Saqunda,el arrabal destruído por Alhakén
La urbanización del entorno del Centro de Creación Contemporánea de Córdoba, que realizará la Junta próximamente, supondrá también la finalización de lo poco que se ha legado de los restos de Saqunda, el arrabal meridional de la ciudad cuyos restos se encuentran bajo toda la zona de Miraflores. Se conservará un testigo, una pequeña parte de todo lo excavado, dando cumplimiento a un acuerdo político alcanzado entre Cultura y el Ayuntamiento hace ya varios años. El pacto consistió en un elemento fundamental. Que se conserve una parte a cambio de que el resto desaparezca.
La historia de Saqunda es básicamente apasionante. Una suerte de Fuente Obejuna local que no acabó con el matarile del comendador sino con la expatriación obligada de miles de cordobeses que, hasta las narices de impuestos y de que Alhakén I se pegara la vida padre, sitiaron el Alcázar en 818 levantados en armas para derrocarlo. El poder utilizó a su fuerza de choque para romper la marabunta por la retaguardia. Incendió las viviendas de lo que entonces era un populoso barrio donde se han acreditado varios vertederos, necrópolis propia y edificaciones comerciales.
Alhakén, conocido por su visión de estado pero también por su querencia por las libaciones y la «dolce vita», no tuvo piedad con los que le llevaban la contraria y decretó que el barrio fuese destruido en su totalidad, mezquitas incluidas, y que ese territorio no se volviese ocupar. Los habitantes que no fueron ejecutados por el siniestro sistema de la crucifixión, se exiliaron. No hay que llevarse las manos a la cabeza por asuntos de religión.
El valido de Alhakén fue un mozárabe (un cristiano arabizado), el conde y general Rabí ben Teodulfo, que fue quien ejecutó la política fiscal y la posterior represión desde su cargo de gobernador de cristianos, una especie de delegado político para estos asuntos. El tal Rabí acabó crucificado por el sucesor de Alhakén como primera medida de su mandato. La guardia palaciega, los mudos (no hablaban árabe o romance), tampoco eran exactamente seguidores de Muhammad. De los quince o veinte mil vecinos de Saqunda, que era como el Campo de la Verdad pero en el siglo IX, se sabe que acabaron fundando Fez o tomando Creta enrolados en la piratería, que entonces era oficio respetable en todo el Mediterráneo.
Saqunda durmió en el subsuelo de la ciudad hasta que Córdoba empezó a gestar la ocupación de lo que hoy es el distrito sur de la ciudad. La excavación sistemática se produjo en fechas recientes, cuando se tomó la península de Miraflores para realizar el parque y el centro de congresos que nunca llegó a levantarse. Los restos siguen ahí, cubiertos con una amplia capa de jaramagos, con trazas claras de calles y casas.
Conservación
La Junta realizará un proyecto de conservación «in loco», lo que significa que se delimitará un sector concreto del arrabal de Saqundapara convertirlo en testigo de lo que se ha llamado la segunda Córdoba. Se trata de un procedimiento complicado porque los restos se encuentran semihundidos. Eso obligará a desmontar lo que se pretende conservar y a volver a montarlo, como un puzzle, en una zona acotada en el jardín.
El proyecto comprende también dotar a la zona de material para una correcta comprensión sobre lo que fue el arrabal. Entre otras, una mesa 3D con el objetivo de enseñar los límites de una zona de Córdoba de relevancia para la historia política de Al Andalus. Los restos serán acordonados para que no se conviertan en lo que se suelen devenir estas cosas. Un basurero ocasional, como el horno de las Ollerías, que ha pasado a ser una enorme papelera para los desaprensivos que no distinguen un elemento del patrimonio histórico de un contenedor de residuos.
El resto de Saqunda, en muy mal estado, pasará a la historia o volverá a ser sepultado incrementando el debate abierto aún sobre qué hacer con los restos de arrabal en el término municipal de Córdoba.
Con información de ABC
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