La importancia estratégica de Siria y los Cuatro Mares
La situación geográfica de Siria y su cercanía a los Cuatro Mares, determina también su importancia estratégica: Siria limita al norte con Turquía, al sur con Jordania, al este con Irak y al oeste con la Palestina ocupada por el invasor israelí, Líbano y el mar Mediterráneo.
El Éufrates fluye desde Turquía y atraviesa Siria en dirección hacia Irak. De sus veintidós millones de habitantes, el 84% son árabes y el 12% kurdos, que están sobre todo en el norte del país.
Desde el punto de vista de la religión existe fragmentación, aunque la mayoría son musulmanes: el 70% suníes y el 12% alauíes. También hay un 10% de cristianos y un 3% de drusos.
La mayoría de la población se concentra en la zona occidental de Siria.
En las últimas décadas se ha producido un mayor proceso de concentración de la población en las ciudades, pero sigue habiendo un 40% de población rural.
Hasta aquí los fríos datos estadísticos de un país cuya complejidad lo convierte también en un gran desconocido.
También el profesor Pablo Sapag en Siria en perspectiva advierte que a la hora de analizar la posible evolución del país en un futuro inmediato hay que tener presente «un factor clave de la sociedad siria: su genuino y arraigado carácter cultural interconfesional derivado de la presencia histórica en su territorio de múltiples manifestaciones religiosas. Un elemento este que se constituye en la fortaleza de Siria, pero al mismo tiempo en su debilidad»2.
En este sentido, hay actores minoritarios, aunque poderosos, que de forma recurrente han presionado al Estado sirio para que deje de ser aconfesional y se convierta en uno confesional islámico suní. Pero eso choca con la multiconfesionalidad, esencia social de Siria, lo que ha provocado enfrentamientos previos a la actual guerra civil. Será determinante que esta realidad se enfrente a la hora de solucionar el conflicto para que no se repita.
El carácter multiconfesional de la sociedad siria es producto de su larga historia y ha condicionado el devenir y el juego político del país que no ha estado exento de los enfrentamientos, no solo políticamente sino también con violencia, con fuerzas como los Hermanos Musulmanes de tendencia política islamista y otros con mayor radicalidad como la Vanguardia Combatiente.
La negativa del régimen a atender la exigencia de los Hermanos Musulmanes de que el presidente del país debía ser no solo musulmán sino musulmán suní fue una de las causas del conflicto que se desarrolló en Siria entre mediados de los 70 y 1982. En 1982, la revuelta de los Hermanos Musulmanes en la ciudad de Hama fue duramente reprimida por las fuerzas del presidente Hafez al-Asad que provocó una masacre con la muerte de miles de personas.
Esta oposición suní fue entonces desarticulada y el régimen de al-Asad consiguió una cierta estabilidad interna hasta la llamada Primavera Árabe.
Estas palabras del profesor Sapag ayudan sin duda a entender la deriva islamista de las protestas ocurrida desde muy pronto. No hay que olvidar que la presencia hegemónica de los islamistas entre las fuerzas opositoras al régimen de al-Asad se ha mantenido a lo largo del tiempo, en particular tras la crisis iniciada en 2011: ha habido una elevada representación islamista en órganos opositores como el Consejo Nacional Sirio y la Coalición Nacional Siria y se percibía asimismo ese tono islamista en la simbología de los discursos de los principales grupos políticos de la oposición 4.
La importancia de los Cuatro Mares
También hay que tomar en consideración el aumento del interés geopolítico de la zona apenas un par de años antes de las revueltas. En 2009, el presidente sirio propuso la creación de un área de comercio denominada Cuatro Mares para unir comercialmente el mar Caspio, el Negro, el Rojo y el Mediterráneo.
El objetivo fundamental era la construcción de un gasoducto que conectaría Irán, Irak y Siria, que se conoce en algunos foros como «el gasoducto chií». Su salida se situaría en el puerto mediterráneo sirio de Baniyas, que se convertiría en el principal puerto de exportación de gas hacia Europa.
Ese gasoducto proporcionaría enormes beneficios a Siria, y por extensión a Irán y a Rusia, que podrían controlar el suministro de gas hacia Europa, pero perjudicaría a las monarquías del Golfo como Arabia Saudí, Qatar y Turquía, y a la influencia de Estados Unidos en la región.
Aunque el proyecto se paralizó cuando estalló el conflicto, el presidente al-Asad, si sigue en el poder, podría reactivarlo.
Este proyecto perjudicaría a la compañía estatal rusa Gazprom.
Como es de imaginar, estos intereses geopolíticos proporcionan al régimen sirio poderosos aliados, pero también poderosos enemigos. Eso ha quedado y queda patente en esta guerra. La realidad es que la situación se ha convertido cada vez en más confusa y más peligrosa. Siria ha acabado siendo un campo de batalla de las grandes potencias y de las regionales: de Estados Unidos y Rusia y de Irán, Israel, Turquía, Arabia Saudí o Qatar.
Cada uno lucha para sus propios intereses en un conflicto que, como señala Tomás Alcoverro, pilló desprevenido al régimen: «Cuando el régimen de Damasco presumía de su estabilidad, de su invulnerabilidad respecto a las rebeliones árabes, enarbolando su nacionalismo, su defensa de la causa palestina y la resistencia contra Israel, estalló el más sanguinario conflicto y la represión más violenta» 6.
Como señala el coronel Emilio Sánchez de Rojas, hay factores genéticos que dominan el panorama, como la crisis y el desprestigio del nacionalismo y de las habilidades que lo mantuvieron, la confrontación histórica entre nacionalismo e islamismo (especialmente con la rama siria de los Hermanos Musulmanes) y la influencia de los actores geopolíticos globales y regionales con intereses en la zona 7.
Al final la contienda se libra también con actores interpuestos en una especie de guerra híbrida en la que se combinan coacciones económicas, desinformación, terrorismo, actividad criminal y subversión a distintos niveles y con la implicación de potencias extranjeras.
El autoproclamado Estado Islámico está en gran medida derrotado, pero la calma no retorna a Siria, incluso se han recrudecido los combates en algunos lugares.
En el fondo cada parte quiere asegurarse un trozo del pastel una vez que el enemigo común está vencido, objetivo sobre el que todos estaban de acuerdo desde el otoño de 2014. Pero eso era lo único en lo que estaban de acuerdo.
Por Pilar R. del Río
Notas:
1 Alcoverro, Tomás. ¿Por qué Damasco? Barcelona: Diéresis 2017, p. 31.
2 Sapag M., Pablo. Siria en perspectiva. De una crisis internacionalmente mediatizada al histórico dilema interno. Madrid: Complutense 2017, p. 17.
3 Ibídem. Sapag, p. 38.
4 Ibídem. Sapag, p. 58.
5 Álvarez-Ossorio, Ignacio. Siria. Revolución, sectarismo y yihad. Madrid: Los Libros de la Catarata 2016. Leído en ebook Kindle, posición 140.
6 Ibídem Alcoverro, pp. 33-34.
7 Sánchez de Rojas Díaz, Emilio. Sobre las raíces del problema sirio: Parte I, la crisis del nacionalismo, [en línea], Documento de análisis IEEE [ref. de 22 febrero 2017], p. 2.
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