Palestina: un cristiano despierta a musulmanes en Ramadán
A las dos de la madrugada, Michel Ayub empieza a tamborilear por las calles empedradas de la ciudad palestina de Acre para despertar a los musulmanes que realizan el Ramadán.
Ayub es «messaharati», la persona que se encarga de despertar a los musulmanes antes del alba para que coman, ya que no pueden alimentarse ni beber desde que sale el Sol hasta que se pone durante los 29 o 30 días que dura el Ramadán.
Pero no es un «messaharati» al uso; Ayub es católico.
Cada día, bastante antes del alba, este árabe israelí de 39 años, yesero de profesión, comienza su ronda por el casco antiguo de Acre.
Ayub rompe el silencio de la noche con su voz potente y su tambor por las callejuelas decoradas con las luces del Ramadán. A su paso la ciudad se despereza.
«Oh vosotros que dormís, existe un Dios eterno», canta. Lleva una kufiyya o pañuelo palestino sobre los hombros, pantalones bombachos de color beige, un cinturón bordado, chaleco y turbante negro y blanco.
Los vecinos lo saludan medio dormidos y le hacen señas de que van a preparar el «sahur», o comida de antes del alba.
La tradición del «messaharati» había desaparecido en Acre hasta que Ayub la recuperó hace 13 años para hacer revivir la herencia transmitida por su abuelo.
El Ramadán y una misma familia
Él es católico practicante, pero de niño escuchaba «la lectura del Corán todos los viernes» a la hora de la oración musulmana. «Hemos crecido» en un ambiente de respeto hacia las otras religiones.
Acre lleva la impronta de siglos de historia. Ya existía en la época de los fenicios, en la Edad Media fue el principal puerto del reino cristiano de Jerusalén (conquistado tras la primera cruzada) y más tarde se convirtió en una ciudadela otomana.
El casco antiguo, con sus murallas y mezquitas, está inscrito en la lista del patrimonio mundial de la humanidad de la Unesco.
Cuenta con unos 50.000 habitantes, entre judíos, musulmanes, cristianos y bahaíes. Casi un tercio de ellos son árabes, en su mayoría musulmanes.
Michel Ayub resta importancia a su misión: «No hago más que cumplir con mi deber, ayudando a nuestros hermanos musulmanes».
«Somos una misma familia. Hay un solo Dios y no hay diferencia entre cristianos y musulmanes», afirma este descendiente de palestinos que se quedaron en sus tierras tras la creación del Estado de Israel. Estos cristianos y musulmanes son ciudadanos israelíes pero suelen considerarse palestinos. Son 1,4 millones, es decir el 17,5% de la población de la Palestina ocupada.
Sabra Aker «creció con el despertador de Michel Ayub durante el Ramadán». «Si un día deja de venir, estamos perdidos», afirma una joven de 19 años desde la ventana de su casa.
En medio de la noche, Safia Sawaid, de 36 años, sale con sus hijas para hacerse una fotografía con Michel Ayub. «Impresiona ver a alguien tan apegado a nuestra cultura y nuestras tradiciones, espero que siga viniendo todos los años», declara.
Para seguir con la tradición, Ayub ha decidido formar a Ahmed al Rihaui, de 12 años, que lo acompaña en sus giras nocturnas. Viste pantalones bombachos y chaleco negro sobre camisa blanca y turbante del mismo color. El niño «promete, se le da muy bien», asegura el católico.
Acre es una histórica ciudad situada en Palestina y conocida en tiempos de Las Cruzadas como San Juan de Acre. Pero su notoriedad se debe sobre todo a la importancia que la ciudad asumió, como puerto marítimo y sede del gobierno, durante el período cruzado que siguió a la caída de Jerusalén en manos del ejército árabe guiado por Saladino (1187 d.C.). Aquí, de hecho, trasladaron su sede el rey y el patriarca de Jerusalén.
Con información de Terra
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