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La Europa xenófoba debate sobre inmigración

Frente al discurso monotemático en los medios de comunicación de bienvenida y alegría ante las oleadas de refugiados y de inmigrantes, sólo se alzan unas pocas voces, cuando en la calle la proporción está mucho más equilibrada. ¿Está la Europa real separada de la Europa oficial?

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Si piensa que está a punto de ahogarse en el mar de lágrimas y almíbar que emana de las televisiones, las tertulias y los escaños de los parlamentos europeos, espere un poco, porque hay otras personas como usted. Más de las que cree, pero que, como le ocurre a usted, no tienen acceso a las tribunas ni a los micrófonos.

Son pocos, pero existen, y hemos de darles las gracias por introducir el debate en un asunto que los media y la clase política y empresarial europeas quieren que sólo admita la unanimidad, la establecida por ellos. Poco a poco, la realidad se va imponiendo. Los intérpretes de árabe contratados por el Gobierno alemán han revelado que una proporción considerable de los hablantes de árabe que dicen ser sirios huyendo de la guerra o la persecución tienen acentos de Libia, Egipto y Marruecos; algunos calculan el porcentaje de falsos sirios en un 25% de los solicitantes.

La crisis de los refugiados rompe Europa

El jueves 17 dimitió el presidente de la Oficina para la Migración y los Refugiados, Manfred Schmidt, “por motivos personales”. Su ministro, Thomas de Maiziére, jefe de Interior, es uno de los oponentes a los brazos abiertos de Angela Merkel, y ambos son del mismo partido, la CDU. Además, el vicecanciller, el socialdemócrata Sigmar Gabriel, ha declarado que pueden entrar en Alemania un millón de inmigrantes o refugiados antes de que acabe el año, cuando la capacidad de alojamiento de los recién llegados está “casi agotada”.

¿A que se siente como si pudiera decirle a su cuñado progre o a su vecino oenegero “ya lo os lo dije”?

La Europa cristiana, en peligro (sic)

El malvado oficial en toda historia, por encima incluso de los asesinos del ISIS, es el primer ministro húngaro Viktor Orbán:

Ha ordenado la construcción de una valla ante cuya visión sangran los buenos corazones europeos y ha dicho que “si los cristianos dejamos a los musulmanes rivalizar con nosotros en nuestro continente, nos sobrepasarán en número, es matemático”. (sic)

Pero en otros países se están tomando decisiones parecidas a las de Orbán. Los Gobiernos de los países de Europa del Este, desde Estonia a Eslovaquia, ya han expresado que prefieren acoger pocos refugiados sirios y que éstos sean cristianos. El de Chipre, el más cercano de la UE a Siria, ha dicho que recibirá casi 300 refugiados “preferiblemente cristianos ortodoxos”. El 7 de septiembre, el Gobierno danés publicó un anuncio en inglés y árabe en cuatro periódicos libaneses para tratar de convencer a los sirios de que no emprendan el viaje a Dinamarca y en el que lo primero que se destaca es que los subsidios a los refugiados se han reducido a la mitad.

Marine Le Pen, la presidenta del Frente Nacional francés, se ha fijado en el factor económico. En su opinión los alemanes, ante el declive demográfico, buscan “reclutar esclavos a través de la inmigración”.

El canciller austriaco, el socialdemócrata Werner Faymann, es, como sus correligionarios alemanes, aliado de Merkel y en condición de tal adversario de Orbán. En una entrevista en Der Spiegel afirmó que “la idea de basar los derechos fundamentales en la religión es inadmisible”. Pero el politólogo italiano Giovanni Sartori, de 91 años, recurre a la experiencia para desmentirle. La integración de millones de inmigrantes en Estados Unidos fue posible por la identidad de raza, cultura y religión: “La gran sorpresa ha sido que los musulmanes de tercera generación no solamente no se han integrado, sino que son los más rebeldes, porque no tienen trabajo, el Islam fanático los atrae y odian a Occidente. Europa creyó que esos inmigrantes serían integrados en la tercera generación, como ocurrió en Estados Unidos. Pero allí eran todos de procedencia europea y con la misma religión”. (sic)

Y añade: “Estamos viviendo una guerra de religión. Y yo digo que a la guerra se responde con la guerra, no con asambleas como hacen en las Naciones Unidas, que yo llamo desunidas. El extremismo islámico crece porque atrae a jóvenes de todo el mundo y su fuerza deriva de que se alimenta de fanatismo religioso”.

El obispo húngaro Laszlo Kiss-Rigo se atrevió a corregir al Papa en sus peticiones de acogida de la avalancha de árabes y musulmanes: dijo que Francisco I está “equivocado” y que “no se trata de refugiados, esto es una invasión islamista en toda regla”; además, los recién llegados “siempre tienen dinero” y “se comportan de manera arrogante y cínica”.

En España, sólo hablan columnistas

En España ningún político se atreve a enfrentarse con la tiranía de la corrección política, sólo lo hacen algunos columnistas.

En un artículo, Arturo Pérez Reverte nos advierte de que estamos metiendo al enemigo en casa (sic).(Nota de la Bitácora: ¿Cuántos «enemigos» <quizás ancestros de Pérez Reverte> «metió en casa» Latinoamérica desde 1492 a la fecha? ¿A cuántos se les ha matado el hambre en la década de los 30,40,50,60 y 70?).

“Europa o como queramos llamar a este cálido ámbito de derechos y libertades, de bienestar económico y social, está roído por dentro y amenazado por fuera. Ni sabe, ni puede, ni quiere, y quizá ni debe defenderse. Vivimos la absurda paradoja de compadecer a los bárbaros, incluso de aplaudirlos, y al mismo tiempo pretender que siga intacta nuestra cómoda forma de vida”. (sic)

Y Hermann Tertsch asegura que muchos europeos están dispuestos a matar la libertad por la bondad: “Algunos discrepan. Y ven cómo confirma sus temores un ridículo y tiránico pensamiento único de la bondad obligatoria que descalifica y criminaliza la discrepancia. Que hace de todos una masa dispuesta a abolir la libertad. Como quien quita el cerdo del menú escolar, la cruz del escudo del club, imágenes de mujeres poco cubiertas en las oficinas públicas. Para no irritar al recién llegado. Y adoptamos así la primera de las peores de sus sórdidas costumbres”. (sic)

Prepárese para que le quiten su bocadillo de jamón… Por la paz. (sic)

Por Pedro Fernández Barbadillo
Con información de La Gaceta

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