Pliego y la calle del Agua
La vida se articuló alrededor de esta vía de agua que concentró a la población árabe que pobló este lugar en sus orígenes, y que ha continuado durante toda su existencia, hasta fechas muy recientes.
Pliego posee un conjunto histórico-cultural que podemos calificar de excepcionalidad y originalidad únicas en el ámbito nacional y mediterráneo, desconocido hasta ahora (excepto en círculos académicos y administrativos restringidos), que convierten a este pequeño Ayuntamiento en un referente internacional.
Nos hemos acostumbrado a dibujar el mapa de lo turístico-cultural de base histórica, normalmente, a partir de hechos y realidades singulares y aisladas (catedral, iglesia, palacio, casa o edificio notable, escultura o pintura muy destacadas, cuevas prehistóricas), por lo que se produce una descontextualización y ausencia de comparación con monumentos similares de la misma cultura y civilización que, ubicados también en la Comunidad o en zonas limítrofes próximas permitirían trazar y articular rutas, conjuntos y recorridos que explican de manera mucho más coherente nuestro pasado y nuestro presente desde una perspectiva más integrada y completa, permitiendo, a la vez, comparaciones en otros espacios y territorios del mismo o semejante tipo de patrimonio y manifestación y ejemplo de civilización.
Si la Región de Murcia se conoce, distingue y caracteriza es por la trascendencia del uso del agua y por su aprovechamiento y formas de vida económicas, sociales y de regulación jurídica. Nos encontramos ante el bien fundamental de las comunidades del Sur de Europa y del Mediterráneo, que han sabido generar toda una cultura de la utilización y aprovechamiento de un bien escaso, que ha dado lugar a formas de vida y producido artefactos e instituciones que han dado lugar a un ejemplar equilibrio social y modelo jurídico.
Si existe un elemento que debe ser contextualizado ese es el agua. La cultura del agua no solo ha creado un patrimonio histórico-arquitectónico, sino que condiciona, posibilita y genera a su alrededor actividades económicas, sociabilidades masculinas o/y femeninas, e incluso se encuentra en la base de rivalidades de poder por el control y uso de un bien que en los territorios en los que su escasez obliga a la racionalización y equilibrio en el consumo, bien sea humano, agrícola, artesanal o industrial, alcanza un elevado protagonismo social. Pero de esta manera se logra calidad, diversificación, diferenciación y, finalmente, creación de marca.
En 2005, TVE, crea una serie (en La 2, dentro del programa La aventura del saber) para tratar, divulgar y dar a conocer los problemas del agua en España. Curiosamente, dicha serie iba a llevar el mismo nombre de un proyecto que ya se encontraba en marcha y había sido recuperado, puesto en pie y creado intelectualmente en Pliego. La calle del agua, itinerario histórico-cultural convertido en ruta turística, ha sido declarada Bien de Interés Cultural por la Comunidad Autónoma. El carácter único de este lugar de interés etnográfico, antropológico e histórico, nos sitúa ante la proyección turística de espacios y realidades que no precisan centros de interpretación sino puesta en valor de realidades existentes, con infraestructuras urbanísticas y arquitectónicas vivas, y aunque han perdido sus funciones originales continúan conservando utilidad urbanística y social.
Dos razones explican la excepcionalidad y originalidad a la que hacíamos referencia anteriormente: La calle del agua configura, de forma completa y unitaria, una red de abastecimiento y consumo. En ella se integran artefactos que producen bienes de consumo como harina y aceite y, finalmente, un embalse para proceder al riego de las tierras de huerta mediante un sistema de distribución de origen árabe, tandas de Santa María y Santiago, que supone, dentro de la separación del agua y la tierra, un excelente equilibrio semejante al existente en otros países del Mediterráneo oriental como Irak o Siria.
La continuidad y pervivencia de este conjunto y de los edificios, así como el lugar del nacimiento acuífero y la balsa de acumulación para la posterior puesta en riego y el propio sistema de regadío hasta los años 60 del siglo XX, explica su originalidad a la vez que permite recuperar una realidad socio-histórica y cultural única con una potente proyección turística que le otorga el carácter de excepcionalidad en el conjunto de la geografía española, europea y mediterránea.
La segunda razón va unida y es inseparable de la que acabamos de señalar. Y no es otra que la propia existencia y justificación del asentamiento humano de origen árabe y la creación de la localidad de Pliego. La vida se articuló alrededor de esta vía de agua que concentró a la población árabe que pobló este lugar en sus orígenes, y que ha continuado durante toda su existencia, hasta fechas muy recientes. Se aprovechó el recorrido del agua para levantar una serie de artefactos y empresas agrícolas relacionadas con la elaboración de pan o aceite (molinos y almazaras). Se trata, por tanto, de espacios vitales, como el abastecimiento a la población: fuente de los Caños; molino harinero, almazara de Santiago (hoy restaurada), lavadero público, hasta llegar a la balsa como espacio de concentración del agua para ser utilizada en el riego de la huerta circundante. Nos encontramos en un ciclo completo del agua y de su sentido económico y social pleno. Lo que, además, ha servido para configurar el espacio y el conjunto de la red urbana. La calle del agua ocupa la trama urbana fundamental y más antigua de Pliego: las calles Ermita, Caños y Balsa, conforman una realidad viva y presente en el discurrir cotidiano de sus vecinos. Perpendiculares, existen otras cuya toponimia refleja la presencia y vida del agua: Pilar, Arcos y Barranco.
Que la vida discurre por esta vía social y plenamente humana lo demuestra la presencia de la iglesia parroquial de Santiago Apóstol, de principios del siglo XVI (la localidad perteneció a la orden militar de Santiago) y ubicada junto a la calle, así como la Torre del Reloj, obra del siglo XIX, posiblemente edificada sobre otra más antigua de origen medieval. Por tanto, La calle del agua es algo más que una determinada ruta turística o itinerario histórico-cultural, aunque pueda catalogarse y mostrarse como tal.
La calle del agua se ha convertido en el símbolo y seña de identidad cultural de Pliego por compromiso de su actual alcaldesa, Isabel Toledo, quien, junto con otras posibilidades paisajísticas excepcionales, como la Sima de la Higuera, ejemplo de cueva espeleológica única en Europa, impulsa con estas nuevas orientaciones el modelo económico y social a través de un equipo multidisciplinar en el que colabora activamente la Universidad de Murcia.
La calle del agua no es una imagen figurada, ni un título oportunista para llamar la atención. Muy al contrario, responde a una realidad profundamente enraizada en la sociedad, la tradición y la cultura material y espiritual de un pueblo como Pliego. Es necesario situar dicho proyecto en el mapa turístico específicamente mediterráneo.
Por F.Chacón Jiménez
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