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Siria paga el costo de una paz imperialista

©trabajadores
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Los pronósticos acerca de una posible solución política a la brutal y devastadora guerra civil impuesta desde hace 5 años a la República Árabe de Siria (RAS), indican que los objetivos perseguidos por Occidente y sus aliados de la Unión Europea y monarquías del Golfo, continúan siendo el obstáculo principal para un cercano logro de la paz y la estabilidad en esta convulsa y estratégica región del Oriente Medio.

El inicio del conflicto interno en marzo del 2011, fue instigado y manipulado por las potencias occidentales como respaldo a la denominada primavera árabe, utilizada para subvertir el orden institucional de la nación y derrocar al Gobierno del presidente Bashar Al Assad. Esa crisis, fue seguida por la agresión militar de grupos sirios de oposición, la de miles de mercenarios de más de 85 países y la ocupación, en el 2014, del gran parte del territorio sirio por el autoproclamado y terrorista Estado Islámico (EI, Isis, Daesh), que a finales de junio de ese año estableció en regiones del norte y centro de Siria e Irak un califato islámico al estilo del siglo VII.

La RAS es hoy un extenso frente de guerra. En la resistencia a los cientos de miles de agresores extranjeros converge el ejército nacional, asistido por la Federación Rusa, la República Islámica de Irán y los combatientes del Hezbollah (Partido de Dios), asentado en el sur de Líbano.

En su espacio aéreo actúan, con diferentes propósitos: Rusia un factor fundamental en los grandes golpes propinados a los facciones y grupos extremistas; Estados Unidos, Francia, el Reino Unido, Turquía y otras naciones. Una coalición empeñada, alega, en lograr desalojar al EI, y al Frente Al Nusra, rama de Al Qaeda, a los cuales consideran sus principales enemigos, pero en cuyos oscuros orígenes se confunde el apoyo financiero, militar y logístico de varios países de Occidente y Estados árabes del Golfo.

La fementida lucha contra el terrorismo internacional, desatada por el Gobierno de Estados Unidos, bajo la presidencia de George W.Bush, tras los atentados del 11 de septiembre del 2001, encubrió el fundamento de su política exterior, encaminada a la recomposición geopolítica en un Oriente Medio Ampliado, más el dominio de las fuentes de importantes recursos energéticos: petróleo y gas.

Afganistán, Irak, Libia, Siria y Yemen, son vívida confirmación de que a causa de las mentiras de los agresores, el encubrimiento y la falsedad de sus campañas mediáticas, la primera víctima en toda guerra es la verdad.

Según cifras espeluznantes, a finales del año 2015 la guerra civil en la RAS ha dejado un saldo de más de 220 mil muertos, en su mayoría civiles, cerca de 3 millones de desplazados y refugiados, una grave crisis económica en su población, y una enorme devastación en la mayoría de sus ciudades, centros históricos y culturales, valiosos patrimonios de la humanidad.

Los actos de barbarie y terrorismo, como las ejecuciones sumarias y degollamientos perpetrados por las hordas del EI y otros grupos mercenarios extranjeros en las localidades ocupadas, no son producto, como se pretende, de una lucha confesional entre chiítas, sunitas, kurdos y otros sectores religiosos, que siempre convivieron en paz en el Estado sirio.

Esto es parte del costo de una guerra injusta e inmoral, el lado oscuro de una pretendida democracia que busca quebrar y dividir al mundo árabe, destruir sus estructuras políticas, económicas y sociales, y hacer realidad el plan preconcebido de re-colonizar la región, verdadero interés de las grandes potencias occidentales.

Damasco ha insistido en su disposición al diálogo con la denominada oposición moderada y a una solución política, negociada y pacífica de esta crisis, sin menoscabo de su independencia, soberanía, integridad territorial y autodeterminación. A la vez ha afirmado su determinación a realizar elecciones generales una vez terminada la guerra civil, pero Estados Unidos y sus aliados insisten en que no habrá solución posible mientras el presidente Bashar Al Assad continúe al frente del Gobierno.

Entre tanto, continúan los esfuerzos de Siria, Rusia, Irán y otras naciones para una solución política y no militar, bajo el control de la ONU y en los plazos fijados por la Resolución 2254 de su Consejo de Seguridad, que ha anunciado que el diálogo entre las autoridades de de la RAS y sus opositores deberá comenzar, no exento de grandes incertidumbres, el próximo 25 de enero en Ginebra, Suiza.

Por Juan Dufflar Amel
Con información de Trabajadores

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