática del Congo.

En cuanto a sumarse a la lista de actores que añaden su nombre a campañas políticas, no le parece un fenómeno sorprendente. “El cine es poderoso. Pero creo que todo es política: poner gasolina al coche es una declaración política, porque uno apoya a los emporios que controlan y continúan la destrucción de algunos países. Es decir, tiene que haber una relación entre la política y el cine.

«La pregunta es: ¿hasta dónde llevarla? Si uno siente que debe hacer algo, pues que lo haga. Y hacerlo en la forma en que pueda contribuir más, que en mi caso es hacer películas. También hay muchas cintas que son sólo para entretener, lo que está bien y todos lo necesitamos.»

Cumplirá sueño de la infancia

Los próximos 12 meses serán muy importantes para el actor, quien tendrá papeles en dos películas muy esperadas. Primero, la nueva de Terrence Malick, aún sin nombre, que según se rumorea va dirigida a Cannes. «Claro que no puedo decir lo que es ni lo que haré en ella», dice Bardem, fiel al silencio que rodea los filmes de Malick. Lo que se sabe es que lleva en los estelares a Ben Affleck y Rachel McAdams, y que se refiere a un estadunidense que al derrumbarse su matrimonio se reconecta con una mujer de su pasado. Bardem tiene el papel del Padre Quintana.

Luego viene la realización de un sueño de su infancia. Representará al villano en Skyfall, el nuevo filme de James Bond. «Nací viendo películas de James Bond y hay muchas razones para hacer ésta: el elenco, el guión, la historia, el papel y, desde luego, Sam Mendes (el director)», expresa.

Por Kaleem Aftab (The Independent)
Fuente : La Jornada
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya

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